Historia de las redes eléctricas; la reanimación boca a boca entre dos trabajadores en un poste de electricidad

"El beso de la vida". Fotografía Premio Pulitzer en 1968. Fotógrafo Rocco Morabito 


  En medio del debate político y económico sobre la subida de la luz eléctrica en España, en Pax Augusta os queremos hacer una breve historia de las redes eléctricas. La electricidad se ha convertido en la energía esencial para nuestra vida. Quizá resulte el invento más determinante por acompañar al desarrollo de la primera revolución industrial y ser puntal de la llamada «Segunda Revolución Industrial». Su empleo de manera general, introduciéndose en las ciudades y sus casas, supuso un reto tecnológico que influyó de manera determinante en la ciencia y en la economía a partir de las décadas finales del siglo XIX. Desde los recursos generadores de electricidad, pasando por las costosas redes de distribución, hasta los cada vez más diversos sistemas de suministro tenemos una industria total que mueve una ingente cantidad de dinero y de la que dependen millones de puestos de trabajo.

La electricidad siempre ha sido «costosa» en todos los sentidos; no solo el financiero también ha supuesto «costes» irremplazables como el de las mismas vidas humanas. Es el caso del mantenimiento de las llamadas redes eléctricas (los postes de la luz), que ha sido considerado uno de los trabajos más peligrosos del mundo. Técnicos y operarios se exponían a trabajar con materiales portadores de cargas de voltaje que literalmente les podían desintegrar. 

La curiosa fotografía que ilustra la cabecera de este artículo es en realidad un accidente laboral ocurrido en un poste de la luz

El 17 de julio de 1967 se produjo un «gran apagón» en parte de la red eléctrica de Florida, el fotoperiodista Rocco Morabito trabajaba en la zona como reportero del Jacksonville Journal y fue a cubrir el incidente. Llegó justo a tiempo para captar una imagen con tanta carga expresiva que pasó a ser un «icono» de los años sesenta usada en la lucha por los derechos de la comunidad gay estadounidense. Ganó el Premio Pulitzer de 1968 por la fotografía de «Actualidad» y en realidad eso era, una imagen que ilustraba una información de última hora. Randall G. Champion, uno de los operarios de la compañía eléctrica que intentaban arreglar la avería recibió una descarga eléctrica de más de 4.000 voltios. Quedó inconsciente y colgado del arnés de seguridad en el poste de la luz. La rápida reacción de su compañero, JD Thompson, aplicándole el boca a boca para conseguir reanimarle salvó su vida. Es el instante que capta Morabito con su cámara. Por fortuna, ambos operarios lograron superar el accidente y jubilarse en esa compañía eléctrica.
    

Breve historia de las redes eléctricas

 No vamos a remontarnos a las primeras «experiencias» humanas con la electricidad, debidas a la mera observación de la naturaleza. Los rayos en las tormentas y algunos animales con capacidad para generar descargas eléctricas, como los peces raya, atrajeron la curiosidad de nuestros ancestros. Pero la historia que nos interesa es la que consiguió generar, controlar y distribuir el flujo de esa energía eléctrica. Es por eso que hablaremos del origen y la historia de las centrales eléctricas y las redes de distribución de electricidad que se extendieron desde ellas. Y eso nos sitúa en los siglos XIX y XX.


Una moderna red eléctrica de distribución con torretas de acero


Al principio las centrales eléctricas debían estar muy cerca de la zona donde suministraban electricidad. Prácticamente anexas a los edificios que recibían esa energía. Esto era así porque esas primeras centrales eléctricas funcionaban con corriente continua, lo que impedía transportar la energía a largas distancias. Como una central eléctrica es una estructura que utiliza una fuente de energía primaria, al principio carbón como las locomotoras, para hacer girar grandes turbinas que, a su vez, hacen girar bobinas en el interior de un campo magnético que genera así la electricidad, necesitaba ser una instalación próxima tanto a las fuentes energéticas como al lugar donde se suministraba la energía producida. 

De esta manera, las primeras centrales estaban junto a almacenes de carbón o de ríos con fuertes corrientes (turbinas movidas como molinos de agua) y daban electricidad a edificios cercanos. Eso ocurrió en España en 1875 cuando se construye en Barcelona la primera central eléctrica con fines comerciales, pues se trataba de suministrar electricidad a un taller anexo de la empresa de motores Maquinista Terrestre y Marítima. Esta empresa se convirtió en el primer cliente de una central eléctrica en España. El negocio de la electricidad tuvo diversos «inventores visionarios» que vieron sus grandes oportunidades comerciales. El más destacado fue, sin duda, Thomas Edison. Aunque lo destacable en este científico respecto a otros contemporáneos sería su excepcional «olfato comercial». 

No fue el primer inventor de la bombilla, pero su modelo patentado en 1879 sería el único más factible de ser comercializado. Esas bombillas eléctricas necesitaban energía y un Edison dotado para los negocios proyectó construir una central eléctrica exclusiva para dar «luz» a sus clientes, los compradores de sus bombillas. Ya no sería una central eléctrica para suministrar energía únicamente a fábricas o talleres. La expansión urbana y doméstica de la electricidad impulsó la mejora de su tecnología. Gracias a científicos –que tenían más genio inventivo que comercial- como el singular Nicola Tesla y su investigación en la corriente alterna, se consiguió distribuir a larga distancia lo que hoy de manera coloquial llamamos la «Luz».  

La «Luz» de las bombillas


Sería el industrial George Westinghouse quien aprovechó las teorías de Tesla de la corriente alterna, construyendo en 1895 la central hidroeléctrica de las cataratas del Niágara. Una instalación más compleja que las existentes hasta ahora, que permitió llevar la electricidad hasta la ciudad de Buffalo, a 40 kilómetros de distancia. Se puede considerar como el primer gran paso para la «electrificación del mundo» en el camino a la segunda revolución industrial. El reto ahora estaba en el «cableado», las redes que iban a extender esa electricidad. Componer una red de distribución eléctrica resulta tarea compleja, es una serie de estructuras que requieren planificación tanto técnica como de ingeniería.  

Las redes de transporte de electricidad desde los inicios del siglo XX comenzaron a formar parte del paisaje de todos los países donde actuaba la industrialización. Era habitual acompañar la construcción de un ferrocarril con la de un tendido eléctrico y luego telefónico. Se utilizaron al principio los postes de madera, aunque luego se comprobó la funcionalidad de las torres de hierro o acero. Estas redes eléctricas debían estar interconectadas –conexionadas entre sí- con una estructura en forma de malla. De esta forma se puede transportar electricidad entre puntos muy alejados y en cualquier sentido, como una «telaraña» gigante que extiende la electricidad en todas direcciones y de extremo a extremo de distancia. 

Esta electricidad transportada es en «bruto» (de elevada tensión) y llega a las llamadas subestaciones, situadas en la periferia de las zonas de consumo, donde se reduce la tensión y distribuye para que llegue a los diferentes usuarios. Es la llamada electricidad de distribución, la Luz que comercializan las compañías eléctricas y que nos tiene ahogados estos días con su continua subida de precio y que exige un urgente «boca a boca» económico. 


Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista


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