Rim Jon-Sim, olímpica norcoreana oro en halterofilia. Imagen AP |
Bajita y contrahecha, sin músculos dibujados en sus brazos o en sus piernas, se dirige provista de una sonrisa de porcelana asiática hasta la tarima donde le esperan los 153 kilos de las pesas que va a levantar. A simple vista nadie diría que esa mujer pequeña y sin grandes espaldas sea la campeona olímpica en Londres 2012 en categoría de 69 Kg y que ahora lo vaya a ser de los Juegos de Río 2016 en el peso de 75 Kg femenino. Sorprende que esos brazos cortos puedan levantar en dos tiempos más de 150 kilogramos de hierro. Quizás las piernas, también cortas pero arqueadas y robustas, puedan argumentar con algo más de sentido que esa atleta norcoreana de 23 años, Rim Jong-Sim, levante como el que alza un bebé de seis meses esa tremenda barra llena de kilos.
El comentarista de la televisión que estoy siguiendo realiza un comentario desapasionado pero cargado de razón: "la atleta de Corea del Norte es pura técnica". Y yo me imagino a esa niña nacida en Pyongyang en su entrenamiento diario, espartano y militar, levantando pesas según la depurada técnica comunista, primero soviética y luego de la República Popular China. Así ha conseguido el sueño de cualquier atleta olímpico: repetir medalla de oro en varias olimpiadas consecutivas. Lo que nos vendría a decir que da igual que el gato sea negro o blanco, mientras cace ratones. La delegación de atletas de Corea del Norte acude a los juegos olímpicos con un halo de hermetismo como el que rodea al país, encerrado en sus fronteras. Saben en lo que son excelentes deportistas y van a demostrar al mundo que una sociedad alienada bajo un líder paternalista autoritario también consigue medallas. Muchas más que muchos países libres y capitalistas.
Es curioso observar que los triunfos norcoreanos son en deportes individuales. Por ahora ninguna medalla ha sido ganada en deportes de equipos. La mayor parte de las 7 medallas han sido en halterofilia (4) y en deportes tan "solitarios" como el tiro deportivo o el tenis de mesa. Habría que esperar que esa coordinación de equipo que demuestran en los desfiles militares y paramilitares por las avenidas de Pyongyang tuviera reflejo en los resultados de competiciones por equipos. Sin embargo, son logros individuales para una sociedad alienada y cerrada que audita al milímetro las actuaciones de sus deportistas. Según algunos medios acreditados en Río 2016, el deportista Om Yun-Chol en categoría de 56 kilos masculinos de halterofilia, teme por su vida al no conseguir la medalla de oro. Considera que una medalla de plata no es suficiente para honrar a su pueblo y a su líder supremo, Kim Jong-Il. Con asombrosa resignación dice comprender que la guardia personal del amado líder le ejecute al llegar a la República Popular de Corea del Norte.
Foto que molestó al presidente ucraniano. Fuente imagen REUTERS |
Atletas rusos y ucranianos, al borde de la "ruptura de relaciones"
Al igual que los norcoreanos cuando se encuentran con los atletas de Corea del Sur, que fuerzan una aparente cordialidad para respetar el espíritu olímpico que debe prevalecer en Río 2016, atletas ucranianos y rusos se han visto obligados a sobrellevar situaciones embarazosas, donde sus mandatarios han cortado de raíz cualquier afinidad, amistad o buen talante observado entre los deportistas de ambos países, inmersos en un conflicto diplomático y militar desde la anexión rusa de Crimea en 2014. Muestras de cordialidad como una foto de un brazo ucraniano apoyado en un deportista ruso, han conseguido rabietas institucionales de gran inmadurez por parte de los dirigentes ucranianos. De una orden directa del presidente ucraniano, Poroshenko, tras su enfado por estas imágenes, se deduce la tajante prohibición de hablar con la prensa rusa a toda la comitiva olímpica ucraniana.
La tensión política-militar de estas últimas semanas, con acusaciones rusas sobre espionaje y sabotaje militar ucraniano en Crimea, culmina ahora con la puesta en alerta máxima a las tropas ucranianas en la frontera de su antigua "provincia" y con un reforzamiento de las tropas que vigilan los movimientos del vecino, antiguo aliado... más que eso, hermano en historia, etnia, cultura y raíces lingüísticas (el ruso es idioma más hablado en la mitad sur y oriental de Ucrania). Mientras, en Río 2016, los deportistas rusos y ucranianos tendrán que disimular tanto su deseo de cordialidad como sus deseos de rivalidad más allá de lo deportivo.
Que la situación de una sociedad en los planos político y económico pueden afectar a los resultados olímpicos de sus deportistas está ejemplificado en el hecho que Ucrania lleva menos deportistas en estas olimpiadas desde su participación como país independiente. Además, los expertos preveían unas 25 medallas para Ucrania, con unas 7 medallas de oro, y por ahora no llevan más que 5 medallas y ninguna de oro. Rusia se mantiene en los puestos de honor del medallero (es cuarta, detrás de EEUU, Reino Unido y China), pero a estas alturas de la competición, es también demostrativo del "mal momento" que tengan ganadas más medallas de plata y bronce que de oro. Sobre muchos atletas rusos se ha plegado la acusación de dopaje y parece que en sus federaciones deportivas olvidaron los arduos y puristas sistemas de entrenamiento soviéticos que ha seguido usando Rim Jong-Sim, la pequeña atleta norcoreana.
Gustavo Adolfo Ordoño ©
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