El candidato ganador de las elecciones a la Casa Blanca de este 5 de noviembre, el hombre blanco rico Donald Trump, junto a otro hombre mucho más rico que él, el archi-multimillonario Elon Musk que lo financió y apoyó durante la campaña. Imagen captura de pantalla de una web sobre economía |
Analizando la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos que le lleva por segunda vez a la Casa Blanca, me acordé de un dato que me llamó la atención la primera vez que lo conocí. Se trata de una enmienda o artículo que se expresó en la Declaración de Independencia americana y en las sucesivas convenciones que luego fueron base de la Constitución del país. En concreto es el derecho a la Felicidad y ya en la misma proclama de independencia se manifestó como una «búsqueda de la felicidad».
Vemos al viejo anhelo de la humanidad convertido en derecho fundamental: el ser humano tiene «derecho» a buscar la felicidad. Será un fundamento de libertad relacionado con los otros derechos que se fueron detallando en la Convención de Filadelfia. A los fundamentales como la libertad y el derecho a la vida, se sumaron los derechos al progreso, al bienestar y al éxito personal. Ideas para el articulado de la Constitución inspiradas en el liberalismo de John Locke (1632-1704) y el republicanismo ilustrado naciente en esas colonias británicas.
Es decir, prácticamente desde la fundación de esa nación el 4 de julio de 1776 la sociedad estadounidense que se iba conformando debía tener como objetivo esencial «buscar la felicidad». Ese lugar del mundo además de ser pionero en libertades políticas lo fue en el desarrollo del sistema capitalista. Enseguida se sospechó que la «Felicidad» iba muy ligada a la riqueza material. Surgió un fundamento ético y hasta se puede decir que una esencia cultural de los Estados Unidos que se denominó: el sueño americano.
Un sueño muchas veces basado en el «éxito individual y egoísta» que provoca en ocasiones grandes frustraciones cuando no se alcanza. Incluso un anhelo de triunfo social que descuida, con injusticias notorias, al necesario «bien común» que debe procurar una sociedad. Por lo visto, mucha de esa frustración personal ha tenido que ver en el triunfo electoral de Donald Trump este pasado 5 de noviembre. Un malestar económico vinculado a la gran disminución del poder adquisitivo de las clases medias y bajas, relacionado con unos años inflacionistas, se ha instalado como la principal «infelicidad» en millones de estadounidenses. Trump les dijo que él lo arreglaría y le han creído.
De
esta manera, en estas presidenciales 2024 de Estados Unidos ha ganado el «Sueño
Americano» de ser felices y para ello debes de ser multimillonario. Es más,
viendo el voto tan heterogéneo que ha tenido Donald Trump, ha ganado el sueño
de ser un hombre rico blanco heterosexual y empoderado. Que es lo que
representó con simpleza política pero con gran eficacia electoral durante la campaña el candidato
republicano. Piensen que negros, hispanos y muchas mujeres, más de las
previstas, han votado a ese sueño americano de ser un hombre blanco
multimillonario.
0 Comentarios