Hollande, el silencio de Francia. Fuente imagen |
En la vieja geopolítica España y Francia se han odiado. Francia y España se han puesto la zancadilla desde
antes de la Edad Moderna. Han intrigado para buscar la ruina del otro siempre
que han podido. Se han aprovechado los momentos de debilidad de uno para medrar
el otro. Ni cuando una dinastía de origen francés, los Borbones, llegó a la Corona española las suspicacias y los
recelos cesaron. Francia usaría los “Pactos de Familia” para controlar la política
exterior española hasta que a Napoleón no le hizo falta la diplomacia para
situar a su hermano en el trono español. Llegó la Guerra de Independencia, esa
que a Fernando Trueba (cineasta,
importante matiz) le hubiese gustado que ganasen los franceses, y comenzó la francofobia general que dura hasta
nuestros días.
En el otro lado del espejo, en Francia, algo que no se suele decir, existe
un sentimiento similar. Debe ser el lugar del mundo donde la hispanofobia está más justificada,
siempre que podamos “justificar el odio”. Que los franceses hayan perdido todas
las guerras importantes que mantuvieron con los reinos de las Españas desde la Baja Edad Media, pasando por
el principio del fin que supuso las derrotas napoleónicas en España, ayudó a
crear ese sentimiento francés “anti-español” que se mantiene en el imaginario
general de nuestros vecinos.
En época contemporánea las guerras mundiales fueron vividas de
manera muy diferente por cada país y no se llegaron a enfrentar en ellas ni de
forma indirecta. Aunque habría motivos para la antipatía mutua, cómo no. En el Magreb y el centro de África, las disputas coloniales en el trazado de fronteras sembraron recelos y
desencuentros. El Régimen de Franco
no soportaba el desprecio y el desdén que la
IV República (1946-1958), como ejemplo de democracia, mostraba por la
dictadura española en todos los foros y organismos internacionales de
posguerra. Tampoco llevaba bien que
Francia acogiera y ayudase a los exiliados y refugiados españoles
republicanos. Francia, a su vez, no entendía y no soportaba la evidente
política anti-francesa de España en
el Norte de África, dando cobijo y apoyo a los independentistas marroquíes y
argelinos que a la larga, como sucedió, se volvería contra los intereses
españoles.
En esto llegamos a nuestros días
y dentro de la “guerra propagandística” en
la que se encuentran independentistas catalanes contra unionistas españoles y
viceversa, destacan los partidarios de permanecer siendo un solo Estado el
diverso y gran apoyo que han recibido de líderes y países importantes de todo
el mundo: la canciller alemana Angela
Merkel, el presidente Obama de EEUU, el primer ministro británico David
Cameron, el Presidente de la Comisión Europea Juncker...pero, ¿y
Francia? Hollande no se ha
pronunciado, su primer ministro de origen catalán, Valls, menos.
El silencio de Francia tiene muchas interpretaciones. Las más lógicas
serían las que hablan de prudencia diplomática y en el mantenimiento de las
buenas relaciones. Otras ideas hablarán del que “calla otorga” o que observando
las debilidades del vecino se pueden sacar posteriores beneficios. En realidad
ni a los catalanes separatistas les
interesa un pronunciamiento francés al respecto. Siempre que en la Historia se
han dado intentos de proclamación de
la independencia catalana y se ha metido por medio a Francia, españoles y
catalanes han salido perdiendo y sólo franceses se han beneficiado. La Paz de los Pirineos de 1659 supuso la pérdida
definitiva del Rosellón, el Conflent, el Vallespir y de gran parte de la Cerdaña
a favor de Francia.
Ahora, una supuesta independencia
catalana volvería hacer depender al Principado,
que pasaría a ser una República, del Estado fuerte del norte, pues las transacciones
comerciales catalanas con Europa,
ahora sin el aval y privilegios de un estado miembro de la UE, atravesarían Francia y se buscarían acogida para
instituciones y organismos escindidos de España. Es decir, ceder soberanía
catalana (y por ende, española) a Francia para seguir usando las estructuras
europeas. Un ejemplo anecdótico pero válido, sería la pretensión que ya circula
por algunos foros independentistas de que el
F. C. Barcelona jugase la liga de fútbol francesa.
No encontrarán este año 2015 en
Internet una noticia o breve reseña sobre la consideración del presidente Hollande
a la “cuestión catalana”. Pues eso, silencio francés; como en un paisaje en las
Landas....
Monotonía de una playa en las Landas. Fuente imagen |
Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador
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