Gorbachov y la muerte del siglo XX

 

Retrato de Gorbachov de finales de 1991; la seriedad reflejada en su rostro sirve de documento sobre los complicados últimos días de la Unión Soviética. Fotografía de mi biblioteca personal, tomada del libro Un imperio fallido. La Unión soviética durante la Guerra Fría, del historiador V.M. Zubok


 Ha muerto Mijaíl Gorbachov a los 91 años este pasado 30 de agosto. El titular bien podría ser un alegórico juego de palabras: «Ha muerto el siglo XX a los casi cien años». Personaje clave en la historia contemporánea más reciente, en definitiva del siglo XX, Gorbachov fallece en medio del olvido que teníamos del pasado siglo. Él mismo sufría esa memoria perdida, por su enfermedad de los últimos años y por estar discriminado en Rusia. Había seguido siendo crítico con la deriva autócrata que estaba teniendo el país y muchos rusos consideraban al último presidente de la Unión Soviética como el único responsable de su «total destrucción»

Apartado de toda notoriedad e influencia en la sociedad rusa, sin embargo mantenía esa aureola de prestigio y respeto debido que todo personaje histórico posee aunque sea menospreciado. Incluso el criticado presidente Putin por Gorbachov mantenía las formas y mostró la «formal consideración» hacia su figura hasta el día de su muerte. Y eso que Vladímir Putin lleva más de veinte años deshaciendo el camino de apertura democrática y de entendimiento con Occidente que inició Mijaíl Gorbachov allá por 1985. Si bien muchos historiadores asocian a Gorbachov con el más rotundo fracaso político del siglo XX, pues su intento de reformar la URSS supuso en realidad su disolución, el personaje ha sido crucial para el devenir histórico de los últimos cuarenta años. 

El tópico de que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer también se cumplió con Gorbachov. Raisa Gorbachov o Gorbachova, como escriben en ruso y ucraniano sus apellidos de casadas para feminizarlos, se había licenciado en la Universidad Estatal de Moscú en 1955 en la rama de humanidades, con filosofía y sociología como especialidades. En esos años universitarios ya era pareja de Mijaíl y ambos planearon casarse pero trasladando su residencia a Stavropol, ciudad alejada lo suficiente de la capital soviética como para no sufrir «censura» en su activismo intelectual. Los Gorbachov formarían parte, en esos iniciales años de su matrimonio, de una incipiente pequeña élite intelectual «liberal», que se reunía en esa ciudad de provincias para debatir horas y horas de filosofía y política, introduciendo Raisa la lectura de escritores occidentales de la nueva izquierda como Herbert Marcuse o Jean-Paul Sartre

Hacía poco que Stalin había muerto (1953) y en el Kremlin comenzaba un proceso de autocrítica sobre el dictador comunista que sorprendería a propios y extraños. Fue esa corriente reflexiva lo que permitió a los jóvenes Gorbachov y a su círculo social acercarse a las «inteligencias» de Occidente. De ese ambiente sociológico saldría Alexander Yakovlev, amigo de Gorbachov, que en 1958 sería uno de los primeros estudiantes de intercambio con los Estados Unidos. Ese «camarada Alexander» iba a ser, cuando Gorbachov llegó al poder en 1985, el principal ideólogo de la Glasnost; el proyecto democratizador de los medios informativos en la URSS

Gorbachov lee ante las cámaras de televisión el discurso de renuncia como presidente de la URSS, el 25 de diciembre de 1991 (fecha del calendario occidental)


 Mijaíl Gorbachov también se había licenciado en 1955 como su pareja Raisa en la Universidad Estatal de Moscú, pero en Derecho. Es decir, cuando llegó al politburó en 1980 y luego fue elegido Secretario General del Partido Comunista en 1985, era el primer «jerarca soviético» con título universitario. Antes todos los que habían llegado a las más altas cotas de poder en la URSS tenían solamente el grado de secundaria, formación técnica profesional o provenían de las escuelas militares. Él y su mujer mantuvieron durante toda la carrera política de Gorbachov el interés por fomentar el debate intelectual progresista -y democrático-, a través sobre todo de cuidar sus antiguas amistades universitarias y de introducirse en los círculos de «apparatchiks ilustrados» influidos por todos los movimientos sociales y culturales occidentales en la intensa década de los años 60. Conociendo estos antecedentes en su formación intelectual, se comprenden mejor las «capacidades reformadoras» que mostraron una vez llegados al poder supremo en Moscú y que realizaron todavía en plena Guerra Fría

Era incapaz de tonar decisiones sin el consejo de su esposa... comentaría un alto funcionario soviético al periodista Jack Matlock durante un reportaje sobre el «camarada Gorbachov»

Como una metáfora algo irónica, Raisa Gorbachov murió en el estertor del siglo XX, en 1999, y supuso para su marido una «muerte anunciada» de todo lo que había supuesto ese siglo en sus vidas, en la de sus conciudadanos y en el orden mundial de sus últimas décadas. Al morir su esposa, hacía casi una década que él había perdido el poder en una serie de vertiginosos acontecimientos, propios del fin de una época; y tan sólo tres años de su intento en 1996 por acceder a la presidencia de la Federación Rusa. Para Mijaíl Gorbachov comenzó su particular «desmemoria histórica», tan utilizada con el devenir del siglo XX; siempre con la etiqueta del siglo más nefasto, con dos guerra mundiales, la amenaza nuclear... 

Fotografía de una joven Raisa, en los años universitarios


 Gorbachov nació el 2 de marzo de 1931 en el municipio de Privólnoie, perteneciente a la administración de la ciudad de Stavropol, cerca del Cáucaso y de la frontera sureste de Ucrania. A esa ciudad volvió con Raisa tras acabar sus estudios universitarios en Moscú. Capital rusa a la que regresó cuando su carrera política dentro del partido (PCUS) en su región natal tocó techo. Era la década de 1970, llegando a ser nombrado en 1978 Secretario de Agricultura del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Después, a mediados de la década siguiente (1985) comenzaría su «entrada en la Historia» por la puerta grande. La mencionada Glasnost y la Perestroika (reforma socioeconómica) fueron los términos que significaron a sus políticas reformistas como presidente de la URSS. Ni siquiera la catástrofe nuclear en 1986 de Chernóbil le restaría mucho de su carisma internacional, a pesar de demostrar ese incidente que el régimen soviético era ya un cadáver que ni sus reformas reanimarían. 

Unas políticas que sedujeron a los dirigentes occidentales y a sus sociedades porque básicamente era «imponer» a todos otra forma de hacer política y de ver el mundo. En lugar de seguir promoviendo al frentismo de los dos bloques, Gorbachov trabajó para procurar el desarme nuclear mundial. Por eso recibiría en 1990 el Premio Nobel de la Paz. Partidario sincero de no usar la violencia para resolver problemas de cualquier índole, demostraría esa sinceridad de actitud cuando se negó a firmar la orden militar que hubiera puesto al Ejército soviético al frente de la crisis de 1991, que acabó con la desintegración de la URSS. Imaginamos que estos últimos seis meses, desde la invasión rusa de Ucrania, han sido para el ex presidente Gorbachov y su Fundación (que lleva su nombre) un gran golpe contra sus convicciones. Que por extraño que parezca se basaban en reformar para mantener al Estado social de la Unión Soviética

Es decir, con la muerte de Gorbachov muere también una de las mayores «paradojas» del siglo XX

 
Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista

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