Elefante Republicano, Burro Demócrata; el origen histórico de estos símbolos políticos

 

Elefante, símbolo del Partido Republicano; Burro, símbolo del Partido Demócrata. Logos protagonistas de las elecciones en Estados Unidos a la Casa Blanca

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  Quizá se ha preguntado alguna vez porqué los republicanos tienen como logo-mascota a un elefante y los demócratas a un burro. Si no lo ha hecho, al menos se habrá hartado de ver esos gráficos en las recientes informaciones sobre las Elecciones en Estados Unidos. Para la opinión pública de allí esos dibujos convertidos en mascotas de los partidos principales forman parte de lo que se denomina acervo cultural de una sociedad. Sin embargo, muchos estadounidenses desconocen como el resto del mundo el origen de esos logos políticos y se quedarían igual de sorprendidos al saber que el responsable de esa simbología lo es también de iconos tan populares como Papá Noel

Thomas Nast (1840-1902) llegó a ser el caricaturista más respetado y seguido en los Estados Unidos de finales del siglo XIX. Sus dibujos eran ilustraciones muy detallistas, tanto en la forma como en el contenido. Se asemejaban a los grabados que ilustraban las noticias en los periódicos de la época, antes de que se generalizase el uso de las fotografías. Un estilo que iba a contracorriente con la tendencia de hacer la caricatura una exageración o deformación irónica de la realidad. Le gustaba emplear animales para simbolizar actitudes de personas relevantes o de políticos, focos de su sátira. Comenzó su carrera de ilustrador muy temprano, a los quince años trabajaba para la periódico Frank Leslies Illustrated Newspaper  y a los dieciocho estaba ya trabajando en la prestigiosa publicación Harper’s Weekly. Esta revista se considera la pionera en diseño editorial y llegó a publicar a artistas (ilustradores) y a escritores de la talla de Charles Dickens

La crítica de Nast era tan mordaz que algunos se aventuran a pensar que el término «desagradable» en inglés (nasty) proviene de su apellido. La verdad es que no dejaba «títere con cabeza» cuando se trataba de criticar a cualquier tema o proyecto político. Para muchos historiadores la influencia de las caricaturas de Thomas Nast en la revista Harper’s Weekly fue decisiva en las campañas electorales de Ulysses S. Grant, en su elección como presidente en 1869 y en 1873. Nast era un republicano convencido, que durante la Guerra de Secesión americana tuvo el visto bueno de sus ilustraciones y caricaturas sobre el conflicto civil del mismísimo Abraham Lincoln. Pero esa fidelidad al Partido Republicano no evitó la capacidad de auto crítica, huyendo del partidismo en sus sátiras. Tanto que ilustró a los republicanos como un elefante, animal lento y torpe ante los problemas políticos de su época. 


Existe consenso en considerar una viñeta de Thomas Nast titulada Third Term Panic (1874) como punto de origen de los iconos republicanos y demócratas. Aparece un burro que representa al periódico New York Herald de línea editorial demócrata, disfrazado de león que asusta a otros animales. El más asustado de todos es un elefante que simboliza al voto republicano y que parece estar a punto de caer por un precipicio. La ironía hace mención a un agrio debate político abierto en 1876 por la intención del presidente Grant de presentarse a unas terceras elecciones. Los demócratas denunciaron esa idea del presidente republicano «asustando» a la opinión pública estadounidense con la acusación de que Grant se quería perpetuar en el poder y crear una dictadura. Esas analogías calaron muy bien en el imaginario americano, como se demuestra acabasen siendo los logotipos de los partidos políticos de su país. 

Otra cuestión les puede sugerir el hecho de que se utilicen con tanto orgullo y aceptación la figura de dos animales con una imagen tan contradictoria, menos representativa de supuestos excelentes valores como el coraje o la fuerza que podría simbolizar un león. Por lo visto, y según otros estudiosos de las ciencias sociales, en la idiosincrasia estadounidense se da mucha importancia al «tener sentido del humor» y reírse de uno mismo, saber encajar la crítica incluida la burla. Aceptar a un burro obstinado y tonto, o en el otro caso a un elefante lento y torpe sería la mejor manera de asumir y aceptar con la misma moneda, la fina ironía, el sarcasmo crítico hacia un partido y otro. Así, desde hace más de un siglo elefantes republicanos y burros demócratas se presentan ante sus votantes.

 

Gustavo Adolfo Ordoño ©

Historiador y periodista

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