Mi artículos son de Historia, "puritita" divulgación histórica que creo muy necesaria en estos tiempos. Lo digo por si alguno o alguna tiene reparos políticos o prejuicios por posible desinformación a la hora de abrir el enlace. Y si piensa que estoy en la guerra de la retórica, pues tampoco. Aunque a veces le dan ganas a uno de entrar al trapo de esa guerra retórica cultural que «hechos de trascendencia histórica» como el que vivimos ahora generan. Porque se lee cada torticera retórica para justificar ideologías o posiciones políticas que dan tanta rabia como un misil Scud destruyendo un edificio de viviendas...
Según estas retóricas a Putin no se le puede llamar imperialista porque debe tener la misma bula papal que Stalin, que se les olvida invadió también Polonia junto a Hitler y luego se animó con Finlandia (algo muy olvidado en la historia de la Segunda Guerra Mundial). Y lo hizo no para "desnazificar" esos países o llevar el internacionalismo socialista a ellos. Lo hizo por "puritito" imperialismo geopolítico, igual que ahora. Tampoco, para estos retóricos, se puede avivar el anti-imperialismo ruso, o directamente tener rusofobia, porque el único responsable es el perverso Putin y no el “pueblo ruso”. La demagogia de los pueblos “víctimas” es un viejo axioma ideológico que a todo el mundo de buena fe puede convencer. El matiz que derrumba ese argumento demagógico se encuentra también en la pasada historia europea. Eran a los alemanes gobernados por Hitler a los que se odiaba y se tenía miedo a mediados del siglo XX en casi toda Europa.
Parece que los países con pasado fascista no pueden ser un “pueblo victimista”, por lo visto es una exclusiva de los pueblos con pasado comunista. Que muchos rusos se avergüenzan de lo que ha hecho Putin como gobernante de Rusia y se oponen a la guerra no les convierte a todos en "pueblo víctima". De momento Putin sigue en el poder y con bastante apoyo social todavía, prometiendo compensaciones económicas a las familias de sus soldados muertos en una guerra provocada por él... pero en nombre de Rusia. Por eso, retóricos populistas, se ha de ser más comprensivos con la legítima y natural corriente anti rusa que prolifera por el mundo. El agravio lleva el apellido de Rusia, es su Ejército el que ha cometido una agresión injustificada contra Ucrania; y quizá un deportista ruso deplore la decisión de su presidente, pero se le sanciona o excluye no por odio a su nacionalidad, sino por lo que han hecho los rusos.
La paz sería el único legítimo sentimiento que nos debería mover a todos. Sin embargo, Rusia en el contexto de las relaciones internacionales ha cometido un atropello -o un error estratégico para ser más precisos- que abre la caja de la súper incertidumbre. Negociar una paz para Putin no será viable hasta conseguir unos mínimos de lo que se ha propuesto con esta sinrazón. Ucrania está en su derecho a defenderse y resistir, lógico, logrando así mejores condiciones para la posible futura paz. Así que para ese anhelado deseo de paz queda mucho camino incierto... y veremos cómo se construye esa paz, pues de su resultado saldrá otra manera de ordenar el mundo. Este “estilo ruso” si al final consiguiera cumplir sus objetivos o parte de ellos, animaría a la otra superpotencia –China- con problemas geopolíticos a hacer lo mismo. De esta manera, si se vuelve al belicismo para reorganizar el mundo, ¿por qué sería descabellado pensar en una invasión china de Taiwán? Por eso debemos de ser ahora contundentes -a todos los niveles, menos el bélico- contra Rusia, aunque parezca rusofobia.
© Gustavo Adolfo Ordoño
Historiador y periodista
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