Fotograma de la afamada película de David Bowie, "Feliz Navidad, Mr. Lawrence", donde da vida a un prisionero británico en un campo de concentración japonés |
Cuando leemos “campos de
concentración” la mente se nos va a los campos nazis, esos lugares tan horrendos que luego acabaron siendo la mayoría
campos de exterminio para judíos y otras personas que habían llegado como prisioneros
a esas grandes cárceles. Sin embargo, los campos de concentración como
herramienta de control y opresión de grandes masas de personas no tienen su
origen en la Alemania nazi. Eso sí, el Tercer
Reich llegaría al máximo extremo de la perversión cuando convirtió una
reconcentración de personas privadas de libertad en una fábrica de horror y
muerte.
Parece que británicos y españoles, dos viejos imperios de la historia
universal, comparten el dudoso honor de
ser los “inventores” de los campos de concentración. En el caso de los
primeros, los ingleses, emplearon lo más parecido a un campo de concentración
en la ‘Guerra de los Boers’ (Sudáfrica).
Se trataba de construir nuevos poblados cercados y vigilados para los granjeros
boers (colonos afrikáner) refugiados a
los que se les había quemado su granja y destruido sus plantaciones, como
manera de evitar que dieran soporte a los guerrilleros boers que luchaban contra el Imperio británico.
El caso español no debería
considerarse origen del campo de concentración. No se trata de chovinismo patriotero
por ser el autor de este texto de esa nacionalidad. Por razones ideológicas y
planteamientos que nacen viciados de hispanofobia, la actuación mezquina y
cruel del general Weyler durante la
segunda guerra de Cuba (1895-1898) se ha convertido en el verdadero origen del
campo de prisioneros. Pero un estudio de la documentación existente lo que
demuestra es que Weyler utilizó una
táctica militar extrema contra población civil, en el intento de controlar el
apoyo popular a la causa independentista. No se construyeron recintos cerrados
con torres de vigilancia, como sí se llegó a hacer en la Guerra de los Boers en África.
No es excusar la crueldad
empleada por el jefe de los militares españoles
en Cuba, se trata de ajustarse al rigor histórico. La reconcentración de
aldeanos, granjeros y habitantes de pueblos en una villa mayor era una manera
de controlar a la población, evitar
el soporte a las milicias independentistas y aumentar el bloqueo económico del
enemigo. Desde luego que produjo opresión
y hambre entre los cubanos, al quedar hacinadas muchas personas en un solo
pueblo. Pero esa medida no supuso construir una estructura delimitada por muros
y vigilada por torres con soldados armados. Es más, muchos soldados españoles
que debían controlar esa forzada «reconcentración»
de personas fueron víctima de la misma hambruna.
Una madre de etnia japonesa y su hija son etiquetadas antes de confinarlas en un campo de concentración de California |
O tros
campos de concentración contemporáneos a los nazis y poco conocidos
Cualquier aficionado a la historia contemporánea podría hacer su
lista de “los otros campos”. Así, de primeras, nos acordamos de los campos de concentración que sufrieron
los españoles exiliados tras la Guerra Civil en Francia; o los campos de concentración para japoneses en suelo estadounidense durante la II Guerra Mundial; o
los campos de concentración construidos
por los nipones en todos los rincones de Asia que iban conquistando. Pero
veamos con más detalle alguno de los mencionados...
En España es imposible hablar de campos de concentración sin que
aparezcan los prejuicios y los enfrentamientos políticos. Los campos de prisioneros franquistas son
un hecho contrastado, a pesar de todo el olvido que el Régimen intentó propagar
sobre el asunto. De un campo de concentración salían los trabajadores forzosos
que construyeron el Valle de los Caídos.
Pero, claro, la derecha española más astuta se moviliza rápido para replicar
que existieron campos de concentración
republicanos. Y lo demuestran tirando de hemeroteca donde aparecen decretos
de urgencia del gobierno Largo Caballero
ya en plena guerra, diciembre de 1936, proyectando concentraciones de prisioneros
para trabajos forzados. Lo que no puntualizan es que pocos de esos proyectos de
la República se pudieron llevar a cabo o tuvieron una corta existencia.
Quizás los campos de concentración que resultan más chocantes, por la imagen
positiva de ser los “buenos” que se otorga a EEUU en la guerra mundial, son los
construidos para albergar a los ciudadanos
estadounidenses de origen japonés en los mismos Estados Unidos. Los promotores de la idea los llamaron campos
de reubicación y se influyó en la opinión pública americana para que se viese
como un mal menor. La psicosis había cundido tras el ataque traicionero japonés
a Pearl Harbor. Estados Unidos
entra en la guerra y aunque el enemigo está a miles de kilómetros lo siente muy
cerca. Unos 120.000 ciudadanos de etnia japonesa se ven obligados a dejar y
malvender sus pertenencias y ser confinados en campos de concentración en el
Oeste del país, de 1942 a 1948 que se cerró el último de los campos.
El nefasto campo de refugiados españoles en la playa de Argelès-sur-Mer |
Para la historia española es de triste recuerdo el campo de concentración
de Argelès-sur-Mer, en la costa mediterránea francesa. Se calcula
que fueron más de cien mil personas, del medio millón de españoles exiliados que
cruzaron la frontera de Francia tras la derrota de la República en 1939, las
que se hacinaron en esa playa. Las autoridades galas se veían desbordadas y
aunque no era un campo de prisioneros, ese improvisado campo de refugiados
fue más calamitoso que muchos de los campos de concentración que se prodigaron
por Europa en esa primera mitad del siglo XX. Los propios refugiados se
hicieron sus viviendas y la comida llegaba, cuando lo hacía, gracias a la Cruz
Roja. Al invadir los nazis Francia, el campo se abandona y muchos de esos
refugiados acabaron en el peor de los destinos: los ‘campos de la muerte’ nazis.
Fue durante la Segunda Guerra Mundial que se consolidó ese sistema
de represión y hacinamiento de personas que conocemos como campos de
concentración. Podríamos hablar de otros tantos casos: los gulags soviéticos, los campos canadienses para japoneses (y otros
asiáticos) y alemanes, los campos británicos en la India, los franceses en
Indochina, los paraguayos en su mismo país, los imperiales japoneses desde su
expansionismo por toda Asia desde los años 1920...
Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista
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