Historia y Cultura como títeres de la política

Lorca ante un cartel de la compañía de teatro de la que era promotor cultural


¿Qué es la Historia? ¿Qué se supone es la Cultura? Ante estas preguntas se disponen variadas respuestas que sirven de debate académico por los siglos de los siglos. Lo más evidente es que forman patrimonio, son propiedad, de la Humanidad. Quizás en el sentido de propiedad, de algo propio del ser humano, esté la mejor explicación de lo que son Historia y Cultura. Cuando nos sentimos propietarios de algo solemos usarlo con desmedida libertad o confianza. Nos iría mejor si muchas de esas “propiedades humanas” fuesen tomadas como conceptos en alquiler, en usufructo, sabiendo que su disfrute es temporal y se debe dejar en buen estado a las siguientes generaciones.

Pero no, no es así. La Historia es propiedad de los vencedores, un axioma que pocos discuten y la Cultura es propiedad, lógico, del que la adquiere o intenta adquirirla. Estos conceptos son manejados desde la colectividad, no pueden ceñirse a la individualidad. Aunque cada persona tiene su historia y su cultura, ambas están manejadas por los hilos sociales y éstos, a su vez, por los titiriteros de la política (poderes). El abuso de confianza que se hace por los poderes de la Historia y de la Cultura, hace que se hable de historia oficial o de cultura social; resultando natural en una época poner el nombre de un falangista a una calle y antinatural en otra época, cuando los vencidos vuelven a tener control sobre los hilos de la cultura y de la historia.

En cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica (2007), el Ayuntamiento de Madrid tiene un Plan Integral de Memoria de la capital y ha querido asesorarse con un grupo de historiadores contemporáneos de la Universidad Complutense, la entidad conocida como Cátedra de Memoria Histórica del Siglo XX. Filtraciones de prensa han puesto a debate las consideraciones de esta cátedra, que como historiador seguidor de sus actividades me han sorprendido, pues pretendía incluir a figuras de la cultura popular y artistas de talla universal durante el franquismo como susceptibles de ser eliminados del callejero de Madrid (Salvador Dalí, Pla, Mihura, Santiago Bernabéu, Manolete...). Pronto, la alcaldesa Carmena desmintió que existiera ya un informe definitivo sobre los nombres franquistas a eliminar y menos que incluyese a esos intelectuales y artistas.



Esta nueva polémica, frecuentes en el consistorio madrileño en referencia a la Cultura (Cabalgata de Reyes, Carnaval con inapropiados títeres que acaban vistos por niños...), no hace más que reflejar el renovado ambiente hostil que se vive entre las clásicas izquierdas y derechas en el panorama político español, centrado en Madrid por la incertidumbre que se vive en la compleja formación de un gobierno para el país. Y digo clásicas derechas e izquierdas porque aunque parezcan actores renovados, una izquierda proveniente del activismo social y una derecha con más cultura democrática, actúan como "delegados culturales" del antecesor histórico de cada facción cuando los "hilos políticos" sacan a escena los títeres de la memoria histórica.

Una vez leída la noticia del diario que filtró informes de la cátedra, los desmentidos del Ayuntamiento, y el comunicado de esa entidad que hasta el martes era colaboradora de la Complutense, ¿a quién creer? Todos se exculpan de haber cometido errores que son muestra más del hacer de titiriteros manipuladores, incultos y ahistoriados, que de profesionales de la investigación histórica y de funcionarios municipales democráticos. Sospecho que en el equipo de Manuela Carmena existen titiriteros con un sentido ácrata de la política que le están haciendo chapuzas en algo tan serio como es la política de la memoria histórica.

Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid
Al menos, en opinión de la marioneta que escribe este texto, la alcaldesa de Madrid ha demostrado el equilibrio y sensatez que requerían estas "comedias", tanto en el caso de las calles y monumentos franquistas, como en el de los titiriteros anarquistas detenidos por supuesto enaltecimiento del terrorismo. Lamentable incidente al haber menores por medio, pero que no merecía tan desmesurado castigo de prisión. Ya están libres, pero el caso es una muestra más de lo tensos que se pueden poner los "hilos" que quieren manejar nuestra cultura e historia.












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