La prensa y la democracia: Aniversario del Watergate; Trump y el incómodo cuarto poder

El presidente Nixon, responsable principal del caso Watergate

Contaba el célebre y veterano Jesús Hermida, que fue el periodista que cubrió la noticia del Watergate para una España gris, sin democracia, que en EEUU y en Europa occidental aumentaron las matriculaciones en las universidades de Periodismo. El espectacular caso de investigación periodística, seguido en todo el mundo y conocido como Watergate, motivó a muchos universitarios que quisieron emular a esos justicieros, descubridores de las más oscuras vergüenzas del poder, Carl Bernstein y Bon Woodward, los periodistas del The Washington Post. La profesión de periodista era un oficio de prestigio, considerado esencial para el desarrollo democrático de una sociedad.


45º Aniversario del caso Watergate 


Desde que en 1972 un aparente robo de poca monta de documentos en el edificio Watergate, sede del Partido Demócrata, se convirtió en el hilo de una compleja trama, hasta la dimisión del presidente Nixon en 1974, Carl Bernstein y Bon Woodward llenaron las páginas del diario capitalino de crónicas exclusivas en una apasionante serie de reportajes de investigación. Estos trabajos significaron un hito para la profesión de periodista. Marcaron una línea a seguir en un género que desde entonces ha tenido muchos casos, aunque ninguno tan relevante como éste: supuso la dimisión fulminante de todo un presidente de EEUU.

La investigación profunda, que te lleva a fuentes fiables como el confidente de Bernstein y Woodward, "Garganta Profunda" (también título irónico de una película X), resulta en los últimos tiempos mucho más compleja porque todos los medios se han visto afectados por la crisis económica y el cambio de modelo de negocio. La prensa tradicional en su paso a digital sigue sin encontrarse cómoda, le cuesta más defender su "independencia". Los largos reportajes, los textos en profundidad, no casan bien con el ritmo de Internet. El periodismo se ha desprestigiado como oficio con una función social y vive sus peores momentos. Hagamos una comparación odiosa:

Hace poco tiempo, los historiadores del periodismo lograron destapar que fue el vicedirector del FBI, Mark Felt, la famosa 'Garganta Profunda' que ayudó a Carl Bernstein y Bon Woodward a completar la investigación del caso Watergate. Hoy día, se filtra a Internet antes que a un medio de prestigio la información de que Michael Flynn, asesor de seguridad nacional del presidente estadounidense, Donald Trump, dimite con apenas 20 días en el cargo tras las revelaciones que le convertían en un mentiroso. Había tenido conversaciones comprometidas para la seguridad de EEUU con diplomáticos rusos de primer nivel. Una información que bastaría para tirar del hilo y profundizar en posibles investigaciones sobre las acusaciones de injerencias rusas en el entorno de Trump. Unos hechos que si se confirman pueden llegar a niveles de gravedad del alcance de perjudicar al proceso democrático en Estados Unidos. Nixon se vio obligado a dimitir por menos.


Trump, un mes en el poder y el miedo a un Watergate 



Donald Trump en una de sus últimas ruedas de prensa. Fuente imagen

Una investigación periodística así de relevante debe llevar o es preferible que lleve detrás un medio de prestigio. Los formatos de radio y televisión también realizan reportajes de investigación, pero se echa en falta una "cabecera", como se decía antes, que lidere este ejercicio de libertad que supone el trabajo periodístico en democracia. La prensa de papel en su transformación digital, impuesta por la globalización y la nueva revolución tecnológica, se ha tenido que apoyar en grandes grupos -mediáticos- de interés. Y la nueva prensa que nace ya digital parece que aún debe demostrar que puede recuperar ese perdido prestigio del "Cuarto Poder". En la necesaria transformación, esperemos que no se olvide esa necesidad de volver a prestigiar al oficio de periodista.

Porque son tiempos duros para el ejercicio del periodismo, no sólo por los cambios tecnológicos, los bajos o inexistentes salarios, el intrusismo de Internet; también por la soberbia del "integrismo populista" que ha llevado al máximo poder a un empresario multimillonario no preparado para gobernar. Los ataques, insultos y agravios contra la mayoría de la prensa, personalizados en las ruedas de prensa de Donald Trump cuando increpa a los periodistas que le preguntan, no son gratuitos. En el fondo, Trump y su equipo de asesores saben de la influencia que sobre la opinión pública mantienen (por muy decadentes que estén) los tradicionales medios de prensa.

Se ha dicho que la masa de votantes de Trump son los consumidores de esa información barata y rápida de Internet, que encuentran en infinidad de webs y redes sociales, y que los medios de prestigio no les influyen. Sin embargo, porque ya ha ocurrido, si uno de ellos destapa una 'verdad de calidad', arrastrará consigo a todos los medios de comunicación. Seguro que es lo que teme Donald Trump, lo que dice mucho del personaje. Ser presidente de los Estados Unidos pensando cada día en Watergate.


Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador 

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