La tecnología nazi que nos permitirá conquistar el espacio

Pruebas en EEUU entre 1946 y 1948 de los cohetes V2 capturados a los nazis
 al acabar la Segunda Guerra Mundial

 

  Por fortuna el desarrollo aeroespacial es una historia lenta y compleja. No es fácil dominar las leyes físicas que anulen la intensa gravedad terrestre para hacer volar artefactos a gran velocidad y con una potencia controlada. Lo digo porque si hubiese sido más sencillo su progreso que otras tecnologías, el régimen nazi hubiera perfeccionado en semanas sus «armas de destrucción masiva», los cohetes V2, y el mundo podría haber entrado en una posible época apocalíptica mucho antes del temido apocalipsis nuclear de la Guerra Fría. Porque en la misma planificación de las bombas-cohetes V2 estaban los científicos alemanes en tecnología atómica

Así, aunque la tecnología nazi que creó los cohetes V2 nos ha permitido tener una carrera aeroespacial para conquistar el espacio, hemos puesto muchas veces a lo largo del siglo XX en peligro de aniquilación a la humanidad con esos artefactos voladores que alcanzan gran altura y velocidad. Un desasosiego ético que dijo tener el mismo Wernher Von Braun (1912-1977), principal director del proyecto científico que creó los misiles V2 para Hitler. Miembro de las SS desde 1940, resultan chocantes los remordimientos posteriores cuando Von Braun era el jefe del proyecto aeroespacial estadounidense que les llevó a la luna. 

  Las V2 son los «padres» de los cohetes de las misiones Apolo y los abuelos de los cohetes de Elon Musk. Estos cohetes supersónicos nazis tenían una tecnología inédita, insuperable en su época, siendo los claros pioneros de los cohetes espaciales. Precedentes de una «era espacial» que ahora se esta revitalizando con la aparición de empresas privadas de multimillonarios empeñados en crear cohetes de ultra-potencia que permitan los viajes espaciales de una manera habitual. Von Braun compartía con el extrovertido Musk, esa ensoñación del niño que imagina volar al espacio. Siendo un adolescente en 1929 entró en la pintoresca Verein für Raumschiffahrt (VfR, Asociación para los Viajes Espaciales), organización semioficial que operaba en una convulsa Alemania de preguerra. 


Captura de pantalla de la web de la empresa de Elon Musk, Space X


Ese impulso de los sueños infantiles en la consecución de los viajes espaciales es tan potente como el mejor de los combustibles creados para cohetes. Para conseguir ese sueño de alcanzar el espacio, Von Braun y su conciencia asumieron límites (consecuencias nefastas) como el de saber que sus cohetes estaban matando a miles de personas en Londres o exterminando a la población de trabajadores forzados (esclavos en realidad) que los construía clandestinamente en unas cuevas de las montañas de Mittelwerk

  Von Braun quiso ser ingeniero aeronáutico-espacial a toda costa, sirviendo a la voluntad bélica del régimen nazi con tal de poder seguir investigando en la naciente ciencia llamada cohetería espacial. Sería la pieza «cazada» más importante de las operaciones Paperclip y Overcoast dedicadas a extraer de Alemania a todos los científicos que habían estado trabajando en esas armas secretas de Hitler; sobre todo las V2 y el proyecto de armamento atómico que se sabía iniciado dentro de ese siniestro régimen


Cuando en 1955 Von Braun se nacionalizó estadounidense, seguro que en el fondo la mayor motivación para aceptar liderar el programa aeroespacial que culminó con la creación de la NASA fue ese sentimiento del niño que soñaba con los vuelos espaciales. Washington se aprovechó de ello, haciendo la vista gorda sobre su pasado nazi. En verdad debió ser juzgado por crímenes de guerra y en vez de eso tuvo millones de dólares a su disposición para cumplir con su sueño de los viajes aeroespaciales

Nunca pensamos en un detalle incómodo, que el viaje a la Luna de la humanidad tuviera un «hacedor» sin escrúpulos y cómplice de la barbarie nazi



© Gustavo Adolfo Ordoño

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