Historia de la democracia en España: «en España no ha habido democracia»; algo dicho por unos y otros

Votaciones de 1978 en España


 Si existe algún lugar del mundo donde sea más fácil negar una evidencia ese lugar sería España, sin duda. Con la corrupción suele ocurrir, pero con algo tan importante para cualquier sociedad que se considere desarrollada también ocurre. Me refiero a la democracia. Así, a vista de pájaro, muy por encima, podríamos resumir los auténticos periodos democráticos españoles en la Segunda República de 1931 y en la aprobación en 1978 de la vigente Constitución. Pobre balance, es la primera impresión. Aunque, para más inri, ambos periodos han sido cuestionados siempre. 

El primero, la República, ha sido difamado como sistema democrático por la extrema derecha española y, sin exagerar, por la misma derecha democrática que entró en el juego parlamentario desde 1976. Los argumentos difamatorios versan sobre que comunistas y anarquistas no eran demócratas y que durante la guerra civil, sobre todo, controlaron el poder político. El segundo periodo, la Transición democrática y su resultado, un Estado moderno y democrático a partir de los años 80, está siendo cuestionado desde hace años, sobre todo en esta última década con la llegada de la profunda crisis económica. 

 En la actualidad, ahora mismo, el asunto independentista catalán y los casos de corrupción de políticos, han dado argumentos contundentes (al menos en apariencia) a los que denuncian un grave déficit en los niveles democráticos de los poderes (ejecutivo, judicial y legislativo) e instituciones del Estado español. Los hay que directamente niegan que España sea una democracia. Así de tajantes, aunque su afirmación parta de posturas políticas con evidente carestía democrática. Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces, es el único resquicio lúcido que logró sacar de mi reflexión sobre el asunto.

Historia de la democracia en España, ¿una historia para escépticos?


Para vencer al escepticismo y al exacerbado sentimiento negativo hacia nuestra historia, deberíamos siempre acudir a los hispanistas extranjeros. De otra manera, y si nos limitáramos a la "sabiduría popular" que ha extendido Internet por el mundo entero o a algunos historiadores españoles que atienden intereses nacionalistas varios, la conclusión sería rápida: en España nunca ha habido democracia. Pero vamos a demostrar que no es necesario ser tan pesimista y apuntar que existe sobrada bibliografía de historiadores españoles ocupada en la tradición liberal y democrática española, que se remonta en el tiempo más allá de lo que pensarán los escépticos.

La Libertad guiando al pueblo, pintura de Delacroix de 1830


 Una de las primeras cosas que deberían hacer los alojados en el escepticismo es arrojar el lastre de los tópicos y prejuicios. Interpretar la historia de la cultura democrática en España desde el "presentismo" es una trampa argumental muy dada. Es evidente que una democracia actual debe tener el sufragio universal de mujeres y hombres, pero no es nada evidente que lo tuviera una sociedad del siglo XIX. Aclarado esto, vayamos a 1840. A partir de ese año se consolidan en España movimientos republicanos, que aunque salidos de las revoluciones burguesas de la década 1820, tendrán el mismo objetivo que otras fuerzas liberales europeas: la lucha por el sufragio “universal” y la soberanía popular.

Esas ideas que van a cuajar en ese movimiento republicano se irán desarrollando, a pesar del estereotipo de que las fuerzas “democráticas” españolas eran muy débiles en comparación con sus vecinas europeas, en diversas realidades. Una de ellas sería el heterogéneo Partido Democrático, constituido en 1849. En esa fuerza política llegaron a tener cabida hasta monárquicos que admitían esa institución si se reconvertía en una especie de “República”; es decir, en algo parecido a las actuales monarquías parlamentarias. Sin embargo, en 1868 (revolución que destronó a Isabel II) el Partido Democrático volvía a ser una fuerza solo republicana, ante décadas sufridas de represión y retroceso con gobiernos que fueron demasiado moderados o directamente muy conservadores.

 Los años dorados iniciales de la ‘cultura democrática’ española estarían en el Sexenio Democrático (1868-1874). A nivel social, llegando a esferas públicas antes ignoradas, se produce un auge del republicanismo. Por todo el territorio español aparecen numerosos periódicos y publicaciones republicanas, que difunden ideas democráticas que van aumentando el conocimiento de la opinión pública sobre la democracia. Aumentan los mítines y las reuniones electorales, algo inusual en España.

El Partido Democrático es disuelto en una nueva formación, el Partido Republicano Federal que se fundó en 1868. La Restauración Borbónica en 1874, supuso una etapa de decadencia y división en el republicanismo español. Esa inestabilidad se alargaría hasta las primeras décadas del siglo XX; donde partidos como los socialistas ya dejarían de lado el republicanismo tradicional y se embarcarían en proyectos propios. Aún así, en las elecciones municipales de 1931 que abrieron el primer periodo democrático del siglo XX, esa inestabilidad del republicanismo español no impidió que las fuerzas democráticas que lograsen el protagonismo y la victoria fueran las republicanas.


 
© Gustavo Adolfo Ordoño 
  Historiador y periodista 

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