Ana Mª de Soto, la primera soldado profesional y Catalina de Médici, la reina odiada

Recreación de la vestimenta que se permitió usar a Ana Mª Soto, con los colores de la Infantería de Marina, por sus servicios como la primera "mujer-soldado" profesional 

Ana María de Soto, infante de marina en el siglo XVIII


  Solamente la hazaña personal de esta joven, que anduvo unos 250 kilómetros desde su pueblo, Aguilar de la Frontera (Córdoba), hasta la marinera San Fernando de Cádiz, ya es muestra suficiente de la dimensión histórica que debería tener el personaje. Pues contaba con 16 años, edad que en el siglo XVIII era todavía más complicada que ahora, cuando decidió alistarse en los llamados ‘Batallones de Marina’, los futuros infantes de marina. Tendría que hacerse pasar por varón. Lo haría muy bien disfrazada, porque consiguió engañar al registro de la soldadesca y aparecer como Antonio María de Soto, un joven alistado el 26 de julio de 1793.

Gracias a documentos de ese tipo, registro de alistamiento, o la posterior (1798) acta de ‘Baja en el Servicio’ cuando se descubrió que era mujer, se ha comprobado la veracidad del caso. Una mujer pionera, inteligente y de mentalidad vanguardista para la época, pues parece haberse alistado representando un papel masculino pero sintiendo que, aún fémina, estaba capacitada para servir en el ejército de su país y que su destino era ese. Solo un inevitable, tras muchas evasivas, reconocimiento médico, truncaron el proyecto vital de Ana María de Soto, que el 7 de julio de 1798 vio como su comandante emitía un informe de urgencia al general de escuadra Mazarredo, quien daría orden inmediata para que Ana Mª desembarcara de la fragata Matilde, donde el último año había estado sirviendo de forma tan eficaz y diligente como en otros destinos.

Ana María de Soto fue licenciada, de ‘forma absoluta’, el 1 de agosto en San Fernando, justo en la ciudad que había empezado su “hazaña” cinco años antes. La licencia de esta mujer soldado causó el respeto y la admiración de aquellos con los que había compartido el lustro de servicios en la Armada, pero también de los diferentes círculos sociales del Cádiz de la época. La documentación que se conserva del destacamento donde se alistó, la 6ª Compañía del 11º Batallón de las tropas de Marina, ha permitido exponer que Ana María de Soto participó en batallas tan insignes, como la del Cabo de San Vicente o en las defensas con cañoneras en la Bahía de Cádiz que repelieron los ataques ingleses. Sin embargo, no le dio por escribir sus memorias o contarlas, perdiéndose un testimonio directo y magnífico sobre la lucha en la época por el poderío naval en el mundo.

Mujer que debió tener tanto coraje y honor como discreción. Pues nada se supo de ella hasta una década después de su licenciamiento, hacia 1809 en plena Guerra de la Independencia, cuando se quejó formalmente a Hacienda de que no estaba recibiendo los dos reales diarios de su pensión como sargento primero. Rango y sueldo concedido por el rey Carlos IV, como reconocimiento a los servicios militares del falso Antonio María. Es decir, aunque se la expulsó del Ejército de forma inmediata, se la reconoció como soldado y al cobrar una pensión se puede considerar la primera mujer militar profesional de España.

Recreación de la 'Matanza de San Bartolomé' por el pintor del siglo XIX, E. Debat-Ponsan. Catalina de Médici aparece vestida de negro, en el centro de la pintura con aire indiferente.

Catalina de Médici, la reina del siglo XVI más odiada de Europa


 En el debate dialéctico entre machismo y feminismo, un tópico discutible es el que otorga mayor crueldad en el género masculino. Tanto es así, que la RAE se plantea eliminar de su diccionario el término “sexo débil” que aparecía como sinónimo de femenino. La crueldad y la tiranía no entienden de género, como podemos ver en la historia menos conocida de la reina Catalina de Medicis o Médici.

La familia Médici es muy conocida en la historia, relacionada con el esplendor cultural del Renacimiento se ha obviado muchas veces la calaña moral de muchos personajes que llevaron ese apellido. Catalina de Médici, para los franceses Catherine de Médicis, fue una aristócrata florentina que llegó a ser reina consorte de Francia desde 1547 a 1559. Su convulsa relación con su esposo, el rey Enrique II, resultaría tan determinante que se convertiría en cuestión de Estado. Estuvieron diez años sin lograr descendencia y luego, como en un estallido de fertilidad, tuvieron diez hijos, tres de los cuales se sucederían en el trono francés teniendo a Catalina como madre regente y asesora política.

Su comportamiento, tras la muerte de Enrique II en 1559, revela no solo un carácter cruel para el gobierno (regencia) también un sentimiento perverso de venganza hacia todo lo que le recordaba a su esposo. Un rencor por todas las humillaciones que Enrique II le hizo pasar con su amante, Diana de Poitiers, a la que Catalina convirtió en una paria social, obligándola a devolver todas las joyas regaladas por el rey Enrique. Algunas investigaciones concluyen que fue una “experta envenenadora”, deshaciéndose de sus enemigos en la corte francesa con artimañas emponzoñadas, como en el caso de su suegra, la reina Juana III de Albret. Sin embargo, donde destacó su carencia de escrúpulos fue en la guerra de religiones que vivía Francia entre protestantes y católicos.

Cada vez es más el consenso entre los investigadores del siglo XVI francés en considerar a Catalina de Médici la principal hostigadora del odio que se extendió por toda Francia contra los hugonotes (rebeldes protestantes) y que dejó, entre otras barbaries, la conocida como ‘Masacre de  San Bartolomé’. En los manejos para mantenerse en el poder, ella y sus hijos, se rodeó siempre de la fuerza política que dominase la Corte. 

Por eso no es extraño que primero se acercara a los hugonotes del consejero de su hijo, Carlos IX, el líder protestante Coligny; para más tarde apoyar y promocionar a la Liga Católica liderada por el Duque de Guisa, y así este último no restase poder a su vástago y joven monarca. Esa masacre que comenzó el día de San Bartolomé, en realidad se prolongó durante semanas y por toda Francia. En París fueron miles los protestantes asesinados, entre ellos los principales líderes y nobles de la causa hugonote, aprovechando la boda entre la hija de Catalina de Médici, Margarita, con el príncipe Enrique de Navarra, futuro rey Enrique IV de Francia. El Enrique de “París bien vale una misa”, pues se reconvirtió en católico habiendo sido líder protestante.
  

Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista 

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