Una Navidad en guerra; los niños que no tuvieron Navidades en sus casas

 

Uno de los trenes usados en las repatriaciones de niños a finales de 1939. La mayoría de los niños evacuados en la Guerra Civil a diferentes países europeos regresaron en la Navidad de 1939. Una parte importante quedó en la Unión Soviética por no tener relaciones la dictadura de Franco con los soviéticos, son los llamados «Niños de Rusia». Imagen de la web de Archivos Estatales 

Se acercan las fiestas navideñas y el ambiente debe adquirir un «aire infantil». La Navidad, estarán conmigo, se vive con intensidad mayor y mejor cuando se es niño. Incluso si en el «mundo adulto» existe una desgracia como la guerra, la llegada de las Navidades obliga a tener cierta actitud ingenua o inocente ante esas fechas. El protagonismo de los niños es natural esos días, por eso resulta algo muy triste que se les prive de ello durante las guerras. En Pax Augusta os contamos dos casos históricos de niños que no tuvieron Navidades en sus casas; un texto que servirá para «recordar» que no es una calamidad del pasado, que probablemente ocurrirá esta Navidad en Ucrania...


  Resulta obvio decir que las guerras no son únicamente batallas en el frente. Desde que se inician trastocan la vida de miles de personas, tanto militares como civiles. Pero esto es algo más evidente desde la llegada de las «guerras modernas», las que implican a toda la sociedad civil. Algo que se experimentó a gran escala en el siglo XX y en el caso que comentamos tuvo sus primeras reseñas importantes en las décadas 1930-1940. Durante la Guerra Civil española (1936-1939) se ha estimado una cifra de 35.000 niños como exiliados huyendo del conflicto. El gobierno de la República llegaría a acuerdos de acogida de estos menores con varios países, más afines a Madrid, pero también muchos padres tomarían iniciativas particulares para poner a salvo de las bombas a sus hijos. Los principales países de destino fueron la vecina Francia y Bélgica, también en menor medida Reino Unido, y los casos singulares de Rusia (URSS) y México

 Se organizaron varias expediciones en barco para evacuar a los menores de 15 años que así lo deseasen sus padres. Fueron organizadas en su mayoría desde el Cantábrico, en el norte de España, con mejor acceso a las costas tanto francesas como británicas. Niños vascos y asturianos serían los más numerosos. Sin duda, la salida que más conmocionó, por su magnitud, fue donde se evacuaron de una vez a más de 1.100 niños desde el puerto de El Musel en Gijón, en una triste madrugada del 23 de septiembre de 1937. Justo este año (2022) se cumplía el 85º Aniversario de ese episodio, tan olvidado en nuestra memoria histórica como todo lo referente al exilio español republicano. El periplo de esta expedición de niños refugiados resultó bastante penosa. 

 Partieron de Asturias en el destartalado buque Dairiguerrme; un viejo carguero habilitado para pasaje que de hecho se hundiría pocos meses después de haber servido en esa evacuación. Con él llegaron a la costa francesa, a Saint Nazaire. Allí hicieron trasbordo al buque de pasajeros soviético Kooperatzia, un mejor barco que les llevó al Reino Unido, remontando el Támesis hasta el puerto de Gravesend. Como el pasaje total suponía más de 1.400 personas, en Londres unos 750 pasajeros son transferidos al buque gemelo, de la misma clase, Felix Dzerjinsky. Juntos, estos dos barcos llegarían a Leningrado (San Petersburgo) el 4 de octubre de 1937. Acompañando a los niños habían viajado 120 educadores, en concreto cien maestras y cuidadoras y veinte maestros. También un indeterminado número de familiares y de refugiados ex combatientes de la República.

Cartel y portada del libro de la exposición "El Exilio de los Niños", que tuvo lugar en el
Palacio de Euskalduna (Bilbao) las Navidades del 2003. Fuente imagen


 Las circunstancias del conflicto en España, sumado al inicio de la Segunda Guerra Mundial, harían muy larga la estancia en la Unión Soviética de esos niños. Al zarpar se les dijo que sería algo temporal, que quizás por Navidad regresarían a sus casas. Finalmente se convirtió en un exilio de 30 años. Muchos de esos niños que partieron de Gijón, a los que se sumarían los llegados desde otros puntos de España, no pudieron regresar a España hasta 1956. Ya no eran niñas y niños, por lo que abundaron las suspicacias del régimen franquista hacia esos compatriotas que habían vivido tres décadas en la «Rusia comunista». Estas personas se aprovecharon del «aperturismo» que se practicaba en Moscú tras la muerte de Stalin y en Madrid desde la incorporación de España a la ONU. De esta manera, la mayoría reclamó a ambos gobiernos su retorno tan esperado. Este exilio ha sido poco estudiado y su singular regreso daría para otras muchas más interesantes investigaciones. Si quieren más información, al final del artículo les indico un enlace a visitar.

 En cambio, el regreso de otros tantos miles de niños a España no tuvo que esperar tanto. Para las Navidades del «histórico» año de 1939 –fin de la Guerra Civil española e inicio de la Segunda Guerra Mundial-  se habían completado muchos retornos; sobre todo de los menores que se habían refugiado en Francia, Bélgica y Gran Bretaña. En resumen, Francia sería el país que más niños españoles acogió, aproximadamente  20.000 menores; el siguiente país con más acogidas, unas 5.000, fue Bélgica; después, unos 4.000 niños llegarían a Inglaterra; sobre unos 3.000 fueron los evacuados a la Unión Soviética (a Rusia y Ucrania principalmente) y Suiza acogería cerca de 800 niños. Ya fuera de Europa, en México, se acogerían a unos 500 niños españoles, los conocidos como Niños de Morelia. También, un número sin precisar acabaría en Estados Unidos, a través de la actividad de organizaciones humanitarias

 Como decíamos, la mayoría acabó regresando a España para la Navidad de 1939. Las repatriaciones habían comenzado en el mismo mes de abril que perdió la guerra la República. Aunque no fueron sencillas, pues las instituciones republicanas encargadas de los refugiados y exiliados, y concretamente la que se ocupó de los menores, la Oficina Central de Evacuación y Asistencia a Refugiados (OCEAR), habían dejado de estar operativas. Era lógica la reticencia del gobierno republicano en el exilio con las nuevas autoridades españolas, vencedoras de la guerra, y aunque se facilitó el reagrupamiento en una misma zona de los niños en países como Francia, la repatriación en sí tuvo que realizarse a través de intermediarios de organizaciones humanitarias como la Cruz Roja


Evacuación de niños en Londres durante la Navidad de 1939 


 Justo en esas fechas del diciembre de 1939 transcurre el otro caso histórico de masivas evacuaciones de niños que queríamos contar. Hacía poco más de tres meses que estalló la Segunda Guerra Mundial y en Londres se vivía una auténtica angustia por la amenaza de los posibles bombardeos de la Luftwaffe. Desde el 3 de septiembre que el Reino Unido declaró la guerra a Alemania por su invasión de Polonia, las costas británicas fueron evacuadas de civiles en previsión de un ataque combinado aéreo y naval. Pero sería en la gran metrópoli londinense que las evacuaciones, tanto oficiales como voluntarias, cundieron ante el temor de perecer bajo las bombas nazis. La más penosa, por suponer una drástica separación de las familias, fue la evacuación de los niños de Londres

 Fue durante la Navidad de 1939 que se culminó esa evacuación de menores en Londres. La cifra estimada es, nada menos, de 850.000 niñas y niños evacuados a la campiña inglesa para salvarse de los bombardeos nazis sobre la metrópoli británica. Serían enviados con familias de acogida a la Inglaterra rural, mientras sus padres se tuvieron que quedar a pasar las que parecían ser las últimas Navidades «normales» en Londres. Porque transcurridas las semanas no se habían producido ataques de la Luftwaffe, ni grandes batallas terrestres en el continente, los londinenses aún tenían ganas de afrontar con ánimo esa Navidad de 1939. Las tiendas de comestibles estaban repletas, el racionamiento no llegaría hasta 1940, y se consumía más como era lo habitual en esas fechas. Hoteles y restaurantes de lujo agotaban sus reservas para fiestas y cenas navideñas. Sin embargo, la única sombra en todas esas «luces de Navidad» era muy triste. Como recogió un periodista en The Guardian el 23 de diciembre de 1939, resultaba penoso ver los escaparates de las jugueterías vacíos porque Londres se había quedado sin niños. 

Y qué hay más triste que una Navidad sin los peques de la casa...


[Fuentes de los datos aportados: 

Niños de Rusia y el Centro de Información Documental de Archivos (CIDA) ]


Gustavo Adolfo Ordoño ©

Historiador y periodista

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