«PAX»
En sangre y en llanto está la tierra antigua.
La Muerte cautelosa, o abrasante
o ambigua
pasa sobre las huellas
del Cristo de pies sonrosados
que regó lágrimas y estrellas.
La humanidad, inquieta,
ve la muerte de un papa y el
nacer de un cometa
como en el año mil.
Y ve una nueva torre de Babel
desmoronarse en hoguera cruel
al estampido del cañón y del fusil.
«¡Matribus detestata!» Madre
negra
a quien el ronco ruido alegra
de los leones: Palas,
odiosa a las dulces mejillas,
puesto que das las flechas y las
balas;
abominada seas
por los corrientes siglos y
fugaces edades,
porque a pesar de todo, tus
fuertes potestades
sucumbirán al trueno de oro de las ideas.
Amontonad bibliotecas,
poblad las pinacotecas
con los prodigios del pincel
y del buril y del cincel.
Hace la evocación de Homero,
Vinci, Dante
para que vean el
espectáculo cruel
desde el principio hasta el fin:
¡La quijada del rumiante
en la mano de Caín
sobre la frente de Abel!...
..........................................
Se grita: ¡Guerra Santa!
acercando el puñal a la garganta,
o sacando la espada de la vaina;
y en el nombre de Dios,
casas de Dios en Reims y Lovaina
¡las derrumba el obús 42!...
¡No, Reyes! Que la guerra es
infernal es cierto;
cierto que duerme un lobo
en el alma fatal del adanida;
mas también Jesucristo no está
muerto.
¡Y contra el homicidio, el odio,
el robo,
Él es la Luz, el Camino y la
Vida!...
.........................................
¡Emperadores! ¡Reyes!
¡Presidentes! la hora
llegará de la Aurora.
Pasarán las visiones de Durero;
pasarán de Callot los
lansquenetes,
los horrores de Goya, el
visionario,
en la memoria amarga de la
tierra.
Pasará de la guerra el tigre
fiero,
se olvidarán obuses y mosquetes,
y ante la sacra sangre del
Calvario
se acabarán las sangres de la guerra.
Rubén Darío (1867-1916)
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