Portada del cuento de los niños perdidos, Hansel y Gretel |
No seré la primera persona que al
llegar a la edad adulta se sorprenda del éxito universal de los cuentos de los hermanos Grimm. Unos relatos llenos
de muerte, odio, envidia, celos, mezquindad y miseria. Desagradables
ingredientes para unas historias donde los niños pierden la inocencia de golpe
y suelen ser las principales víctimas de planes sádicos; como los del
matrimonio, leñador y madrastra (la imprescindible madrastra de los cuentos de
los Grimm), que agobiado por la miseria decide dejar a sus hijos en la espesura
de un bosque, con la esperanza de que se pierdan, no sepan volver a casa y no
tengan que ocuparse más de su manutención.
Suponemos que algún caso similar,
de abandono paterno por extrema miseria, puede existir entre los 10.000 niños ‘no acompañados’ que la Europol (Oficina Europea de Policía) calcula se encuentran
“desaparecidos”, fuera del control jurídico y legal de las instituciones
europeas. Estos niños perdidos no
son parte de la “fantasía” de un relato oscuro, aunque lo parezcan; son
consecuencia inadmisible de la crisis de
refugiados que experimenta Europa
desde el último año, con el agravamiento de la guerra civil Siria. Ante tamaña barbaridad se da explicación,
aunque cueste creer que la tenga.
Menor en un centro de acogida. Fuente de la fotografía |
Las teorías más optimistas exponen que muchos de esos niños habrán conseguido reunirse con familiares o con refugiados relacionados con sus familias y que no lo han comunicado a las autoridades. Esa explicación se basa en que los “desaparecidos” no son al cruzar las fronteras “por arte de magia”, la inmensa mayoría se escapa del control europeo desde los mismos campamentos y centros de acogida ya en territorio de Europa. Se argumenta que se cansan de esperar y buscan por sus medios a sus familiares.
Pero esa lógica “chirría” cuando
se reconoce que se les pierde de vista desde los mismos centros de acogida, ¿es
que no se les identifica y controla? Si tienes los nombres y apellidos de X
niños, alojados en X lugar, cómo un buen día ya no están en ese lugar y no sabes
cuántos son y cómo se llaman los que se han “perdido”. Es cuando las teorías más
pesimistas hacen presencia y se habla del “tráfico
de personas”, de la explotación laboral y sexual infantil; de una sádica y
oscura red o mafia que estaría secuestrando y abusando de la indefensión de
estos menores.
Los mismos agentes de la Europol son los más partidarios de esta última y
penosa explicación, sus investigaciones llevan desde mayo pasado a un “agujero
negro” en Italia, donde estarían “perdidos”
cerca de 5.000 niños que estaban
registrados en diferentes campos de refugiados. Se sospecha de una “infraestructura criminal paneuropea”, con
centrales en Hungría y Alemania, que
desde hace año y medio se está aprovechando del caos y descontrol de los
Estados europeos en la gestión de la crisis migratoria que sufre Europa, desde dos focos principales de inestabilidad: Oriente Medio y África.
Hansel y Gretel, logran sobrevivir por méritos propios, con astucia
y pundonor, ante la amenaza sádica de una bruja que se los quería comer. La
bruja les atrajo con una casa hecha de chocolate y con abundante comida, algo
así como la atracción que tienen los niños refugiados por Europa y, además, la metáfora de “devorar” a estos niños
también se da con la organización criminal que ofrece en bandeja a estos
menores a las gentes sin escrúpulos, pederastas y explotadores laborales infantiles
(los nuevos esclavistas).
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