Vendedor de armas

Un fusil de asalto. Un arma concebida para la tropa profesional en una guerra que irracionalmente se vende en Estados Unidos con suma facilidad

 
 Viendo un reportaje-documental sobre los comerciantes de armas me impresionó la profesionalidad del comercial demostrador. El tipo en cuestión podría pasar por un profesor de química en cualquier instituto de enseñanza. No es es que esperase a un individuo fornido de dos metros con aspecto de neonazi, pero me chocó la pulcritud de movimientos y vestimenta (todo de negro) del vendedor de armas, que hacía la demostración de la ametralladora pesada M2 (el arma estrella de la Fábrica Nacional Belga, en Herstal) como el que te enseña un coche utilitario. "Y este es el freno de mano, esta la palanca de cambios...muy suave". Pero en realidad no abría la boca, se limitaba a cargar y montar el "bicho" y a disparar, destrozando los blancos que tenía a unos metros. Bueno, al terminar la demostración dijo algo esencial: eso lo puede hacer -pulverizar- con cualquier objetivo, infantería, tanques, blindados... 

También aseveraba, con parcas palabras, que si una demostración salía mal la venta no se hacía y de nada valían sus explicaciones. Ahora se entiende que fuese un vendedor casi mudo. Lo importante era la cadencia de tiro, la eficacia mortífera de su producto. Su discurso no se puede encasquillar. La centenaria FN (Fábrica Nacional de Herstal) forma parte de la historia. Una pistola suya, producto que desbancó al mítico revolver del oeste americano, ha sido uno de los objetos más vendidos y usados en el mundo. La Pistola FN Browning de 1910, calibre 9 mm, fue la usada por el joven terrorista serbio, Gavrilo Princip, en el atentado de Sarajevo contra el archiduque heredero del trono imperial austro-húngaro, hecho que detonó la "caja de bombas" europea comenzando la I Guerra Mundial, en junio de 1914. Es un arma excelente, dicen los expertos, y aún se puede ver circulando por el mundo y haciendo sus "servicios".

          FN Browning 1910. Foto museo de armas de la FN.

En el reportaje los directivos comerciales de FN se mordían los labios de rabia (eso sí, de forma muy fina y flemática) porque el gobierno belga había detenido una venta multimillonaria (12 millones de euros) de armas ligeras y pesadas a Libia. Era el año 2009, Gadafi estaba en el poder y en el periodo más dulce de su "reinado"; había conseguido las simpatías de media Europa por su petróleo y su nueva imagen de líder islámico moderado. Los vendedores de armas belgas no entendían los reparos éticos de sus gobernantes, ya que Francia, por ejemplo, acababa de cerrar un ventajoso acuerdo con el líder libio. Su baza para presionar al gobierno era el empleo. La fábrica de armas da de comer a más de 3000 familias en Bélgica, si la operación no salía empezarían los despidos. Al final la crisis económica pudo más que la ética y la imagen exterior de Bélgica y la venta se realizó.

La "suerte" es que esas armas fueron usadas exactamente como sospechaba el gobierno belga y por eso las paralizó en el almacén de FN durante un tiempo. No querían dar el permiso de venta porque se sospechaba, correctamente, que Libia las revendía a países con bloqueos (Siria, Irán, Corea del Norte...) y a grupos terroristas. Y digo suerte porque, como todo el mundo conoce, en 2011 el este de Libia se rebeló contra el tirano libio y comenzó una guerra civil hasta derrocarlo. Viendo el desarrollo del conflicto, está claro que el, en un principio, "temido" ejército libio no contaba con muchas de estas sofisticadas armas de fabricación belga y que los aviones de la OTAN hicieron bien su trabajo. Sin embargo, esos 12 millones de euros de esa estupenda "demostración" comercial en 2009 deben estar repartidos con sus mortíferos servicios por medio mundo donde existen conflictos abiertos. El autoconsumo en estos países fabricantes "civilizados" para su defensa no es suficiente negocio. ¿Vender o no vender? Esa es la cuestión.


Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador

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1 Comentarios

  1. Hola Gustavo. Me parece que tocas un tema bastante interesante. Creo que el vendedor acaba abstrayéndose del producto y del mercado. ¿Si el producto es para bien o para mal? Todo depende del uso. No creo que un representante de vinos de La Rioja piense que pueda estar vendiendo un producto que acabará alcoholizando a un cliente y provocando un accidente mortal. Los fármacos curan, pero también hay quien se quita la vida con ellos voluntariamente, accidentalmente o con una mala administración/reacción. ¿Que decir de un vehículo de alta gama? ¿Máquinas tragaperras? ¿Tabaco? ¿Productos hipercalóricos? ... El vendedor de armas dormirá más tranquilo pensando que vende un producto legal, que paga sus correspondientes impuestos y que puede ser utilizado para salvar vidas por la policía, para evitar saqueos, para controlar la paz. Luego la realidad será la que tenga que ser.
    Aprovecho para enviarte un saludo y mantenerte abierta la invitación a participar en mi blog.
    www.laventadesdelastrincheras.com

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