EUROPA, la más deseada CIVILIZACIÓN y la BARBARIE más constante

 

Polémica puesta en escena del «Rapto de Europa», usando un toro blanco de mil kilos en una moderna adaptación de la ópera de Schönberg, Moisés y Aarón


 He estado leyendo mucho sobre la Guerra de Ucrania. Más que nada porque sigo molesto por la perplejidad que me causó y necesito encontrar consuelo “racionalizando” todo lo que pueda esta sinrazón. ¿Cómo puede existir un conflicto bélico de alcance mundial tan adentrado ya el siglo XXI? Es una cuestión hecha por mucha gente, sin ir más lejos el mismo secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, en su reciente visita a Kiev.  Todos los informativos que veo me producen una extraña conjuntivitis. Elimina los colores de las imágenes recientes de la guerra y mutan en fotografías en blanco y negro del asedio de Stalingrado o de la toma de Berlín en la década de 1940.  

Analizar que Europa sufre en pleno siglo XXI una guerra propia de la geopolítica mundial de mediados del siglo XX, es una tarea incómoda, incluso ingrata, para un europeo. Ya sea una persona bien informada o un europeo medio con poco interés por su contexto socioeconómico. A fin de cuentas vive en el mejor lugar del mundo para vivir, si no lo hace en Estados Unidos o Canadá. Sí, a pesar de la invasión rusa de Ucrania y de la barbarie que ha provocado en suelo europeo, la Unión Europea (y el Reino Unido) y su sistema de vida, su modo existencial, es el paraíso terrenal al que se aspira. En ninguna otra parte del mundo, ni en los mencionados EEUU, existen tantas garantías de apoyo social como en la Europa desarrollada. Garantías que –no sean hipócritas- ayudan bastante en esto del vivir día a día. 

Entre todas esas lecturas sobre la guerra en las que buscaba “reparación mental”, siempre me atraían las que hacían referencia a esa paradoja de ser Europa la civilización “más civilizada” y desarrollada pero la que de manera más constante sufría la barbarie de las guerras. No en vano, se cumple el 30 aniversario de un conflicto también crucial y determinante a nivel internacional como fue la llamada Guerra de Yugoslavia. Supongo que el lector atento estará esperando todos los matices que sobre esa paradoja existen y que la hacen menos “razón contradictoria”. Incluso, si nos ponemos en plan odioso usando las comparaciones con otros continentes veríamos que no hay tal paradoja. 

Un cartel de propaganda nacionalista en la Guerra de los Balcanes iniciada en 1992


De todas formas, sí que es una reflexión a tener en cuenta porque sus raíces conflictivas son profundas y darán cada cierto tiempo (aunque sea “largo” de 30 o 50 años), si no se arrancan, frutos muy problemáticos. Tanto como otra potencial guerra. El modelo de vida europeo (occidental), sea ahora para los críticos una versión europeizada del sistema de vida estadounidense, es la realidad vital que se impuso tras la desaparición del bloque soviético y que acabó siendo una entelequia para la mitad de Europa (y en el resto de continentes, en su versión made in USA, también para sus otras “mitades”). Algunos países de esa mitad europea con su modelo de vida derribado lograron ir acercándose y entrar en el “paraíso terrenal” (en este caso la Unión Europea, UE). 

Sin embargo, Rusia, que era el país más grande y trascendental del sistema desaparecido, no supo o no quiso entrar en ese “paraíso terrenal”. Prefirió tan sólo acercarse y disfrutar del oropel que todo “cielo” posee. El capitalismo entró de la manera más salvaje que puede entrar en economías no capitalistas, de la mano de oligarcas. Y cuando se quiso poner freno a lo que ya era la mayor plutocracia mundial, se empleó al ultra nacionalismo para recuperar unas esencias perdidas pero que, en el fondo, no se sabía cuándo y por qué. Se impusieron las esencias conocidas más nacionalistas y populistas, las que añoraban muchas generaciones de rusos –como la del actual presidente Putin- y que se encuadraban en periodos de esplendor y gran poder de Rusia. El más reciente el de la Unión Soviética

Y no sabemos si es por envidia o por cualquier otro recelo envenenado, pero el ruso que ostenta el poder no iba a permitir que otros “rusos” (a los ucranianos les consideran los rusos del oeste) entrasen al “paraíso terrenal”. Herejías, las justas.

 

Pax Agusta © 

(Editorial)

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