Vista aérea del Valle de los Caídos, aún mausoleo de Franco |
La
historia suele juzgarse desde los valores del presente y eso no debería ser
malo ni bueno, aunque siempre suele ser erróneo. Otra cosa es interpretar y
entender un pasado desde premisas interesadas, que atienden solamente a unos
intereses presentes y que pueden desvirtuar la aproximación a la verdad o
realidad de esos hechos históricos. Cuando el contexto es bélico, incluso
agravado por ser un conflicto de índole civil, la realidad del pasado a
gestionar puede ser muy incómoda; hasta indignante para muchas personas. Ha
sido y es, el caso del Valle de los Caídos, convertido en su mausoleo
por el propio dictador que lo mandó construir, Francisco Franco.
Es
noticia hoy que el nuevo gobierno español, del presidente Sánchez, se
plantea recuperar la propuesta de una comisión creada a finales de 2011 para
que ese monumento donde reposan los restos del dictador pase a ser un museo
para la memoria histórica de todas las víctimas de la guerra civil, sin
favoritismos para un bando como ocurría ahora. Para ello, lo primero es exhumar
los restos de Franco, así el lugar dejaría de ser el mausoleo del máximo
responsable de la muerte de los que, paradójicamente, descansaban el sueño
eterno con él. Es de una lógica demoledora, frente a los que defienden que la
historia hay que dejarla como está.
La
historia nos ha llevado a estar en democracia y el motivo de ese monumento se
pervirtió desde el mismo inició de su construcción y con el uso final de
mausoleo que le dio el franquismo, quizás su “última orden”. Si la historia hay
que dejarla como está, estamos en democracia con una Ley de Memoria Histórica
de obligado cumplimiento que exige suprimir cualquier “expresión” de la
dictadura. Y la mayor expresión es tener, todavía, un monumento a la honra de su
dictador. Afrontar pasados traumáticos resulta difícil pero no imposible para
sociedades que sean democracias consolidadas.
¿Existen otros países con mausoleos de dictadores contemporáneos?
Se
hace el matiz de ‘dictadores contemporáneos’ porque las consideraciones históricas
que se deben tener en cuenta son las que influyan de forma más próxima a las
sociedades con esa cuestión. Muchos defensores de que los restos de Franco
sigan en el Valle de los caídos hacen comparaciones odiosas con personajes como
Napoleón Bonaparte. El caso francés no es comparable, aunque tenga un
hermoso mausoleo en pleno centro de París, en el Palacio Nacional de los Inválidos (bastante anterior a Napoleón, siglo XVII), porque el
emperador no cuadra aún con el prototipo de dictador contemporáneo. Su
proceder, aunque autoritario, era más propio de monarcas de la Edad Moderna que
deseaban ostentar el título de sacro emperador romano de Europa. La diferencia
del primer Bonaparte es que lo ostentó y lo ejerció como poder.
Mausoleo de Napoleón Bonaparte |
Se
han dado casos de incómodos monumentos dedicados a una figura
determinante y autoritaria en la historia de otros países, como serían los que
aún existen en el Reino Unido del controvertido Oliver Cromwell (1599-1658).
Este personaje supone el único caso de republicanismo en la larga historia monárquica
de Gran Bretaña, aunque no se puede decir que su gobierno fuese una república (él
era un Lord) y su figura y gobierno han sido considerados desde “proto-fascista”
hasta “proto-revolucionario comunista”. En mi opinión, los monumentos que perduran
de Cromwell no están levantados para honrar su memoria; son
circunstanciales, para “rellenar” el hueco que ocupaba en la historia, como la
estatua que tiene en la fachada del Parlamento del Palacio de Westminster, igual que otros tantos
parlamentarios como él lo era.
Estatua de Oliver Cromwell en el exterior del Palacio de Westminster, Londres |
Por eso, hablar de mausoleos de
dictadores contemporáneos nos llevaría a los casos más notorios de China,
Rusia y Corea del Norte. Ahora las suspicacias son evidentes, todos son países
con pasado comunista. Cuando se levantaron esos mausoleos en esas sociedades no
capitalistas, el mundo estaba claramente dividido en dos bloques ideológicos.
Esas figuras del pasado comunista eran, además, los fundadores de esos Estados.
Imposible verles por sus coetáneos como dictadores. Pero la historia, el paso
del tiempo, les ha puesto en su sitio:
- Mao Tse-Tung está enterrado (1973 y es venerado aún) en el Mausoleo del Presidente Mao, en el centro de la Plaza de Tian'anmen (Pekín), justo donde antes se levantaba la Puerta de China y que fuera la entrada sur de la Ciudad Imperial durante las dinastías Ming y Qing.
- Kim Il-sung, el
fundador de la actual República de Corea del Norte, está enterrado con su
hijo y sucesor, Kin Jong-Il, en el mausoleo del Palacio del Sol de
Kumsusan.
- Josef Stalin, fue embalsamado a su muerte en 1953 y colocado en el Mausoleo de Lenin, que entre 1953-1961 se conoció como el Mausoleo de V.I.Lenin y Y.V.Stalin. En 1961, comienza una etapa de revisión de la figura y des-estalinización, aprobándose en el XXII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética que el cuerpo de Stalin fuera retirado del Mausoleo y enterrado en una tumba cerca de la Muralla del Kremlin, donde poco después se levantó un monumento sobre la tumba.
Gustavo
Adolfo Ordoño ©
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