La Habana cumple 500 años con la primera visita oficial de un rey de España


Captura de la web del diario Granma que recoge la visita del rey Felipe VI a La Habana

La bahía podía guardar hasta una docena de naos. Espléndido puerto natural que descubrió el hidalgo gallego Sebastián Ocampo, cuando circunnavegaba el territorio para demostrar su insularidad. Ya en los primeros viajes de Colón se habían explorado esas costas y al comprobar que eran de tierra más grande que la isla La Española, hizo creer a muchos que eran parte del continente asiático, pues el propósito de esas expediciones seguía siendo encontrar una ruta más corta al Japón y China. Pero el viaje de Ocampo demostró lo contrario, era 1509. Cuando diez años después se decide consolidar la colonización de Cuba, todos recordaron esa bahía magnífica donde recaló la expedición de Ocampo para fundar la que sería la capital cubana, La Habana.

Era un emplazamiento ideal, mucho mejor que el fallido al sur de la isla, cuando se fundó una “primera” Habana por Pánfilo de Narváez en 1514. Bajo la sombra de una ceiba, próxima a la playa de la bahía, dice la leyenda que se realizó la misa inaugural de la ciudad, presidida por el capitán de la expedición, el toledano Juan de Rojas. En La Habana Vieja se edificó un templete neoclásico en el siglo XIX para conmemorar ese dato histórico. Está junto a una ceiba, el gran árbol, como el que se cree dio sombra a los fundadores, mandados por el gobernador Diego Velázquez, de la ciudad durante ese acto simbólico de fundación. El rey de España, Felipe VI, cumple estos días con la tradición de pasear alrededor de la ceiba y el pequeño templo que señala el lugar de fundación de la ciudad, un 16 de noviembre de 1519.

Lo hace muy bien acompañado del 'Historiador de la Ciudad', cargo que ostenta el intelectual cubano Eusebio Leal Spengler. Precisamente, uno de los motivos de la visita del monarca era condecorar al historiador Eusebio Leal con la la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III. Este historiador que ha consagrado su vida al estudio, investigación, conservación y restauración de la capital cubana, ha sido un guía de excepción para los reyes españoles. De su mano han recorrido el casco antiguo de la ciudad, conocido como La Habana Vieja y se han detenido a recibir con detalle las explicaciones sobre ese templete neoclásico que honra la fundación de La Habana.

Construido en 1828, supuso la primera construcción de estilo neoclásico en la capital cubana. El historiador Eusebio Leal Spengler, les habrá recordado al rey Felipe VI y a su esposa la reina Letizia, que se edificó en una década del siglo XIX protagonizada por las emancipaciones americanas. Cuando la mayoría de los territorios continentales vivían la “Revolución Bolivariana”, Cuba erigía un monumento conmemorativo a los fundadores –españoles-  de su capital.
 
El templete, en la Plaza de Armas, de La Habana que conmemora su lugar de fundación. Fuente imagen

En el discurso que Leal Spengler dio en marzo de 2018, conmemorando el 190º Aniversario del templete, puntualizaba algo que seguro también ha comentado este mes de noviembre del V Centenario de la fundación de La Habana a los reyes. La sociedad habanera honraba a sus fundadores y al primer cabildo de la villa, en un acto pacífico y cultural, pero con ello expresaba su anhelo de significar como algo propio, cubano, cada gota de esfuerzo para erigir y mantener esa gran ciudad a lo largo de los siglos.

Como la visita que realizó el rey emérito Juan Carlos I a Cuba fue en el contexto de la Cumbre Iberoamericana de 1999, no se consideró un encuentro de Estado. Tampoco la visita que hizo representando a España en los funerales de Fidel Castro, en 2016, que casi se consideró una visita “privada”. Así pues, este viaje a Cuba de los actuales reyes españoles se considera la primera visita oficial de Estado y, por supuesto, la primera visita de un monarca de la Corona española. Cuando se fundó La Habana, el titular de la Corona española era Carlos I, nieto de los Reyes Católicos. Precisamente ese año de 1519 –de la fundación de La Habana- se postuló al cargo de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, que consiguió finalmente. Muchos historiadores consideran que por ello no hizo mucho caso a sus nuevos “reinos americanos”. Pero no fue así.

Aunque el emperador Carlos V (era Carlos I solo para España) hubiera querido desatender los asuntos americanos y concentrarse en sus objetivos europeos, el mismo devenir histórico se lo impedía. Durante su reinado se completó la mayoría de las conquistas y colonizaciones de los territorios que hoy conforman países como México, todos los centroamericanos, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia... sin olvidar que se completaron y consolidaron las posesiones de la misma Cuba, el futuro Puerto Rico y Jamaica. Es decir, los asuntos a tratar que llegaban de América eran innumerables y complejos.

Acto de entrega este pasado 13 de noviembre de la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Carlos III al historiador cubano, Isidoro Leal. Fuente de la imagen y del fragmento de su discurso

Asuntos como el otorgamiento de los fueros y cabildo de la Villa de San Cristóbal de La Habana, como se hacía en cualquier villa o ciudad castellana, confirmados con la firma del monarca. O como las órdenes para reforzar la protección del puerto y bahía de La Habana, que pronto fue codiciada por los piratas conocedores de su riqueza al ser base estratégica de la ‘Flota de las Indias’. En 1555 en una de esas incursiones, el corsario francés Jacques de Sores saqueó y destruyó media ciudad, dejando apenas 40 personas con vida. El monarca español, que ya era el hijo de Carlos V, Felipe II ordenaría la inmediata reconstrucción de la villa.

El actual monarca hispano, con su visita dentro de la conmemoración del V Centenario de La Habana, afianza ese interés de seguir compartiendo historia y cultura. En un evento de respeto y consideración mutuos, celebrado en el antiguo palacio de los Capitanes Generales –hoy Museo de la Ciudad- Felipe VI escucha las palabras del ‘Historiador de La Habana’:

“Nada tiene nuestra patria que no haya sido signado como hijos de españoles que somos, como nieto de español que fue Antonio Maceo, como hijo de español y española como fue José Martí. Nada tenemos ni nos ha sido otorgado que no se haya conseguido con enorme sacrificio. En esta historia España siempre, de una forma o de otra, nos acompaña y, en cierta medida, aquella batalla perdida la hemos continuado, luchando por la dignidad de un pueblo que habla español, que siente como suyo el romancero y el verso, que ama la literatura y el arte, y que se siente orgulloso de sus padres gallegos, vascos, catalanes, canarios de habla llana....”

  
Gustavo Adolfo Ordoño ©

Periodista e historiador

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