La catedral de Malabo, antigua Santa Isabel capital de la Guinea Española, ardiendo el pasado 15 de enero. Fuente de la imagen: diario EG (Guinea Ecuatorial) |
La historia se repite en los infortunios. Un incendio destruye la cubierta y parte de su estructura de la catedral de Malabo, antigua ciudad de Santa Isabel, capital de Guinea Ecuatorial. En una primera valoración de los bomberos, se determinaron las causas del fuego en las obras de restauración realizadas desde el pasado 7 de enero en el templo. Igual que en Notre Dame de París, un accidente en las actividades de restauración de la techumbre sería la causa del incendio. Sin embargo, hasta aquí tendremos las similitudes. La catedral de Malabo no generará ningún lamento mundial por la destrucción de ese patrimonio histórico-artístico.
Construida con un diseño del discípulo de Gaudí, Luis Sagarra, y supervisado el proyecto por el propio Antonio Gaudí, se inauguró en 1916. Hace poco se convertía en iglesia centenaria y acrecentaba su carácter de patrimonio histórico, único ejemplar del estilo neogótico de características hispanas en el África subsahariana. Comenzaron las obras en 1897, años finales del siglo XIX que marcarían, tras la última guerra de Cuba, el final del llamado Imperio español. Cuando en 1916 se inaugura la catedral de Santa Isabel (Malabo), la Guinea Española, el protectorado de Marruecos, el Sáhara y la concesión (todavía en esas fechas era concesión, no se había materializado la colonia) de Ifni, son las únicas posesiones de carácter colonial que le quedaban al Reino de España.
La Guinea Ecuatorial de esos años, cuando se levantaban en su capital los muros y la cubierta (ahora incendiada) de la catedral, era un territorio que todavía estaba lejos de ser una «colonia al uso», como las que rodeaban a la posesión española administradas por franceses, británicos y alemanes. Tras casi un siglo de abandono, pues los derechos de uso y administración de las islas y el territorio continental adyacente de la que sería la Guinea Española fueron traspasados por la Corona de Portugal en los Tratados de San Ildefonso y El Pardo (1777-1778), el gobierno de Madrid se planteó una colonización y uso de los derechos de comercio más en serio. Precisamente, expediciones de supuesto carácter científico y mercantil serían las que constituyeron la conformación del territorio de las conocidas en los despachos de Madrid como colonias de la isla Fernando Poo y la continental del Río Muni.
La catedral de Malabo sería testigo de la abolición definitiva en las «naciones españolas» de la esclavitud, acaecida en 1886. El presidente de la Sociedad Abolicionista Española, Rafael Mª de Labra, pondría la atención en la Guinea Española y en las prácticas ilegales del trato negrero en esa región del golfo guineano; tráfico de personas que seguían propiciando los hacendados de las Antillas españolas, necesitados de mano de obra barata. Inhumano mercantilismo, que hasta prácticamente esos mismos años fue la base capital del desarrollo económico de muchas de las potencias europeas y del nuevo país dominante en América, los Estados Unidos. También fue la catedral de Malabo testigo de la progresiva desaparición del tráfico ilegal de personas, viendo en 1916 como el golfo de Guinea empezaba a ser un próspero gran «puerto franco» de mercancías como el cacao o el aceite de palma.
En 2016 se cumplía el centenario de la catedral de Malabo y poco más que una nota en la agencia oficial española de noticias, EFE, aparecería en nuestros medios de información. Igual que la ceremonia del 50º Aniversario de la independencia de Guinea Ecuatorial, son temas históricos de escaso interés en la sociedad española, incluso llenos de prejuicios y malentendidos que dificultan una mayor difusión. A pesar de su indudable aporte cultural y la importancia de este incidente en la catedral de la antigua Santa Isabel, capital de la única colonia española en el África negra, la trascendencia de la noticia no ha acaparado ni media columna en los informativos españoles.
Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador
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