Cortés y la perversión de la historia


Libros recomendados para obtener mayor amplitud de miras


El líder de Vox, partido de ultraderecha, se pone yelmo a lo Cortés
en la campaña electoral española del pasado abril.

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    Un parpadeo parece contener nada menos que 500 años de historia. Imagine a un europeo por primera vez ante Tenochtitlán. Parpadearía no una, varias veces. Fascinación, asombro, temor a lo desconocido… Ahora imagine a un azteca ante la visión de europeos, algunos montados a caballo, vestidos con “telas de hierro” y el rostro barbado. Si el desconcierto le dejó parpadear, lo haría también más de una vez. Ahora, detenga esta lectura y parpadee una vez. ¿Ya está de vuelta? Pues el sentimiento que predominó durante ese breve parpadeo en el español, en el azteca de hace 500 años y en usted ahora sigue siendo el mismo: desconocimiento.

Supongo que la metáfora del parpadeo no es nueva o no les resultará original. Incluso, puede parecer la excusa más fácil para atajar en el intento de analizar la inmensa complejidad histórica que supone la mal llamada ‘Conquista de México’. Hablando con mayor rigor, sería la conquista de los dominios aztecas en el actual México y parte de otros países centroamericanos que ahora le hacen frontera. Unos dominios que usando tecnicismo de historiador llamamos Imperio Azteca, con lo que eso supone –un imperio- de conquista y sumisión de otros pueblos. Es tanto el desconocimiento sobre este hito histórico que puede que nadie parpadease.

 Quiero decir que, quizás, ese europeo no parpadeó porque había participado en la conquista del reino nazarí de Granada y vista la “asombrosa” Alhambra, estaba curtido en conocer las “maravillas” realizadas por paganos. Puede que el azteca conociera la leyenda de su cultura que hablaba del “regreso” de unos hombres barbados provenientes del océano y no reaccionase con un parpadeo de asombro. ¿Tradición oral que recogía la visita de los vikingos del Ártico? O es posible que el hidalgo castellano, tercer hijo de una familia de la nobleza rural, estuviera tan ofuscado en buscarse un porvenir donde sus hermanos mayores partían con ventaja (el primogénito heredaría las tierras paternas, el segundo iría a un monasterio), que le daba igual la “extrañeza” que delante tenía. Es probable que el azteca sintiera que ese hombre le estaba retando por algo que él había obtenido, poder y riqueza, frente a otros pueblos y no tuviera tiempo de parpadear.

Todos estos supuestos se basan en teorías y versiones que podemos encontrar en las cientos, miles, de fuentes bibliográficas que sobre Hernán Cortés y México se han realizado a lo largo de los dos últimos siglos. Con motivo del V Centenario de esta efeméride (1519-2019) se incrementa el interés y la “oportunidad” para publicar nuevos libros o realizar series de televisión. Algo que es positivo, claro está, porque el desconocimiento a un lado y otro del océano sigue siendo mayúsculo. Aunque todo ese nuevo material se encontrará con los prejuicios construidos durante generaciones, tanto por la enseñanza oficial impartida en cada país (España-México) como por los intereses partidistas políticos.


Retrato de Hernán Cortés, de autor anónimo basado
en el retrato que envió Cortés al humanista Pablo Juvio

 

 Sin embargo, las investigaciones más recientes pretenden (o al menos parten de ello) alejarse de los estereotipos de buenos y malos, perversos y víctimas, aportando perspectivas elaboradas con estudios arqueológicos, antropológicos y hasta psicológicos o criminológicos. El empleo de diversas disciplinas parecía necesario en el análisis de un hecho histórico que ha estado marcado por la versión de los cronistas “vencedores”.  

Desde la Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo (que el singular historiador francés Duverger atribuye a Cortés ocultado bajo el seudónimo de Díaz del Castillo), hasta la crónica mexica llamada Relación de Tlatelolco, prevalece más la visión del conquistador. Son las fuentes más antiguas que dejaron marcadas varias ideas ahora muy complicadas de revisar, como la rendición de Moctezuma declarándose vasallo de Carlos V y la justificación de la guerra cruel contra el pueblo azteca por el incumplimiento de ese “pacífico vasallaje” y la consiguiente rebeldía de los sucesores del emperador mexica.

Siempre existirán nuevos estudios sobre la figura de Cortés, tan controvertida que puede ser admirada y odiada al mismo tiempo. Pero quizás lo mejor sería aportar nuevas ideas “revolucionarias” sobre ese personaje y su hazaña. Como sugiere la historiadora mexicana Alicia Mayer, se debería asumir la idea de que Hernán Cortés fue y es tan mexicano como español. Incluso, arriesgarse a afirmar que ahora Cortés es mucho más mexicano, puro mexica, que extremeño (español).



  © Gustavo Adolfo Ordoño
      Periodista e historiador


Libros recomendados para lograr un menor desconocimiento:


¿Quién conquistó México? (Debate, 2019); del historiador mexicano Federico Navarrete

Cuando Moctezuma conoció a Cortés (Taurus, 2019); del historiador británico especializado en la América hispana, Matthew Restall

La Conquista de México (1994), de Hugh Thomas. Imprescindible “clásico” para partir de una buena base de conocimiento.  

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