Ha muerto Mijaíl Gorbachov a los 91 años este pasado 30 de agosto. El titular bien podría ser un alegórico juego de palabras: «Ha muerto el siglo XX a los casi cien años». Personaje clave en la historia contemporánea más reciente, en definitiva del siglo XX, Gorbachov fallece en medio del olvido que teníamos del pasado siglo. Él mismo sufría esa memoria perdida, por su enfermedad de los últimos años y por estar discriminado en Rusia. Había seguido siendo crítico con la deriva autócrata que estaba teniendo el país y muchos rusos consideraban al último presidente de la Unión Soviética como el único responsable de su «total destrucción».
Apartado de toda notoriedad e influencia en la sociedad rusa, sin embargo mantenía esa aureola de prestigio y respeto debido que todo personaje histórico posee aunque sea menospreciado. Incluso el criticado presidente Putin por Gorbachov mantenía las formas y mostró la «formal consideración» hacia su figura hasta el día de su muerte. Y eso que Vladímir Putin lleva más de veinte años deshaciendo el camino de apertura democrática y de entendimiento con Occidente que inició Mijaíl Gorbachov allá por 1985. Si bien muchos historiadores asocian a Gorbachov con el más rotundo fracaso político del siglo XX, pues su intento de reformar la URSS supuso en realidad su disolución, el personaje ha sido crucial para el devenir histórico de los últimos cuarenta años.
El tópico de que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer también se cumplió con Gorbachov. Raisa Gorbachov o Gorbachova, como escriben en ruso y ucraniano sus apellidos de casadas para feminizarlos, se había licenciado en la Universidad Estatal de Moscú en 1955 en la rama de humanidades, con filosofía y sociología como especialidades. En esos años universitarios ya era pareja de Mijaíl y ambos planearon casarse pero trasladando su residencia a Stavropol, ciudad alejada lo suficiente de la capital soviética como para no sufrir «censura» en su activismo intelectual. Los Gorbachov formarían parte, en esos iniciales años de su matrimonio, de una incipiente pequeña élite intelectual «liberal», que se reunía en esa ciudad de provincias para debatir horas y horas de filosofía y política, introduciendo Raisa la lectura de escritores occidentales de la nueva izquierda como Herbert Marcuse o Jean-Paul Sartre.
Hacía poco que Stalin había muerto (1953) y en el Kremlin comenzaba un proceso de autocrítica sobre el dictador comunista que sorprendería a propios y extraños. Fue esa corriente reflexiva lo que permitió a los jóvenes Gorbachov y a su círculo social acercarse a las «inteligencias» de Occidente. De ese ambiente sociológico saldría Alexander Yakovlev, amigo de Gorbachov, que en 1958 sería uno de los primeros estudiantes de intercambio con los Estados Unidos. Ese «camarada Alexander» iba a ser, cuando Gorbachov llegó al poder en 1985, el principal ideólogo de la Glasnost; el proyecto democratizador de los medios informativos en la URSS.
Gorbachov lee ante las cámaras de televisión el discurso de renuncia como presidente de la URSS, el 25 de diciembre de 1991 (fecha del calendario occidental) |
Mijaíl Gorbachov también se había licenciado en 1955 como su pareja Raisa en la Universidad Estatal de Moscú, pero en Derecho. Es decir, cuando llegó al politburó en 1980 y luego fue elegido Secretario General del Partido Comunista en 1985, era el primer «jerarca soviético» con título universitario. Antes todos los que habían llegado a las más altas cotas de poder en la URSS tenían solamente el grado de secundaria, formación técnica profesional o provenían de las escuelas militares. Él y su mujer mantuvieron durante toda la carrera política de Gorbachov el interés por fomentar el debate intelectual progresista -y democrático-, a través sobre todo de cuidar sus antiguas amistades universitarias y de introducirse en los círculos de «apparatchiks ilustrados» influidos por todos los movimientos sociales y culturales occidentales en la intensa década de los años 60. Conociendo estos antecedentes en su formación intelectual, se comprenden mejor las «capacidades reformadoras» que mostraron una vez llegados al poder supremo en Moscú y que realizaron todavía en plena Guerra Fría.
Era incapaz de tonar decisiones sin el consejo de su esposa... comentaría un alto funcionario soviético al periodista Jack Matlock durante un reportaje sobre el «camarada Gorbachov»
Fotografía de una joven Raisa, en los años universitarios |
Es decir, con la muerte de Gorbachov muere también una de las mayores «paradojas» del siglo XX
Historiador y periodista
0 Comentarios