Una serie de periódicos y diarios de la época con la portada del 20 de Noviembre de 1975: la muerte de Franco |
La ideología política franquista se
podría resumir en la frase que sirve de titular a este artículo. Una supuesta mentalidad apolítica que seduce por su directa hostilidad contra los políticos y sus acciones. El autor de la frase es Francisco Franco, el dictador español
que fue jefe del Estado durante casi cuarenta años (1939-1975) y que prohibió los partidos políticos. Lo que hacía más hipócrita si cabe su frase.
Franco lleva muerto casi medio siglo, el 20 de noviembre del próximo año 2025 será un «20-N redondo», el 50º Aniversario de la muerte de Franco. Es una fecha impresa en el imaginario colectivo español al ser la fecha de una «muerte muy señalada». Un hito de nuestra historia más contemporánea desde el que parten muchas importantes etapas que marcan nuestro presente sociopolítico.
Aunque, en realidad, esa fecha y su aniversario forma parte de la memoria de las generaciones más
mayores. Los más jóvenes -por dejadez y desidia educativa- tienen una visión demasiado vaga o mal
enfocada de lo que supuso ese nefasto dirigente político para la historia
contemporánea de España. Una ignorancia que favorece a los actuales populistas de las redes sociales, pues su menosprecio y odio a los políticos proviene de la misma mentalidad del dictador y no es fruto de una bienintencionada dignidad popular frente a los «odiosos políticos».
Después de la muerte del dictador
hubo que liquidar al franquismo. Pero
no sería tarea sencilla pues era el mismo régimen franquista el que pilotaba, en cierta
manera, su transformación en un sistema democrático. Fueron personalidades que ya eran políticos
con las mejores influencias dentro del franquismo los que se encargarían de pactar y negociar con el anti-franquismo. Con los partidos políticos democráticos que fueron abolidos en la dictadura y paso a paso legalizados en una transición que debía ser pacífica y tener algo
de catarsis.
Por eso y debido a esa inevitable ligazón entre los liquidadores y
los liquidados de la dictadura, la huella del franquismo
sigue muy latente en ciertos aspectos de la sociopolítica española. Por ejemplo en el supuesto apoliticismo que muchos votantes tendrían y que demuestran con un voto a personajes populistas que se declaran apolíticos en sus redes sociales. Y eso es lo que encerraba esta famosa frase de Franco: “Haga como yo, no se meta en política”.
El dictador Franco. Imagen Wikimedia |
Por lo visto, esa frase se la dijo Franco al director del diario Arriba, Sabino Alonso Fueyo, ante las quejas del periodista por las presiones que recibía de diferentes jerarcas del Movimiento Nacional. Presiones para ejercer una supuesta influencia política con su periódico en las decisiones políticas que debían tomarse en la cúpula del régimen. El dictador hizo ese reproche al periodista recordando la idea impuesta al español medio de que la política era falaz y mezquina.
No era necesario preocuparse de los asuntos políticos teniendo un «Padre de la Patria» (Franco) que se preocupaba de todo y tenía solución para todos los problemas. Esa mentalidad ha podido dejar impronta en muchos aspectos del carácter sociopolítico de los españoles de varias generaciones. Lo que de manera coloquial se afirma diciendo que «los españoles tienen poca cultura democrática» y que abona el clima de «antipolítica» que se puede dar en casos tan dramáticos como la actuación política en la reciente catástrofe de la Dana en Valencia.
Además, era una estrategia manipuladora y falsa. Pues el supuesto «apoliticismo» de Franco y de los militares franquistas, era una forma más de política. Era un método de control social, haciendo política con la «No Política». Resultó, curiosamente, una manera de «politizar» al ciudadano en la no participación política.
La democracia es, sobre todo, que a «todas y todos» nos importe la política siendo también algo políticos. La política en sí no es mala, significa servicio a la ciudadanía. Lo que existe como realidad social son los «malos políticos», el escenario de villanía atribuida a todos los políticos y la inexistencia de un Estado democrático es lo que no es real. Es una mentira -fake- y no debería creérsela
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