Jim Thorpe, el nativo americano héroe en las Olimpiadas de 1912 y su injustamente olvidada historia como uno de los más grandes atletas de Estados Unidos |
Que el gran actor, estrella de Hollywood, Burt Lancaster interpretase en una película de 1951 al atleta y jugador profesional de fútbol americano Jim Thorpe puede hacer creer que su historia no fue tan olvidada y que pasó a ser un célebre personaje del deporte estadounidense. No es así, la misma producción cinematográfica, aunque una oda a sus logros deportivos, también apuntaba la parte más trágica de una biografía deportiva nunca bien reconocida del todo. La vida de este indio americano, de la tribu Fox-Sauk, no fue nada fácil a pesar de sus grandes dotes de atleta que le abrirían muchas puertas cerradas a sus congéneres indios. Depresiones desde su juventud, iniciadas con la muerte de su hermano gemelo o ya en su edad adulta por el fallecimiento de su hijo fruto de su primer matrimonio, pues se divorció y casó tres veces. Además, errores en su carrera deportiva que le llevaron a perder las medallas olímpicas ganadas completaron una caída del ídolo con pies de barro
El rey sueco Gustavo V tuvo el detalle de bajar a la pista para estrechar la mano de ese atleta nativo americano que sorprendió al mundo en las duras pruebas de pentatlón y decatlón. Ganaría el oro en esas dos disciplinas y diplomas olímpicos en las pruebas de salto de altura (4º puesto) y en el salto de longitud (7º puesto). Regresó a EEUU como uno de los héroes del equipo olímpico americano, administrando mal su conseguida fama y prestigio deportivo al ser un hombre muy introvertido. Un periodista quiso conocer más sobre la vida de este «Gran Jefe» y descubrió los errores que ingenuamente Jim Thorpe cometió en su etapa universitaria y que tanto le trastornarían tras su éxito olímpico. Como universitario no podía cobrar dinero por su actividad deportiva, que debía ser amateur. Jim se inscribió con su nombre auténtico en la liga profesional de béisbol temporada 1909-1910 donde cobró 70 dólares semanales jugando para un modesto equipo.
Muchos universitarios deportistas amateur jugaban a nivel profesional pero hacían la trampa de inscribir su ficha con el nombre de un pariente mayor o con nombre falso. Jim Thorpe era un hombre honesto de extracción humilde que necesitaba el dinero para vivir y no se percató del error, todas sus licencias fueron con su nombre y edad reales. Así, al periodista no le resultó difícil encontrar esa «irregularidad» en su historial deportivo. Hay que recordar que en las Olimpiadas modernas (en esa época, luego cambió en los años 1980) el deporte debía ser amateur, estaba restringido a los profesionales. Los artículos sobre Thorpe, además, tenían el claro sesgo racista latente contra los indios. La Asociación de Atletismo Amateur Americana le quitó su licencia y el Comité Olímpico Internacional le retiró sus medallas. Sería el comienzo de la mayor depresión personal de Sendero Brillante (Jim Thorpe), solo compensada por haber militado en todos los equipos profesionales posibles para seguir viviendo del deporte.
Jim Thorpe en su época de esplendor como atleta olímpico |
Cumplidos los 40 años, Jim Thorpe se tuvo que retirar del deporte profesional. A esa edad y en esa época no existían apoyos sociales para las viejas glorias deportivas. Tuvo que asumir su retirada que coincidió con la muerte de su primer hijo, lo que le desequilibró más emocionalmente. Introvertido y con dificultad para expresar sus sentimientos, cayó en el alcoholismo; lacra de la comunidad indígena estadounidense. Sobrevivió con trabajos diversos y precarios, como peón de caminos. Acabó casándose tres veces y tuvo ocho hijos. Una de sus hijas contó a la prensa del año 1983, cuando el Comité Olímpico Internacional con Juan Antonio Samaranch a la cabeza comenzó su rehabilitación olímpica que le devolvió las medallas, una conmovedora anécdota sobre la verdadera personalidad de su padre.
Grace Thorpe, una de las hijas pequeñas de Sendero Brillante, contó que en 1951 el año después de que su padre hubiera vendido los derechos de su biografía a la Warner Bros. por unos escasos 1.500 dólares para hacer una película, su padre le visitó. Ella vivía en un pueblo en las afueras de Nueva York y Jim le pidió alojamiento por unos días para preparar un viaje de negocios a la gran ciudad. Según cuenta Grace apenas hablaron de ello, ni de la película recién estrenada sobre su vida. Discreto como siempre, se le notaba acomplejado por sus episodios de alcoholismo vividos delante de sus hijos, por lo que evitaba la conversación.
Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista
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