Españoles en 1969 se encuentran la verja cerrada a cal y canto |
En poco más de un mes entraremos
en 2019, el año del 50º Aniversario del
‘Cierre de la Verja’ y el primero, se supone, de la entrada en vigor del Brexit,
el acuerdo de salida del Reino Unido
de la Unión Europea. En las negociaciones de este acuerdo de divorcio se están
encontrando dificultades previstas y escollos previsibles como sería la cuestión de Gibraltar. Sin duda, el
periodo de mayor estabilidad y de beneficios mutuos entre España y la colonia británica ha sido desde que Madrid logró su
adhesión a la Comunidad Económica Europea, actual UE (Unión Europea), en 1986.
Como España entraba en un “selecto club” donde Gran Bretaña ya era socio, tuvo
que asumir ciertas realidades sobre Gibraltar, como que se consideraba
“territorio” comunitario (europeo).
Estos cambios de perspectiva española sobre Gibraltar se pudieron hacer
en 1986 porque desde hacía cuatro años (1982) se había iniciado la apertura de
la frontera, “la verja” en términos españoles, como primer paso para acabar con
el bloqueo total, por tierra mar y aire,
a la Roca que impuso en 1969 la dictadura de Franco. Ese aislamiento
asfixiante ordenado por el gobierno de Madrid respondía a las continuas
negativas de Londres a negociar la descolonización de Gibraltar, impuesta en varias resoluciones de la ONU. La última de
ellas (resolución 2353-XXII- de 1967)
reconociendo de pleno, históricamente y desde la razón jurídica, la
recuperación de la soberanía española del peñón (el Tratado de Utrech estipula
en su articulado principal que España tiene la primera y única opción
retroactiva sobre la soberanía de Gibraltar).
Precedentes y hechos que determinaron el ‘Cierre de la Verja’ en 1969
Así, en algunas versiones sobre este
hecho que cumplirá su 50º Aniversario, se incluye como precedente la aparición de unos documentos
en los archivos del Foreign Office, desclasificados en
1953, donde se recogerían el supuesto cruce de telegramas entre Madrid y Londres en
1940. En ellos se contemplaba la posibilidad de devolver el Peñón a España si ésta garantizaba
su neutralidad en la Segunda Guerra Mundial. El dictador Franco se agarró como
a un clavo ardiendo a esa documentación para reclamar la devolución del
Peñón en virtud de unos supuestos acuerdos hispano-británicos. Pero Gran
Bretaña en su línea, ni caso. Y menos ante una argumentación tan vaga. Es más, en
1954 la reina Isabel II decide visitar Gibraltar dentro de una gira que
hacía por su «Imperio». Inmediatamente, Franco ordena un primer cierre de la
verja y que todos los españoles trabajadores del Peñón se marchen de allí hasta
que acabase la visita regia.
Pero ese cierre fue tan solo una muestra de la firmeza diplomática que el
Régimen franquista debía mostrar ante la siempre pérfida Albión. No en vano, la España de Felipe II se
decía modelo de la España que deseaba Franco. Ironías aparte, la cuestión
volvió a la normalidad nada más marcharse “the
Queen”. Es por eso que el precedente más riguroso y formal estaría en el
auge de las negociaciones descolonizadoras que se dan en la ONU durante la
década de 1960. Las Resoluciones de Naciones Unidas 2231 (XXI) y
la mencionada 2353 (XXII), entre 1966 y 1967, dan el suficiente apoyo “moral”
y legal al gobierno de Madrid para comenzar una sólida campaña diplomática con
el objetivo de recuperar el Peñón y su soberanía para España.
Vistas desde uno de los miradores a los que sube el teleférico de La Roca. Foto propia |
La contundencia del Reino
Unido en su negativa fue acompañada
de unas vehementes «contra-campañas» diplomáticas donde se metía el dedo en la
llaga, desprestigiando a España por ser un país sin libertades democráticas.
Una «guerra diplomática» que duró dos años, con roces bélicos entre patrulleras españolas
y gibraltareñas, vuelos provocadores de cazas británicos sobre la Bahía de
Algeciras y la celebración de un referéndum de soberanía (1967) cuyo resultado permitió a Londres otorgar una Constitución (1969) para el Gobierno Autónomo de Gibraltar.
El régimen franquista lo tomó, lógicamente,
como una afrenta personal. Franco ordena el cierre total y permanente de la
verja, el 8 de junio de 1969, al paso de vehículos y personas. Además del corte
absoluto de comunicaciones. Las consecuencias nefastas de esta decisión pronto
se notaron a un lado y otro de la verja. Por de pronto, unos cinco mil
españoles se quedaban sin trabajo y debían abandonar Gibraltar sin demora y con la «sutil amenaza» de ser juzgados (vía militar) de traición si no lo hacían.
Resultó una medida excesiva y drástica que acrecentó el
sentimiento anti-español de los gibraltareños. Tampoco satisfizo a los
habitantes del Campo de Gibraltar, esos españoles sufrieron hasta el desarraigo personal, pues muchos tenían familiares que habían adquirido la
nacionalidad británica al “naturalizarse” como gibraltareños. La vuelta a la
normalidad en todos los sentidos (político, social, económico, de retomar
negociaciones) fue costosa y larga. Por ejemplo, la apertura oficial de la
verja fue en 1982, nada más llegar Felipe González (PSOE) al gobierno,
aunque hasta 1985 no se permitió la circulación de vehículos. La gente
debía ir a pie de Gibraltar a España y viceversa. O hasta el ¡2009!, no
volvió la conexión marítima del transbordador entre Algeciras (Cádiz) y el
puerto del Peñón.
Por eso, como decíamos, la «época de normalidad» comenzaría ya casi a
finales de los años 80 (1986) y lograba su esplendor en la siguiente década. Ahora,
con el Brexit avanzado hasta su previsible
ratificación, las perspectivas españolas sobre Gibraltar deben y serán
revisadas, volviendo al punto de partida... o quedando estancadas en el mismo punto de siempre.
© Gustavo Adolfo Ordoño
Historiador y periodista
0 Comentarios