Eran otros tiempos, en el uso de
mi libertad de expresión opinaba que quizás los periodistas gráficos de "Charlie
Hebdo" tenían que
haber “abusado” de otra libertad, en lugar de llevar a cabo un extremismo de su derecho a la libertad de expresión; me refiero a la
libertad de autorregularse, de evitar que el
humor (y encima gráfico, con lo controvertida que es la imagen en el Islam)
sobre el profeta Mahoma provocara a
los más radicales, al yihadismo,
costando la vida a inocentes...Resulta increíble, pero esos “otros tiempos” fue
hace poco más de dos años, en septiembre de 2012. Mientras tanto, ha surgido ese fenómeno nuevo en el terrorismo
islámico, que ha tenido tantos nombres como demostración de lo confundido que
nos tiene a los occidentales, el mal llamado
EI (Estado Islámico), ahora Daesh (acrónimo en árabe de un territorio
islámico).
Esos cafres inmersos en la Edad
Media islámica no desean crear un Estado, hablan de califato universal
extendido a base de una guerra santa. Lo que parece de lunáticos se ha
convertido en una amenaza real para todas las civilizaciones basadas en los derechos humanos, la libertad y la
democracia. Unilateralmente han entrado
en guerra con Occidente, por mucho que posturas políticas en el mismo
Occidente intenten justificar las acciones terroristas de estos extremistas islámicos
dándoles la categoría de víctimas de un “dominio imperial” que se “rebelan”. Ahora
lo veo, en estos tiempos.
Y aunque sigo manteniendo que los
responsables de la revista humorística "Charlie Hebdo" se equivocaban optando por
posturas tan “extremistas” (uso de la libertad de expresión sin sopesar las consecuencias
conflictivas) en su lucha contra el extremismo religioso (también eran satíricos
con el catolicismo), entiendo que el director de la publicación, Stéphane Charbonnier, uno de los asesinados este miércoles (7 enero de 2015) por unos
desalmados al grito “Alá es Grande” en la redacción de la revista, estaba ya en
lucha contra la sinrazón de este extremismo musulmán porque vio antes que otros
que estos radicales eran, en verdad, soldados de un bando en una guerra no
declarada contra los mejores valores occidentales.
Charbonnier y sus compañeros
usaban armas muy poderosas, tanto o más que un Kaláshnikov, como son la palabra y la imagen; pero el uso
del humor, la ironía, el sarcasmo, la crítica mordaz, como armas pueden
derramar carcajadas, risas, desaprobación o disgusto, nunca sangre. No seamos
hipócritas diciendo que las caricaturas de Hebdo sólo molestaban a los fundamentalistas y reconozcamos que
a la mayoría de los musulmanes les molesta, les disgusta este tipo de humor
sobre Mahoma. La diferencia, nada pequeña, está entre la gran mayoría que opta
por no hacerlas caso, no verlas, y los que hacen una fatwa “condenatoria” a muerte contra los autores de esas viñetas y
los cafres que las ejecutan.
Insisto, no me desdigo de mi
pasado artículo muy crítico con la revista francesa o no espero reconocimiento
a mi advertencia de que su laicismo tan fundamentalista como los extremismos
religiosos que criticaban, traería más “muertes inocentes”. Sin embargo, no
quiero dar ni una coma en mi escrito que pueda dar a entender que el atentado
tan horrible cometido en París pueda ser razonado o justificado de alguna forma.
Al enemigo incivilizado, ni agua.
Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador
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