Cuando el obrero August se negó a hacer el saludo nazi

 

August Landmesser es el único obrero que no hace el saludo nazi a Hitler durante su visita a los astilleros Blohm und Voss de Hamburgo, donde August trabajaba 
 

Pequeñas y grandes historias se entrelazan en el trasfondo de esta fotografía histórica. Y lo más curioso no es la imagen en sí, esa isla de coraje individual que se niega a seguir a la masa alienada con «el mal». Sería la inmensa amnesia histórica que desde pronto se tendió sobre todas las historias que están detrás de esta imagen. La misma fotografía resulta ejemplo de ello. No se ha podido conocer a su autor en concreto, que sería uno de los fotógrafos anónimos del acto, ni si en los periódicos alemanes de la época al publicarla tuvo gran repercusión ver a un alemán desafecto al régimen durante un acto con presencia del mismísimo führer Hitler. Se trataba de uno de esos ampulosos actos oficiales del III Reich en su apogeo político y social de la Alemania de 1936. Hitler botaba en los astilleros de Hamburgo un nuevo buque para su Armada, una pieza más en ese rearme alemán planeado para iniciar su expansionismo militar por Europa. August Landmesser (1910-1944?) trabajaba en esos astilleros gracias a haberse afiliado al Partido Nazi en 1931, un requisito «obligado» en esa década si querías encontrar trabajo y prosperar socialmente. El régimen antes incluso de llegar al poder se estaba configurando controlando empresas y, sobre todo, a la opinión pública alemana. Pero ese día de junio de 1936, August ya no era afiliado nazi y se cruzó de brazos negando el saludo a Hitler

Como muchas veces, ese gesto que ahora se percibe histórico fue fruto de una decisión muy personal, íntima, de un individuo. August Landmesser se había enamorado en 1933 de una joven de origen judío y para su suerte fue correspondido. A la pareja de enamorados el hecho de que el año 1933 esté marcado en el calendario histórico del siglo XX como el del ascenso al poder del fascismo en su país, poco les importaría experimentando en ese momento un sentimiento tan deseado por todos: el amor. Sin embargo, el «peso de la Historia» pronto les iba a presionar condicionando sus vidas. Por de pronto, la 'Ley Racial de Nuremberg' les impidió casarse de manera legal y oficial. Tuvieron que convertirse en "pareja de hecho" clandestina, pues Irma Eckler, que así se llamaba la joven, enseguida fue fichada como «subhumana» ante su condición de mujer judía. Intentaron llevar con discreción una vida normal, tuvieron una hija y August siguió militando como nazi aunque recibía presiones por todas partes -familiares y entorno social- para que abandonase a Irma. Como se negó, en 1935 fue expulsado del partido nazi con la acusación de «deshonra a la raza aria» al estar amancebado con una judía. 

Así llegamos a esa mañana del 13 de junio de 1936 y a Hitler en los astilleros de Hamburgo celebrado en masa con el saludo nazi. El obrero August decide cruzarse de brazos, desafiar al régimen que no le permitía casarse con su amada Irma. Quizá su acto pasaría desapercibido, aunque Landmesser y su familia ya estaban condenados en una sociedad que les negaba sus derechos más básicos. En 1937 intentaron huir por la frontera de Dinamarca pero fueron detenidos con los cargos de «infamia y deshonra racial» al III Reich. August sería puesto en libertad al año siguiente con la condición de repudiar a su pareja, que estaba embarazada de nuevo. Al negarse fue condenado a un campo de trabajos forzados, perdiendo la pista de su mujer y sus hijas. Las niñas fueron separadas de la madre cuando a ella la trasladaron del campo de concentración donde estaban a uno de los «innombrables»  campo de exterminio donde la asesinaron. La hija mayor, Ingrid, sobrevivió consiguiendo la abuela materna su custodia. Irene, la pequeña, no lograría encontrarlas y acabaría siendo adoptada por una familia después de varios años en un orfanato. Esta mujer sacaría a la luz en 1996 todas las historias contenidas en esta imagen... como su desenlace final, que contamos ahora.

En 1941, August Landmesser sería de nuevo puesto en libertad. Esta vez por la necesidad de hombres para el ejército en plenas campañas de expansión nazi por el Este europeo. Sin conocer la suerte de su compañera y de sus hijas, es un recluta forzoso en un regimiento compuesto por presos en libertad condicional. El protagonista de esta fotografía histórica desaparece en el frente de Croacia en 1944, se le dará por muerto en combate en 1949. Su hija pequeña Irene, a la que no llegó a conocer, se encontrará en 1996 con la imagen y reconoce a su padre gracias a las pocas pertenencias, fotografías y cartas, que logró conservar una vez se reencontró con su hermana mayor y abuela. Desde entonces ese documento histórico está expuesto en el Centro de Interpretación "Topografía del Terror", de Berlín, instalado en la zona donde estaban las sedes de la Gestapo y las SS


Memoria de un pequeño gesto individual que ha pasado a la Historia recordando que al fascismo se le debe negar hasta el saludo


Gustavo Adolfo Ordoño ©

Historiador y periodista

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