Bombardeos aéreos contra civiles; ¿Quién empezó? Breve historia de esta barbarie bélica

 

Bombardeo de Londres durante la Segunda Guerra Mundial. La catedral de San Pablo (Saint Paul's Cathedral), se convertiría para los londinenses en un símbolo de resistencia al tener la suerte de no sufrir graves daños

Es curiosa la competición que se establece por tener el primer dato histórico sobre un hecho. Da igual que ese hecho sea, cuando menos, luctuoso. Constar cuál fue el primer bombardeo aéreo contra civiles encuentra ciertas ambigüedades. Por un lado, comporta prejuicios éticos ante tan evidente barbarie y resulta incómodo tener ese dato pionero en la historia de un país. Por otro lado, desde una perspectiva histórica militar, el bombardeo es un viejo recurso bélico que dentro del contexto de una guerra puede llegar a justificarse o matizar sin excesivos cuestionamientos morales. Así, encontramos cierta «comprensión» en la historia militar y aceptación cuando se observa el dato de los primerizos bombardeos contra ciudades o civiles. En Pax Augusta exponemos desde la perspectiva histórica una breve cuestión sobre esos primeros bombardeos aéreos contra civiles


¿Fue una prueba de la Armada de EEUU en 1910 en su desconocida intervención en Libia? ¿Fue en la Guerra del Rif de 1920 y por el Ejército español? ¿Fueron los ejércitos de Alemania e Italia en la Guerra Civil española en el famoso bombardeo de Guernica?

  Uno de los primeros datos que encontramos sorprenderá a muchos lectores españoles. Sin mucha documentación contrastada, se establece como primeros bombardeos aéreos disuasorios contra civiles los realizados por una bisoña aviación del Ejército español durante las campañas de la Guerra del Rif (1909-1927). La dictadura militar de Primo de Rivera en 1923 tomaría la decisión de hostigar a los rebeldes rifeños con bombardeos aéreos. Tras el Desastre de Annual (1921) el control de la región era muy dificultoso por las constantes rebeliones de las cabilas. Según los defensores de este dato, el ejército español del Norte de África, usaría su aviación para desmoralizar y atemorizar a las tribus beréberes en rebeldía. 

En nuestra opinión, sin negar su uso puntual contra caravanas y campamentos rifeños, creemos que no se podrían considerar los primeros bombardeos planificados contra unas poblaciones civiles con el propósito de aterrorizar y conseguir la rendición. Más bien, estuvieron en la misma línea de «experimento militar» que ya hicieron italianos y estadounidenses en las guerras de Libia iniciadas en 1910. Se usaron los biplanos teniendo a los aviadores muchas veces armados solamente con granadas de mano. Con ellas bombardeaban caravanas y pequeños campamentos nómadas de los guerrilleros rebeldes, sufriendo también el ataque el resto de miembros de la tribu (ancianos, mujeres y niños). La utilización del bombardeo aéreo como arma eficaz y planificada tendría sus primeros esbozos en la Primera Guerra Mundial.

Voluntario civil como vigilante para alertar de bombardeos contra Londres en la Segunda Guerra Mundial

Aunque desde la misma invención del aeroplano se le viera posibilidades bélicas, en la llamada Gran Guerra los aviones se utilizarían –aún- con el romántico sentido de las cargas de caballería. Es decir, hubo famosos duelos y combates en el aire, como nos confirman las hazañas del legendario Barón Rojo, pero esas primeras aeronaves de guerra no podían albergar gran cantidad de bombas y su uso no fue el bombardeo sistemático. Esa tarea sería aplicada a los, en su tiempo, admirados zeppelines. Ya en 1908, el mismo inventor, el conde Ferdinand von Zeppelín, equipó a sus dirigibles con un sistema de armamento provisto de cinco bombas de 110 kilogramos cada una. Esos dirigibles sí podían trasportar los pesados explosivos y por eso serían los verdaderos protagonistas de los primeros bombardeos contra población civil.

Sin embargo, el zeppelín pronto demostró ser muy vulnerable como eficaz bombardero pesado. Eran blancos fáciles de derribar desde buenas posiciones en tierra y aunque atemorizaban a la población no lograban el objetivo de destrucción masiva que forzase una rendición. Habría que esperar a los años finales del conflicto para contar con aeronaves que pudieran llevar gran cantidad de bombas y lanzarlas con mayor precisión. La tecnología aeronáutica militar se desarrolló con esa idea y comenzaron a fabricarse los primeros bombarderos pesados. Desde 1917 se pueden llamar así a los Gotha G.IV. Unos biplanos que consiguieron acoplar grandes depósitos de combustible, lo que permitía recorrer mayores distancias de vuelo y mayor peso en armamento.

Por tanto, estos aparatos tuvieron como objetivo principal el bombardeo estratégico. Los Gotha G.IV tendrían como primera misión el bombardeo masivo y estratégico de la ciudad de Londres en marzo de 1917. Este tipo de estrategia militar fue una idea surgida en el contexto de una guerra enquistada, como fue la mundial iniciada en 1914 cuando entró en el periodo conocido como la «guerra de trincheras». Sus partidarios argumentaban poder causar terror y un «efecto mental» sobre los civiles, consiguiendo desilusionar a las expectativas de victoria de la población. Una desmoralización que afectaría a la producción, a la tan necesaria economía de guerra de un país beligerante. Los más acérrimos partidarios de estos bombardeos estratégicos contra civiles creían en ellos como factor de tensión y malestar, creando más inestabilidad social entre la población enemiga.

Primera imagen difundida por la prensa internacional sobre el bombardeo de Gernika. Publicada en el periódico "Daily Worker". Fuente de la imagen Archivo del CDMH (Centro Documental de la Memoria Histórica)

Todos los contendientes se aplicarían en obtener aviones que pudieran realizar esas incursiones de ataques aéreos contra ciudades del enemigo. Por ejemplo, el equivalente británico al Gotha fue el modelo de bombardero llamado Handley-Page. Durante la Gran Guerra no se llegaría a los niveles de hecatombe producidos por esos «bombardeos estratégicos» que veríamos en el siguiente conflicto mundial. Sin embargo, si hubiera continuado la guerra se habrían consolidado teorías como las del estratega italiano Giulio Douhet, autor de El dominio del aire (1921), manual militarista que promulgaba como medio más rápido para ganar una guerra aterrorizar a los civiles enemigos mediante bombardeos aéreos intensivos

Cuando finalizó la Primera Guerra Mundial el examen de conciencia de la mayor parte de la humanidad llevó a un debate moral que propició iniciativas pacifistas, como la creación de la Sociedad de Naciones. En el punto de mira de las preocupaciones éticas del periodo de entreguerras estuvo el uso de las nuevas tecnologías y el horror al comprobar como se emplearon algunas en el gran conflicto. Incluso entre los militares se reconoció el reparo moral por cómo habían pervertido el sentido «honorable» de la guerra. Una de esas «perversiones» estuvo en los bombardeos aéreos estratégicos contra población civil. 

Cuestionamientos que no obstaculizaron seguir investigando para mejorar la capacidad estratégica de los aviones militares. Como se vio, sobre todo, en los países de fuerte carácter militarista (focos de los totalitarismos del siglo XX) y su desarrollo armamentístico. Por eso, como preludio de la Segunda Guerra Mundial donde se «normalizaron» los bombardeos contra civiles, en la Guerra Civil española el caso de Guernica resultó tan significativo y simbólico. Supuso un punto de inflexión en la evolución de la idea militarista de «guerra total». Se consolidó esa teoría de llevar la acción bélica más allá del frente, como eran los bombardeos estratégicos contra la población civil de la retaguardia enemiga. La conmoción internacional convirtió a Guernica en el verdadero primer bombardeo –planificado y sistemático- contra una ciudad indefensa ante la evidencia de los datos: el 85% de los edificios destruidos por la combinación de bombas de gran magnitud y las incendiarias. 

Más tarde, ya en plena Segunda Guerra Mundial, el uso de los bombardeos indiscriminados y masivos contra las ciudades dejó de estar en el plano del debate moral y se «normalizó» como arma de guerra devastadora y desmoralizadora. El colofón de las bombas nucleares lanzadas en Hiroshima y Nagasaki por Estados Unidos podría dar la vergonzante razón a los partidarios de esta herramienta bélica. Washington consiguió acelerar su victoria sobre Japón, gracias a esa horrible e inaudita baza del bombardeo con armas atómicas a  ciudades enemigas. Sin embargo, la finalidad última de doblegar a una población enemiga con bombardeos masivos la mayoría de las veces ha conseguido lo contrario: aunar y motivar más a las víctimas contra sus agresores, potenciando su capacidad de resistencia.

Foto de Dora Maar, pareja de Picasso, que muestra el dibujo previo borrador del famoso cuadro de Guernica. La República española lo llevó a la Exposición Universal de París de 1937 como medio de protesta ante la barbarie de ese bombardeo 


 Finalmente, mencionar la vigencia lamentable de los bombardeos contra civiles en la Guerra de Ucrania. Es además ejemplo de los «nuevos tiempos», pues el desarrollo tecnológico también ha favorecido la mejora de los sistemas antiaéreos. La acción masiva de los grandes aviones bombarderos ha sido sustituida por los más sofisticados sistemas de ataque aéreo a grandes distancias, con misiles o con los nuevos dirigibles, los «robóticos drones», para así evitar ser derribados. Lo que no ha cambiado este «progreso» es el perfil de las víctimas: población civil indefensa.


Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista

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