Nostalgia por la «mala nostalgia»

 

 "Mixto de Tamames": nostalgia de la nostalgia


“Todo tiempo pasado fue mejor. Nada como seguir practicando una buena tradición para reconocerse a uno mismo y a los demás sin ambigüedades. Hacemos esto porque así somos y siempre lo hicimos por ser nosotros como eran nuestros antepasados...”

 

 Observamos que en las últimas décadas «la nostalgia por la nostalgia» se ha ido imponiendo en muchos ámbitos, desde la política pasando por la cultura hasta la misma sociedad. Partidos políticos conservadores –muy conservadores, siendo eufemísticos- usan la nostalgia para afirmar que los «buenos gobiernos» fueron los de hace ochenta años. Pero además, defienden que la vida en el pasado fue mejor al creer como verdad esa «nostálgica nostalgia» que sienten.

 En relación a la Historia, nuestro campo de interés, también las corrientes nostálgicas se han ido imponiendo en forma de revisionismo histórico. Y no sólo con esa tendencia a reescribir la historia en cada periodo del presente, que es algo bastante recurrente desde mediados del siglo pasado. Ha sido con la tendencia historiográfica dominante en este siglo XXI basada en la memoria histórica. Resulta inevitable no recurrir a la nostalgia –o a ciertos criterios nostálgicos- cuando se es «memorialista», aunque sea con los propósitos loables de recuperar y dignificar las memorias agraviadas. Utilizar el testimonio sobre el pasado de cualquier persona exige pasar por su subjetividad, que puede tener cargas nostálgicas por cosas que, en realidad, no ocurrieron. El “si hubiera o hubiese” o el “quizás no fue así, pero yo lo recuerdo así”. 

 Podemos evocar una vida pasada que creíamos –y sentíamos- mejor; eso no es malo aún siendo un sentimiento triste, lo perjudicial es creer que la copia de ese «buen pasado» es la solución a los problemas de hoy. Muchas veces lo parece, pero la Historia no se repite. La primera definición del diccionario de la RAE de «nostalgia» menciona a la “pena de verse ausente de la patria”. La importancia de las palabras, la importancia de significarlas objetivamente como medio de «explicar» la historia o cualquier otra materia necesitada de explicación (que suelen ser todas), nos lleva a pensar que la definición de nostalgia en nuestra lengua está demasiado «cargada de subjetivismo»

 Sentir nostalgia –pena- por estar “ausente de la patria” se convierte en metáfora útil sobre el «haber perdido el norte». Recuperarlo sería volver a esa “patria dichosa” perdida. Pero ocurre que como la memoria, la nostalgia es selectiva. Solemos recordar lo dichoso y se tiende a olvidar lo penoso. Nostálgicos por una supuesta época de esplendor y desmemoriados ante décadas nefastas. Historiar bien, si ello es posible, consistiría en un equilibrio sensato en el uso (selección) de datos, hechos y testimonios (recuerdos). 

 No obstante, si el peso de la «nostalgia selectiva» es mucho mayor, el desequilibrio será notable. Por ejemplo, ha ocurrido cuando un partido político conservador –muy conservador, siendo eufemísticos- para argumentar, en su moción de censura, que el gobierno actual de España ha destruido la reconciliación conseguida entre españoles, se ha puesto demasiado nostálgico. Y por sus palabras que definen esa «paz reconciliadora» a la que evocan llegan a la brumosa nostalgia de la «concordia impuesta» por una dictadura –franquista-, a través de la represión ejercida sobre una gran parte del país; los perdedores de la Guerra Civil. El verdadero proceso de reconciliación está siendo largo, desde la Constitución de 1978. Y visto lo visto, ha tenido grandes logros en la sociedad civil y muy pocos entre la clase política...

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Para los "excesos de nostalgia", van mejor -son más inofensivos- unos versos de Quevedo: 

Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía...

(Francisco Quevedo, 1580-1645)

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