Isabel II era uno de los 800 descendientes «reales» de la Reina Victoria, provenientes de sus 42 nietos...

Las numerosas nietas de la Reina Victoria (1819-1901) casaron con miembros de toda la realeza europea, aportando la mayor «cantera» de miembros de las actuales monarquías reinantes o destronadas 
 

  No era nada nuevo entre la aristocracia y realeza europea concertar matrimonios para obtener beneficios tanto dinásticos como políticos. Fue una práctica habitual desde que Europa se conformó en una serie de reinos cristianos en la Edad Media, para crear alianzas o conseguir derechos dinásticos sobre otros territorios. Así, llegados al siglo XIX, en una institución tan tradicionalista y conservadora como la monarquía no resultó inconveniente continuar con esa fórmula que usaba (sobre todo a las mujeres) a las personas como "acciones" -valores de interés-. La monarca más poderosa de esos tiempos era la Reina Victoria de Inglaterra, que tuvo la "fortuna" de tener nueve hijos que la dieron cuarenta y dos nietos, siendo más de la mitad nietas; es decir, mujeres «casaderas y futuras madres».

Un buen matrimonio entre miembros de la realeza era una gran baza de "futuro". Al igual que la recién fallecida Isabel II, la Reina Victoria, del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, no estaba destinada a reinar. Era la quinta en la línea de sucesión y no fue educada para ser reina, pero sí que formaba parte de uno de esos matrimonios fructíferos que en segundo plano aseguraban la descendencia real. Su padre era el príncipe Eduardo, duque de Kent, cuarto hijo del rey Jorge III, y su madre era una princesa germana de una de las familias más prestigiosas, Victoria de Sajonia-Coburgo-Saalfeld

A su progenitor no le llegó a conocer, pues falleció cuando Victoria no había cumplido el año de edad. Murió en 1820, igual que su abuelo Jorge III, al que le sucedió su hijo mayor Jorge IV, que al no tener descendencia viva cuando falleció en 1830 le sucedería su hermano Guillermo IV. El reinado de Guillermo sería corto, la muerte del tercer tío paterno de Victoria en 1837, también sin hijos vivos para haber accedido al trono, permitiría subir al mismo a una joven princesa de 18 años que no estaba prevista en la sucesión. Ahora se apreciaba el buen criterio a la hora de elegir esposa del fallecido duque de Kent. La princesa Victoria de Sajonia-Coburgo-Saalfeld formaba parte de una familia prolífica en descendencia y con «fama de saludable». De hecho, la misma Reina Victoria buscaría en esta familia a su rey consorte, su primo el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha.

Los descendientes de la emperatriz Victoria iban a reinar en tantos países, de Grecia a Dinamarca (incluida España), que terminaría por ganarse el título póstumo de la gran "Abuela de Europa"

El príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha (1819-1861), a pesar de su relativa corta vida, aseguró de sobra la descendencia real británica



Enamoramiento, amor y respeto, parece que se dio en ese matrimonio entre los príncipes Alberto y Victoria. Una verdadera historia de amor en un matrimonio (se casaron en 1840) de la realeza, algo poco frecuente pues abundan los repudios y las convivencias forzadas. Al menos por parte de la Reina Victoria se constató ese sentimiento amoroso cuando enviudó a los 42 años (1861) y quedó totalmente desolada. Ambos miembros del matrimonio tenían la misma edad. Habían madurado juntos tanto en su faceta personal como en la tarea de monarcas. La que sería emperatriz de la India y reina del Reino Unido, la Reina Victoria, sufrió tanto la pérdida de su marido que se encerró, literalmente, con el recuerdo del muerto en el castillo palacio de Windsor. Casi una década de "retiro monacal" que fue aprovechado por el republicanismo británico para ganar partidarios. 

Sin embargo, aconsejada y animada por el primer ministro Benjamín Disraeli, uno de los personajes políticos más influyentes del siglo XIX, volvería a la vida pública para potenciar la imagen de grandeza de la monarquía británica. Las políticas acertadas de Disraeli en el contexto internacional consolidaron la expansión del Imperio británico. Logró implicar a la monarca convirtiéndola en símbolo de la unidad imperial al coronarla en 1876 emperatriz de la India

Las dos últimas décadas del siglo XIX suponen el afianzamiento del poderío mundial británico y son conocidas como la «Época Victoriana». Aunque nunca perdería el luto íntimo por su esposo, vestida ya para siempre de negro, reaccionaría a tiempo para salvar el legado de una institución monárquica seria y eficiente que había construido con su consorte durante poco más de veinte años. Se considera que el carácter sobrio y de excelencia del llamado «estilo victoriano» provine más del rey consorte Alberto que de la misma Victoria. 

Y entre ese legado albertino que la Reina Victoria quiso reanimar, tras el periodo de aislamiento de luto por su esposo, estaba la política de «buenos enlaces matrimoniales» que habían ideado juntos para sus nueve hijos y que ella ampliaría con sus numerosos nietos. Vamos a intentar resumir los matrimonios más importantes y, sobre todo, los que acabaron formando parte de linajes dinásticos de reyes europeos actuales. La hija mayor se llamó Victoria, como la madre. No tuvo suerte histórica; porque aunque casó con Federico de Prusia, éste falleció poco después de acceder al trono imperial y la hija de la Reina Victoria sería relegada a un segundo plano por la Corte prusiana. Su hijo, el nuevo emperador, incluso tendría una política de distanciamiento respecto al Reino Unido. 

La recién fallecida Isabel II era tataranieta de la Reina Victoria.
Fotografía de su coronación el 2 de junio de 1953


Las cinco nietas de la Reina Victoria que llegaron a ser reinas en Europa 

El segundo de los hijos fue el que reinaría en el Reino Unido como Eduardo VII, y que ni decir tiene que resulta el de mayor peso histórico de los nueve hijos. Tuvo que esperar más de 60 años para ser monarca y luego fue rey apenas una década. Su hija Maud de Gales, nieta de Victoria, llegaría a ser reina de Noruega al casar con Harald V de Noruega. De este matrimonio provienen los actuales monarcas noruegos. El hijo de Eduardo VII y su sucesor, Jorge V, fue el abuelo de la recién fallecida reina Isabel II y cuya línea le permitió alcanzar el trono. Es una historia conocida, Jorge VI, padre de Isabel e hijo de Jorge V, llegó al trono tras la abdicación de su hermano Eduardo para casarse con la divorciada Wallis Simpson, convirtiendo a Isabel II en la monarca que ahora lloran todos los británicos.

Alicia fue la tercera hija del matrimonio real feliz de Alberto y Victoria. Aunque casó con un príncipe de "segunda", Luis IV de Hesse, su relevancia histórica no es menor. A pesar de morir en 1878 con 35 años, consiguió que su hija Victoria de Hesse, nieta de la Reina Victoria, fuera princesa de Battenberg; la que sería bisabuela de Felipe de Edimburgo, marido de Isabel II. También a su favor el interés por la causa de las "sufragistas victorianas". El cuarto hijo era varón y segundo en la sucesión (se prefería la línea masculina), fue Alfredo duque de Edimburgo y su trascendencia histórica quedó en ser el primer miembro de la familia real que viajó a Australia, como almirante mayor de la Armada. Allí atentaron contra su vida. Pero su hija y, por tanto, nieta de la Reina Victoria, tendría mayor peso histórico en la realeza europea. Fue María de Edimburgo que llegó a ser reina de Rumania (de 1914 a 1923); también era nieta por parte de madre del Zar Alejandro II

Las quinta y sexta hijas fueron Elena y Luisa, respectivamente, cuya importancia histórica fue mucho menor al casarse con nobles de la época de menos relevancia. Incluso Luisa no tuvo descendencia de su matrimonio con el marqués de Lorne. En cambio, el tercer hijo varón de la Reina Victoria, el séptimo de los hijos, el príncipe Arturo, casó con Luisa Margarita de Prusia. De este enlace surgiría la primera relación monárquica con los reyes suecos y daneses, pues la hija de ambos y nieta de Victoria, Margarita de Connaught, fue la primera esposa del rey Gustavo VI Adolfo de Suecia

Luego, la hija de Margarita de Connaught sería Ingrid (ya biznieta de Victoria), quien se casó con el que más tarde sería Federico IX de Dinamarca, padre de la actual Margarita II de DinamarcaEl octavo hijo de la Reina Victoria también sería varón, fue el príncipe Leopoldo, duque de Albany. De su descendencia destacó el último duque de los ducados alemanes, Carlos Leopoldo, de donde provenía la familia; los ducados de Sajonia-Coburgo-Gotha.

La reina Victoria Eugenia en el bautizo de su biznieto, el actual rey de España Felipe VI


Y el último de los hijos de Alberto de Sajonia y la Reina Victoria, el noveno, es el que más nos relaciona en la historia de España con los descendientes de este «matrimonio victoriano». Sería hija, Beatriz María Victoria Feodora del Reino Unido, que fue por matrimonio princesa Beatriz de Battenberg. Entre su descendencia destaca una de las nietas preferidas de la Reina Victoria. Se trata de Victoria Eugenia de Battenberg, una de las princesas más bellas de principios del siglo XX que se casaría con Alfonso XIII, abuelo del rey emérito Juan Carlos I. La reina Sofía de Grecia, que casó con el emérito, también tiene parentesco con la Reina Victoria. Algo más intricado porque sus dos líneas de ancestros provienen de la hija mayor, Victoria de Prusia. Por eso la línea más directa es la de esta nieta de la emperatriz Victoria que llevaba su nombre, Victoria Eugenia, abuela de Juan Carlos y bisabuela del actual monarca español, Felipe VI.  

Según un calculo estimado por especialistas en casas reales y protocolo, los descendientes de la Reina Victoria superan actualmente los 800 miembros. Repartidos entre nietos, biznietos y tataranietos por toda la nobleza y monarquías de Europa; sean reinantes o destronadas...

Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador

Publicar un comentario

0 Comentarios