Los Perón juegan con sus mascotas. Eva Perón, la mujer que le aportó incrementar su popularidad al presidente Perón. Fuente de la fotografía: CEDOC
¿Perón fue un visionario nacionalista? ¿El gran estadista argentino del siglo XX? ¿Un militar y dirigente pionero del populismo? ¿Una versión moderada del revolucionario social? Lo único claro es que el partido que lleva su apellido y gestiona su legado, el peronismo, vuelve a gobernar –algo recurrente- en la Argentina tras haber ganado su candidato, Alberto Fernández, las últimas elecciones presidenciales.
¿Quién era Juan Domingo Perón?
Lo
siento pero me sale la rima. Es la pregunta del millón. Una vez se me ocurrió
hacer esa cuestión a un amigo argentino y él mismo me advirtió, antes de
pronunciar un discurso largo y confuso sobre el tema, que no sabía dónde me
metía. Y sigue siendo así. Si algún lector de Argentina rebota por acá, estará
pensando que en menudo quilombo pretende meterse el “gallego” (español) este. Perón
como personaje resulta tan contradictorio que quizá pocos argentinos, sobre
todo de las últimas generaciones, sabrán que fue militar golpista, luego
político que sufrió golpes militares y que sería derrocado (se exilió) en 1955
por otro golpe, esta vez cívico-militar.
Esa
capacidad tan argentina de magnificar cosas y personas, consiguiendo que Dios
juegue en su selección de fútbol, explica que el movimiento social
fundado por un ex coronel, con la única experiencia política de haber sido secretario
del Departamento Nacional del Trabajo, sea la fuerza política y social más
determinante de la historia contemporánea de Argentina. El peronismo se
inicia en 1946 cuando Perón consigue la mayoría absoluta en la cámara de
diputados y el senado, pero su gran base social se había logrado precisamente
durante su eficaz labor al frente de la Secretaría de Trabajo.
Después
del golpe militar de 1943 que derroca al gobierno conservador de Ramón
Castillo, y en el que participó, Perón es designado secretario del
Departamento de Trabajo en 1944. Comienza su gestión renovando el departamento
y convirtiéndolo en la Secretaría de Trabajo y Previsión. Enseguida
demuestra una capacidad notoria para captar el interés y la motivación
política de los trabajadores. Un carisma ganado en la clase trabajadora
gracias a decretos-leyes que harán reformas profundas en el mercado laboral
argentino, beneficiosas en salarios y ayudas a los trabajadores tanto
industriales como agrícolas. El apoyo a su persona y su popularidad se
incrementó tanto que fue “liberado por el pueblo”, cuando el recelo de la
cúpula militar le encerró en la isla Martín García.
Perón en un acto social en su etapa de "militar-político" |
En
las luchas internas por el poder, el general Edelmiro Farrell desplazó
de la presidencia al general Pedro Ramírez. Farrell nombraría a Perón
ministro de Guerra, cargo desde el que llegaría rápido a vicepresidente
del país. Los recelos y temores por el incremento de poder e influencia de ese
coronel con tanto apoyo popular llegaron a muchos sectores militares del
régimen, que presionaron para que Perón renunciase a sus cargos y fuese
confinado en las dependencias militares de isla Martín García. La reacción
popular fue apabullante. Miles de trabajadores del cinturón industrial de
Buenos Aires de dieron cita en la Plaza de Mayo el 17 de octubre de 1945,
exigiendo el retorno de Perón. Algo que lograron esa misma noche, apareciendo
el ya carismático líder popular saludando desde un balcón de la Casa Rosada.
El peronismo consigue calar en las clases trabajadoras
Es
cierto que ese carisma peronista permaneció en gran parte de la base social
trabajadora, incorporándose el movimiento y el partido de Perón a la acción
sindical de sindicatos que tenían desde fundamentos cristianos a
comunistas. Aunque también es cierto que desde su “impuesta” reforma
constitucional de 1949, que le permitió cambios legislativos para la
reelección en un segundo mandato, el ‘antiperonismo’ se incrementó tanto que
llegó a polarizar a la sociedad argentina entre ‘peronistas’ y ‘no
peronistas’. Algo que, en el fondo, sigue siendo consustancial dentro de la
vida política de Argentina aunque hayan pasado setenta años y aparecido otros
“actores” políticos.
Haciendo
psicoanálisis, también algo “muy argentino”, del personaje vemos sus
influencias ideológicas muy contradictorias. Agregado militar en la Italia
de Mussolini durante la Segunda Guerra Mundial, no ocultó su admiración por
el fascismo como movimiento social que “protegía” (paternalismo) al trabajador.
También fue demostrada su simpatía por la Falange española de José Antonio
Primo de Rivera. Sus detractores remarcan como influencia de esa época la visión jerarquizada, autoritaria y paternalista que le daba a sus leyes sindicales o a la organización de sus gobiernos.
Al
perder en 1955 uno de los apoyos principales en su movimiento político y
social, a la Iglesia argentina (que fundó su propio partido, el Democristiano),
el 16 de septiembre se consumó el golpe de Estado contra Perón que ya
había tenido precedentes e intentonas desde 1951. Tras un periplo por Paraguay,
Panamá y Venezuela, llegaría en 1960 a Madrid donde fijó su residencia.
También era conocida su “amistad” con el dictador Franco, desde que Argentina
fuera el único país que ayudó con el envío de carne a la hambrienta España de
la dura posguerra. Aunque en su exilio en Madrid se preocupó más por seguir
influyendo en la política argentina que en formar parte de la “Corte”
franquista.
Quizás la fotografía más famosa de los Perón en el balcón de la Casa Rosada tras un emotivo discurso |
Aún
regresaría a la Argentina para una tercera presidencia. Efímera, pues llegó a
ser presidente tras muchas “carambolas políticas” propiciadas por fuerzas
peronistas en octubre de 1973 y fallecía el primero de julio de 1974.
Una muerte en pleno mandato presidencial que acentuó y magnificó su carisma
popular. Su legado es el peronismo, una fuerza tan heterogénea y de
contradicciones ideológicas tan acusadas que van del peronismo de extrema
izquierda de los montoneros hasta la democracia-cristiana nacionalista,
base del “transversal” ideario del mismo Perón.
Una “flexibilidad”
ideológica que permitió al kirchnerismo, última versión del
peronismo que lideró el fallecido Néstor Kirchner, sumarse a la ola
bolivariana de un “nuevo socialismo”, protagonista político de las primeras décadas
de este siglo en el Cono Sur americano. Y luego, con su viuda Cristina Fernández,
protagonizar la lucha presidencial desde el ‘centro-izquierda’ contra las
nuevas fuerzas neoliberales y conservadoras. En fin, si desde el “mareado” punto de vista
de un europeo se puede hacer una observación, diríamos que el peronismo sí
tiene una constante ideológica. Y esa es el nacionalismo.
Quizás el quilombo no es tanto, cuando desde cualquiera de sus versiones se aprecia que en el fondo el peronismo es un partido nacionalista “al uso”
Gustavo
Adolfo Ordoño ©
Periodista
e historiador
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