Curiosa foto de los inicios de la huelga de camareros en 1934, patronal y trabajadores dispuestos a hablar. Fuente de la imagen: archivos digitales de acceso público de la BNE |
La profunda crisis económica mundial iniciada hace una década, ha descosido el tejido laboral en muchos países. Las nuevas tecnologías y uno de sus engendros, la “economía colaborativa”, acabaron con tradicionales tipos de trabajos, como la industrialización hizo hace siglo y medio con las labores artesanales. En las economías capitalistas más avanzadas, cada vez es más complicado ganarse la vida fichando ocho horas en una industria de manufacturas o de producción. Ese trabajo lleva décadas “deslocalizándose” para que lo realicen personas que viven en países de economías emergentes. Eso sí, lo hacen por sueldos más bajos y en jornadas de 15 horas
A
inicios del siglo XX también se dio un periodo de transformaciones en las
maneras de trabajar y en las relaciones laborales. Los movimientos obreros
buscaban puntos de apoyo en las ideologías que nacidas en el siglo anterior
(siglo XIX), ahora se ponían en práctica en forma de partidos políticos o
sindicatos. Curiosamente, o no tanto si reflexionamos en ello, los trabajadores
que fueron más protagonistas en las primeras huelgas generales o de cierta magnitud,
serían los de oficios muy apegados al pasado artesanal y de manufactura. Panaderos,
camareros, hilanderas y costureras, por ejemplo, encabezaron muchas de las
manifestaciones obreras en todo el mundo. No tener pan recién horneado, no ser
atendido a la hora del té o no poder cambiar de vestido al llegar la primavera,
suponían graves trastornos para la nueva clase social dominante: la burguesía
urbana.
Cuando los camareros españoles consiguieron un sueldo y no vivir de las propinas gracias al sindicato anarquista de la CNT
España
no iba a ser ajena a estas circunstancias históricas que se estaban dando en
los países subidos, antes o después, al tren de la revolución industrial.
Desde el congreso fundacional de la Primera Internacional de los
Trabajadores de Londres en 1864, la actividad sindical tendría
un debate enquistado entre llevar al movimiento obrero por la línea del
sindicalismo de gestión (político) y el sindicalismo de acción (ceñido a la
idea de acción directa del anarquismo). En eso España no sería diferente, y el
pulso se daría entre la Unión General de Trabajadores (UGT), adscrita al
PSOE, y la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), resultado de
organizar durante las primeras décadas del siglo XX al movimiento obrero
anarquista en España.
Los
camareros (a los que se sumaban los cocineros) participaron en todas las
huelgas que se convocaron en España desde la ‘General’ fracasada en 1919. Con
la llegada de la Segunda República en 1931, los movimientos obreros y
sindicales de “acción” eran mayoritarios. La CNT había logrado quitarse el tópico
de ser un sindicato solo eficaz en el mundo rural y entraba con interés y gran
acogida en sectores urbanos como la construcción y la hostelería de Madrid.
Así, los
camareros se pusieron en huelga en el Madrid de diciembre de 1933, en un
tenso ambiente político tras la victoria electoral de la derecha agrupada en la
CEDA de Gil-Robles. Esa «anunciada» en el ambiente político victoria de la derecha fue advertida y avisada constantemente por la CNT en su prensa como una amenaza grave para los
exiguos derechos y beneficios conseguidos por los trabajadores en los primeros
años de la República. La huelga de hostelería en Madrid sería de proyección
nacional, una reivindicación para todo el país.
En
principio, como se aprecia en la fotografía del periódico Luz, diario de la
República, tanto la patronal como los trabajadores se mostraron
predispuestos al diálogo, reuniéndose ambas partes por separado para luego
iniciar las negociaciones. Sin embargo, el conflicto se alargó tanto que en
realidad Madrid estuvo sin camareros y buena parte de cocineros en el invierno
de 1934. A finales de febrero de ese año, gracias a esa «acción directa» promovida por los sindicalistas anarquistas mayoritarios en la hostelería,
de prolongar la huelga, se consiguió forzar el objetivo principal de sus
reivindicaciones: tener un sueldo básico y no vivir de las propinas, la
caridad de los clientes. Una de las huelgas más largas vividas entonces en España, de tres meses (diciembre 1933-febrero 1934), se desconvocaba.
Gustavo
Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista
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