El pacto nuclear con Irán, un logro de la diplomacia conciliadora

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La memoria es frágil. Aquí en España lo podemos comprobar, que ni legislando un derecho cívico como es la memoria histórica logramos hacer justicia, hacer algo tan necesario para el desarrollo social de un país como es “recordar” a las víctimas de la guerra civil, de la represión franquista y ahora, por qué no, del periodo de transición a la democracia. Hago esta mención a la fragilidad de la memoria porque estoy convencido de que son pocos los que ahora recordarán al presidente iraní Jatamí (de 1997 a 2005), cuando se ha logrado un acuerdo en Irán sobre su programa nuclear que no puede más que calificarse de “histórico”.

Cuando hacemos memoria nos referimos al gobierno iraní, en ese momento de 1998, dirigido por Muhammad Jatamí que era la cara más amable y visible de la “apertura” que se vivía en el país de los ayatolás. Mis estudios universitarios de historia y relaciones internacionales me llevaron a interesarme por este periodo de la historia iraní, buscando casi “el vellocino de oro”, ya que el trabajo en cuestión quería ser un análisis de las políticas conciliadoras que se promovían en el mundo de entre siglos (XX-XXI) frente a las corrientes belicistas e intervencionistas que lideraba EEUU y sus principales aliados. Cuando lean que mi trabajo incluía al ridiculizado por la derecha española proyecto “Alianza de Civilizaciones” promovido por el ex presidente socialista Rodríguez Zapatero, muchos de ustedes ya estarán torciendo el gesto.

En fin, este acuerdo sobre la delicada cuestión nuclear rubricado en Ginebra el pasado 25 de noviembre entre las potencias mundiales e Irán recupera ese clima conciliador que mantenía Jatamí y su país a finales del siglo pasado. Haciendo ver que el “diablo” iraní lo era porque el mundo se volvió más estúpido y más diabólico desde los atentados en Estados Unidos en 2001. Ahora no nos acordamos, pero en Madrid (España) y en Nueva York (EEUU) los aficionados al cine llenábamos las salas en versión original subtitulada para ver películas iraníes en sesión doble durante toda la década de los 90 del pasado siglo. Ese ‘movimiento’ cultural era posible gracias a esa apertura del régimen iraní y su talante comprometido con las buenas relaciones internacionales. Ver cine persa era lo “cool” y además esos film demostraban que esas gentes vivían una vida no tan diferente de la nuestra. De diabólicos enemigos nada tenían.

¿Qué ha cambiado ahora para tenderse la mano de nuevo? En verdad y en el fondo, nada; los prejuicios y recelos seguirán (Israel sigue amenazante y vigilante). Solamente, que al igual que hubo un Jatami y otros estadistas con visión dialogante hace 15 años, ahora una “facción” promotora de la vía diplomática conciliadora ha conseguido colarse en el complicado entramado del Oriente Próximo. De esta forma tan constructiva las consecuencias pueden ser iguales o mejores que si se hubiese reorganizado el equilibrio de fuerzas mediante un conflicto diplomático, o mucho peor, una guerra.


Gustavo Adolfo Ordoño ©

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1 Comentarios

  1. ¡Y qué lindo que es el cine iraní! Omar Khayyam sigue siendo entre ellos el poeta nacional y ''azul'' (del persa azvard o lazvard, ''rizo del Rey'') sigue siendo entre nosotros el color del cielo soleado y despejado.

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