¿Y si lo que está avanzando es la «democraciafobia»?

 

Pueblo y senado. Derecho romano. Democracia que acabó en imperio


  Puede que no sea algo exclusivo de España, pero las elecciones municipales en este país siempre remueven la estabilidad política general. Pasó nada menos cuando la proclamación de la Segunda República, que se hizo porque fue evidente hasta para el rey Alfonso XIII que había ganado la opción republicana en unos comicios municipales y provinciales. Ha pasado varias veces en la recuperada democracia con la Constitución de 1978, siempre que la victoria del partido de la oposición haya sido arrasadora en las locales. Eso ha obligado a reaccionar a los gobiernos centrales, a sus presidentes obviamente. Que si tienen un verdadero sentido democrático de la política les conmina a un adelanto de elecciones.

Cuando estaba escribiendo este editorial para su semanario digital preferido sobre «Civilización y Barbarie», el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, hacía una declaración institucional donde informó al país del adelanto de elecciones. Es algo que pueden constitucionalmente, una prerrogativa, hacer los presidentes de gobierno. Pero en esta ocasión está resultando una replica mayor del «maremoto», nombre con el que han bautizado a la aplastante victoria de la derecha en los comicios locales, vivido ayer domingo 28 de mayo. Tanta es la repercusión, que hasta ha afectado a lo que tenía en mente escribir.

 Quería incidir en una sensación alarmante (porque me alarma a mí y a muchas personas) sobre el auge del populismo. Una tendencia apreciada en todos los signos políticos, hasta en los que se dicen moderados, durante estas últimas décadas del siglo. ¿Será el siglo XXI el triunfo del populismo en su versión más partidista? Me explico. Parece que muchos partidos políticos en lugar de programas electorales enfrentados a otros programas de sus rivales en las urnas, tienen un simple listado de propaganda política al gusto de su «pueblo» (votantes). En un programa electoral, hasta del partido que votas, deberías poder encontrar medidas en las que no estés al cien por cien de acuerdo. Serían concesiones a la diversidad, me repele el «pensamiento único».

Sin embargo, no sé si será el miedo a perder democráticamente (¡!) en las urnas o qué será, será, pero muchas veces se dicen (pucherazo electoral, compra de votos...) y hacen cosas nada democráticas, «a la carta» política, para conseguir ese nicho de votantes que no te convierta en un «miserable perdedor». Lo malo es cuando otro partido se «apodera», con más crédito popular que tú, de esas cosas -populistas-  y se te adelanta poniéndose en la cresta de la ola del maremoto electoral. Dan igual los proyectos políticos, conservadores o progresistas, lícitos en democracia; lo que importa es subirse a la ola del populismo. 

 Por eso me preguntaba si lo que está avanzando -en auge-  es la «democraciafobia». Una palabreja que me he inventado para denunciar cosas como cuando la izquierda llama tontos a los votantes por haber «votado en masa» a la derecha. O para denunciar el uso mezquino de la derecha de un trauma histórico como ETA, contra los partidos de izquierda y sus votantes porque acuerdan entre ellos -lícitamente- la aprobación de leyes en un parlamento democrático. En fin, quizás les parezca propio de un ingenuo lo que les digo pero el adelanto de elecciones del presidente Sánchez me parece propio de un verdadero demócrata; de esos que no tienen miedo a perder en las urnas. Y, recuerden, según los pedantes y puristas políticos, los ingenuos ganan elecciones. 

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