Escribir, reflexionar, opinar sobre el maltrato, las violaciones y los
asesinatos que de mujeres se realizan a cada instante en este mundo resulta muy
complicado para un hombre por la sencilla razón de serlo. Quienes cometen esos
crímenes son hombres y el que escribe comparte género, algo que separa
físicamente a los seres humanos pero que, a la vez, les une y perpetúa la
especie. Paradoja que hace a unos dominantes y a las otras dominadas. Podían
pensar que sólo tengo que decir lo obvio: condenar con radicalidad absoluta
esas canalladas contra el género femenino… aunque no es tan sencillo, para ser
justos hay que reconocer que todos los hombres formamos parte del problema y
deberíamos (todos) constituir gran parte de la solución.
La conmoción por la violación de una mujer india perpetrada por seis
hombres en un autobús público y su posterior asesinato, arrojándola a la
carretera e intentando atropellarla, es tan profunda en la sociedad hindú que
resulta extraño que se sigan contabilizando, como de lo más normal, que cada cinco
minutos se viola a una mujer en ese país. Masas de personas, la mayoría (es
curioso) hombres, han salido a las calles de la India para proferir su rabia y
hacer constancia de su deseo de justicia… o de venganza. Parece que la crueldad
de los hechos ha servido para sacar a la luz las cotidianas violaciones y
maltratos contra las mujeres que se realizan en el país, pero ha sido expuesto
como un dato más de la fría estadística. La sociedad india no sabe cómo
afrontar, qué cambiar en sus leyes y en su cultura para poder emprender, con
garantías, la erradicación de esos atentados contra las personas del género
femenino que habitan en sus fronteras.
Aunque el maltrato y el abuso sobre la mujer son de incidencia Universal;
así, con mayúsculas. No existe rincón en la tierra donde no se cometa una
violación, un maltrato contra la mujer. Ni en las civilizadas y opulentas
sociedades escandinavas, como lo demuestra la serie de novela negra del célebre
escritor sueco Stieg Larsson (el título de una de las novelas es clarividente:
“Los hombres que no amaban a las mujeres”). Ni en la superpotencia dominante,
EEUU, se libran de tirar “la primera piedra”. Y no digamos nada de la otrora
gran rival superpotencia, la actual Rusia, sus estadísticas o no existen o son
tan opacas como el bigote de un cosaco.
Pero los pasionales latinos, los europeos del sur y la América Latina,
tampoco nos libramos; quizás menos que ninguna de las culturas protagonistas de
la conformación mundial, no en vano somos los inventores de la ‘telenovela’,
máster en tópicos machistas. Y ni los indígenas americanos se salvan, las
culturas prehispánicas eran patriarcales y machistas en su gran mayoría. El supuesto
oasis en China de las ‘Mosuo’ no es más que un “exotismo”, una de las pocas culturas matrilineales (se tiende a emplear matriarcado, término que se usa mal) que perviven, aunque ya muy “contaminada” por
su entorno como demostró un documental francés de producción reciente.
¿Es nuestra biología o naturaleza masculina la culpable de que el abuso
contra la mujer esté tan generalizado? Sobre eso hay tanta tinta derramada como
sangre de las víctimas femeninas a lo largo de la Historia. Si muchos
antropólogos consideran el inicio de las primeras culturas como de raíz
matriarcal, unidas al factor de la fertilidad y fecundidad (también de las
tierras = Neolítico, agricultura), ¿por qué esa deriva tan contundente hacia el
patriarcado? El macho dominante del grupo humano que recolectaba y viajaba constantemente, logró también “dominar” en la era sedentaria. ¿Cómo y por qué?
Ya me gustaría lograr responder a esas preguntas en este texto o en este blog;
sin embargo, no procede.
Lo que me inquieta, procede y les comparto en esta reflexión es la fecha.
Estamos en el siglo XXI, en el simpático 2013, el grado de desarrollo, con las
particularidades de cada cultura, de la civilización humana es notable, la
globalización hace llegar la más alta tecnología a lugares donde emplean aún el
transporte animal pero se comunican con móviles 3G. ¿No es hora de revisar esa
relación de dominio por cuestión de género?
Como siempre la iniciativa es de ellas. Una niña paquistaní-afgana, Malala
Yousafzai, convertida en precoz mujer activista por los derechos de su género,
tomó la iniciativa en la región más machista y retrógrado en derechos de igualdad
entre hombres y mujeres del mundo: la frontera entre Pakistán y Afganistán. Su coraje quiso ser eliminado
por los talibanes de ese rincón del mundo donde sus congéneres, en virtud de
leyes religiosas impuestas por el hombre, visten con un sudario en vida,
cubiertas de la coronilla a los dedos de los pies; las niñas no deben estudiar
y las mujeres no pueden tener oficios, solamente trabajos domésticos.
Tras tres meses herida grave y atendida en un hospital de Londres, el
pasado 4 de enero fue dada de alta; ahora deberá reconstruir su cara y cuello,
tiroteados por el odio talibán, con la cirugía plástica en el Reino Unido, pero
su vida ya no corre peligro… y no la correrá porque parece aceptar la
residencia que a su padre y a ella le dan el gobierno británico. Lo que corre
un claro peligro de muerte es su magnífica iniciativa de lucha por la educación
de la mujer y la igualdad en su país de origen. Los talibanes machos han
conseguido “dominar” a la manada universal, es raro que vuelva a surgir otra
Malala en aquel rincón del planeta. Ojalá me equivoque.
2 Comentarios
Habría que hacer algo mas que cirugía a la niña paquistaní-afgana, Los muy cultos y desarrrollados ingleses deben hacer más que dar residencia a las personas maltratadas, aunque es cierto que todos tenemos responsabilidad en lo que sucede en los países de religón musulmana.
ResponderEliminarComo suelo tener la norma de publicar todo comentario que no contenga insultos o sea un desvarío, he autorizado éste; ahora bien, no entiendo muy bien qué más pueden hacer los ingleses (británicos en el texto) por las mujeres maltratadas (de eso va el texto), en este caso concreto, ni qué responsabilidad tenemos "todos" en países con religión musulmana...
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