Historia del canibalismo; a 50 años de la tragedia de Los Andes, un caso de «canibalismo tolerado»

 

El pasado 13 de octubre se cumplían 50 años del accidente del avión de la Fuerza Aérea Uruguaya que llevaba a un equipo de rugby juvenil. Perdidos por más de dos meses en Los Andes, los supervivientes debieron practicar el canibalismo para sobrevivir  

La noticia impactó a todo el mundo. No solamente por haber sido rescatados de Los Andes tras más de dos meses dados por muertos. Los supervivientes del avión modelo Fairchild Hiller FH-227D, tuvieron que practicar el canibalismo para sobrevivir los 72 días perdidos en esa cordillera donde en las cimas la temperatura no baja de los 20º bajo cero. Enseguida cayó sobre esta tragedia una mezcla de gran curiosidad y de nausea, sentimientos propios hacia el canibalismo y que produce en la sociedad occidental un debate moral sobre lo que seríamos capaces de hacer en caso de necesidad. En Pax Augusta os contamos una breve historia sobre el canibalismo

 Es curioso como en las sociedades occidentales, sobre todo las que están fundamentadas en la civilización judeo-cristiana, el canibalismo fue aborrecido muy pronto. Y eso que en el cristianismo pervivía, en cierta manera, una antropofagia con el ritual del «Cuerpo de Cristo». Además, en la mayoría de las civilizaciones antiguas que han conformado las actuales existió un «dios devorador de hombres». Por ejemplo, el Saturno de la cultura grecolatina devoró a sus hijos porque un presagio le advirtió que uno de ellos lograría destronarlo. Según nacían se los comía. Un acto inhumano y repulsivo, que como vemos en la pintura de Goya, en los ojos del dios, aterrorizaba hasta al mismo caníbal. 

Para algunos estudiosos del tema, el canibalismo fue pronto tan aborrecido por culpa de un miedo ancestral. El temor a ser devorados por «los otros», ya fuesen animales u otros congéneres, que se instaló en la psique humana desde tiempos prehistóricos. Así, la evidente dureza de la vida en la Prehistoria, donde sobrevivir era todo un «reto de dioses», podría explicar la práctica del canibalismo como último recurso de supervivencia y su aportación espiritual-religiosa como ritual para apoderarse de la «fuerza vital» del que es devorado. Comida humana que muchas veces era cruelmente seleccionada: se elegía como alimento a los que no eran imprescindibles para el grupo, como eran los ancianos o los niños más débiles. 

Quizá la pintura negra "más negra" de Goya,
Saturno devorando a su hijo (entre 1819 y 1823), en el Museo del Prado


De esta forma, esa «ley telúrica» del planeta que regía para todos los animales basada en el ‘comer –sobrevivir- para no ser comidos’ se instaló en la mentalidad humana. Lo haría en forma de miedos, mitos de seres superiores o leyendas de dioses que favorecían la supervivencia de los seres humanos respetuosos con su divinidad o que castigaban a los «impuros» con la más pavorosa de las muertes, que muchas veces era el ser engullido vivo. El canibalismo sería asociado con la maldad más perversa. Al dios latino Saturno (el Cronos griego) no le quedaría más remedio que comerse a sus hijos si quería mantenerse como el dios más poderoso. Era como el comer, una necesidad perentoria; aunque él mismo se siente asqueado y horrorizado con lo que está haciendo. 

 Pero ni los dioses pueden con las profecías y ayudado por la madre uno de los hijos se salvará. Ese niño al que la madre sustituye por un saco de piedras, devoradas sin percatarse por un hastiado Saturno, es Júpiter (Zeus), que efectivamente de adulto le destronará y será el dios supremo. Salvado del canibalismo paterno, antes de desterrar a su padre le obliga a vomitar a sus hermanos. El Olimpo será un lugar habitado por seres víctimas del canibalismo. Como ven la alegoría clásica da mucho juego para profundas reflexiones. Sin embargo, los estudiosos de la cuestión han “simplificado” al canibalismo prehistórico y luego “antropológico” en tres motivaciones para practicarlo: la supervivencia, el motivo dietético o el ritual. Dicho de otra forma, se practicó el canibalismo por extremo hambre, deleite o misticismo

Dejaremos el primer motivo, la supervivencia para el final porque ya hemos apuntado algo en ese sentido. Nos centraremos en los otros dos motivos para practicar canibalismo. El misticismo quizás se explique con el mismo origen del término caníbal. Por lo visto, hasta que los europeos no llegaron al Caribe no existía una palabra para referirse a los seres humanos que se comen a otros seres humanos. Caníbal es un concepto-término que derivó del nombre caribes; indígenas americanos que practicaban el canibalismo como un ritual relacionado con la muerte del enemigo en una guerra. Comerse al enemigo vencido hacía más rotunda la victoria

Representación de canibalismo entre los aztecas en el Códice Tudela-Magliabechiano (siglo XVI)


Como el hombre europeo se encontró con estas prácticas caníbales que consideraba bárbaras y primitivas, las utilizó para justificar que se pudiera subyugar a esas gentes que consideraba inferiores moralmente. Es decir, de manera contradictoria se justificaría al colonialismo –y sus prácticas bárbaras- desde una apreciación moral que hacía a los indígenas unos bárbaros salvajes. Los historiadores no han podido sustraerse del debate moralista y los antropólogos han intentado comprender algo que era y es incomprensible para la mentalidad eurocéntrica

 Polémicas aparte dentro de un debate complejo, los arqueólogos han demostrado que sí se practicó el canibalismo de manera frecuente y habitual en las civilizaciones mesoamericanas. Ahora bien, la motivación no parecía estar ni en el hambre ni en el deleite (placer por comer semejantes). Tuvo un componente místico y religioso, relacionado con la actividad guerrera y el «más allá» después de la muerte, aunque no dejó de horrorizar a cronistas como Bernal Díaz del Castillo

“Dijo el Pedro de Alvarado que habían hallado en todos los más de aquellos cuerpos muertos sin brazos y piernas e que dijeron otros indios que los habían llevado para comer , de lo cual nuestros soldados se admiraron mucho...”

Además, hemos intentado hacer una aproximación al «canibalismo social» y no al canibalismo que se produce por enajenación mental. Los casos tanto del pasado como contemporáneos de asesinos caníbales (véase en la ficción al personaje de Hannibal Lecter, prototipo de estos caníbales reales) son otro tema. Hemos analizado el llamado «canibalismo histórico» (antropología social) que podía hasta “institucionalizarse” en una sociedad o un grupo de población. Era en el caso del primer motivo, la supervivencia, y en parte del segundo, la dieta nutricional. En situaciones extremas, para proteger a un grupo social de la hambruna radical y lograr sobrevivir se permitía el canibalismo. Bien “cazando” a los individuos de otra tribu o matándoles en una guerra de supervivencia (“nosotros o ellos”). Esa situación se ha dado en diferentes culturas y continentes a lo largo de la Historia.


Otra fotografía del accidente aéreo conocido mundialmente por el título del libro ¡Viven!


De esta manera, incluso en tiempos contemporáneos se ha practicado el canibalismo dentro de un grupo social en casos extremos de supervivencia provocados por un accidente o una fatalidad. Cada aniversario de '¡Viven! La tragedia de Los Andes', uno de los supervivientes que más ha contado esa experiencia terrible, Carlos Páez, hace una “contra-pregunta” a la controversia que genera tomar esa decisión tan extrema: «¿Alguno de ustedes no lo hubiera hecho?»




Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista 

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