Historia de la ley sálica en España, la princesa Leonor y cuando no se sabe por dónde van los tiros

 

La princesa Leonor en un momento de su jura de la Constitución ante las Cortes españolas


Se ha llegado a pensar que la preferencia por el varón en los derechos sucesorios en la Monarquía española, recogida en la Constitución, es una «Ley Sálica» que debería derogarse por respeto a la heredera y contemporizar con la realidad social de igualdad entre hombres y mujeres. Pero, en realidad, no existe tal ley sálica que para derogarla abriese un complicado proceso de reforma constitucional. En Pax Augusta te hacemos una breve historia de la ley sálica en España


 En cierta forma, en España, ser antimonárquico convencido comienza cuando fuerzas políticas opositoras, no necesariamente republicanas, pasan a ser «anti-borbónicas». El cambio de dinastía en la Monarquía Hispánica a comienzos del siglo XVIII, trajo nuevas formas de reinar y de concebir el gobierno de un reino-estado. Entre ellas, Felipe V quiso introducir la ley sálica que estaba en vigor en el reino de Francia desde, nada menos, el siglo V en tiempos de los francos salios. Una Lex Salica que venía a favorecer a los varones en la sucesión monárquica, pero también a poner orden en temas cruciales para el desarrollo del reino franco como las herencias y la justicia sobre los saqueadores. Una forma de unir, «homogeneizar», a los francos que se componían de numerosas etnias y tribus.

Sin embargo, a pesar de resultar razonable que un rey de origen francés, educado para gobernar en Francia, quisiera instaurar la ley sálica en el reino que acababa de adquirir, no fue así. Felipe V no consiguió convencer a las Cortes de Castilla de su aprobación, pues estas solamente deseaban una norma garantizando no aspirase de nuevo al trono de Francia. Tuvo que conformarse con una solución intermedia. Se daría preferencia a los varones en la línea sucesoria, principal (hijos) y lateral (hermanos, sobrinos), pero no se prohibía el acceso al trono de una mujer si era la única y viable heredera. Es decir, que los Borbones no introdujeron la Lex Salica como muchas veces se cree y se dice. La regla que se instauró es la llamada «Ley de Sucesión Fundamental», inspirando la «preferencia masculina» del artículo actual de la Constitución de 1978.

 No obstante, esta especie de ley semi-sálica que impuso Felipe V traería a la larga complicaciones en la Corona española. Fernando VII, el Borbón de reinado más nefasto en el siglo XIX, no tenía descendencia y recuperó la propuesta de su padre Carlos IV, conocida como Pragmática Sanción (1789), que deseaba volver al sistema de Partidas castellano. Este modelo sucesorio permitía siempre el acceso a las mujeres primogénitas, si no tenían hermanos varones. Pero los intereses diplomáticos del momento aplazaron sine die su sanción y publicación. 

Recuperar la Pragmática Sanción era para favorecer a su futuro hijo si fuese niña, pues en 1830 su última esposa Mª Cristina de Borbón-Dos Sicilias había quedado embarazada y él ya se sentía muy enfermo. Eso permitió que poco después, al fallecer Fernando VII, su hija Isabel fuera proclamada reina de España con solo 3 años. Provocando la oposición de su tío, Carlos Mª de Isidro, que consideraba en vigor y más legítima la ley sucesoria de Felipe V (1713) que favorecía a los varones hermanos del difunto monarca a suceder. Ya tendríamos la causa principal de las llamadas Guerras Carlistas.

 Lo curioso de esta historia, a mi entender, es que se volviese en la Restauración borbónica una vez fuera del trono Isabel II al sistema «semi sálico»; donde las mujeres pueden heredar la corona aunque únicamente si no existen herederos varones en la línea principal o lateral. Espíritu legal que se recogió (¿por tradición?) en el articulado de la Constitución de 1978 y que ahora se ha llegado a llamar ley sálica injusta y anacrónica. Padres constitucionales dicen que no es para tanto, que con una simple Ley Orgánica se podría solventar esa preferencia sucesoria de los varones.



© Gustavo Adolfo Ordoño 

   Historiador y periodista

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