Sudán; la revolución gloriosa cuyo futuro destruyó el pasado colonial

 

La mítica carga de caballería de la 21ª de Lanceros británicos en la batalla de Omdurman (1898). Cuadro de Richard Caton Woodville Jr. (1856-1927)

 

En Pax Augusta tenemos la suerte de contar con una nueva colaboración de Mariano López de Miguel, Doctor en Hª Contemporánea, para cumplir con un objetivo de esta publicación digital: no olvidar a las «guerras olvidadas». El evidente protagonismo de la actual Guerra de Ucrania, por su obvia importancia, hace que conflictos como el reciente de Sudán pasen rápido al olvido informativo. Por nuestra parte no quedará; les invitamos a conocer la historia contemporánea del Sudán y así poder analizar mejor su conflictiva actualidad con este interesante artículo 


 Sudán ocupa un papel fundamental, en gran parte accidental, aunque no lo parezca en la historia de África. Por varios siglos fue un remanso gobernado por los lejanos sultanes otomanos. La apertura en 1869 del Canal de Suez, un salvavidas para el Raj británico, resultó a la postre la ocupación de facto de Egipto. Por ello, técnicamente, Sudán se convirtió en un condominio anglo-egipcio; del cual su seguridad era una preocupación para los británicos debido a su posición estratégica en el interior de Egipto, junto a sus abundantes aguas del Nilo. También era parte del «corredor rosa» en el mapa imperial, que lo unía a las colonias de colonos de Uganda y Kenia, que dio pie al ambicioso proyecto de un ferrocarril que uniese Ciudad del Cabo con El Cairo.

La rebelión del Mahdi de la década de 1880 condujo a la gran vergüenza imperial por el asesinato en combate del general Gordon en Jartum(1). Para vengar esta humillación y, como siempre, para disuadir a los franceses, Sudán fue reconquistado una década después. Los británicos dominaron el territorio hasta su independencia en 1956, aunque Londres gobernó Sudán con guante de seda. Los colonialistas se concentraron en el triángulo musulmán-árabe alrededor de Jartum, consideraron a Darfur como un problema de seguridad y vacilaron sobre el papel del sur cristiano-animista, que estaba habitado en gran parte por tribus africanas, étnica y culturalmente distintas del norte. En 1956, los nuevos líderes árabes copiaron irónicamente gran parte de las prácticas políticas y económicas de los británicos en retirada, aunque el tono en Jartum fue, por supuesto, más islámico(2).

 El servicio civil de Sudán fue dirigido de manera eficiente por un núcleo bien educado de ex burócratas ingleses procedentes de escuelas elitistas. Durante los primeros momentos de la independencia, los líderes indígenas adquirieron mucho de lo mejor de la herencia imperial en leyes, gobierno y educación. Sudán también heredó la visión de un país centralizado en Jartum. Las periferias permanecieron en gran parte subdesarrolladas, y este factor, así como la religión, en parte provocó el motín del ejército en el sur justo antes de la independencia. El subdesarrollo, la mala gobernanza y las constantes guerras no desconectadas han caracterizado la historia moderna de Sudán. Breves períodos de gobierno democrático ineficiente fueron constantemente interrumpidos por golpes militares. Dichos putsch dieron lugar al golpe militar islamista de 1989, dirigido por el entonces general de brigada Omar Hassan Ahmed al-Bashir junto con el Jeque Hassan al-Turabi, el mentor espiritual de la revolución(3). 

Bashir se mantuvo en el poder la nada despreciable cifra de casi tres décadas (faltaban escasos meses para el aniversario de su «golpe correctivo» frente al gobierno democrático -aunque fallido- de Sadiq al-Mahdi), cuado en marzo de 2019, el ejército, el cual era y es la piedra angular del país y su gobernanza, abandonó al mariscal/presidente de la nación tras una rebelión popular. Revuelta contra no sólo los errores y atrocidades cometidos por Jartum en Sudán del Sur y Darfur: también había un hartazgo generacional ante unos líderes casi septuagenarios, una transición imposible, el estatus paria de Sudán debido a su apoyo a Al Qaeda durante los años 90’ del siglo XX y la incapacidad de acabar con una corrupción, redes nepotistas y clientelares endémicas(4). 

Imagen del actual conflicto en Sudán. Fuente de la fotografía


 Si bien Bashir fue depuesto por sus hombres de confianza y el mando acabó en manos del actual hombre fuerte, Abdel Fattah al-Burhan -quien es de facto el jefe de estado del país-, las divergencias surgieron desde el minuto uno tras la caída de Bashir. ¿Debía Sudán renunciar a sus principios musulmanes en aras de una secularización del estado, derogar la Carta Magna islamista redactada por Hassan al Turabi y mirar hacia el modelo kemalista de Turquía de 1923? ¿Tendrían hombres y mujeres, así como las minorías igualdad de derechos en el país? ¿Cómo se resolvería la herida sangrante de todos los gobiernos que se establecieron en Jartum, con respecto a Darfur? ¿Se enviaría a Bashir ante el Tribunal Penal Internacional para hacer frente a las acusaciones de crímenes de guerra establecidas contra su persona desde 2003? 

Eran varias las cuestiones, cada una de vital importancia, para establecer cómo sería el futuro de la nación. Por lo pronto el período transitorio hacia la democracia se estableció el 28 de mayo de 2019 a través de un Consejo Militar dirigido por Al Burhan y cuyo hombre fuerte sería Mohamed Hamdan Dagalo -conocido popularmente como Hemeti. No obstante, una disposición del Consejo, dio pie a un atisbo de esperanza: ninguno de los miembros del mismo, podría presentarse a las elecciones parlamentarias y/o presidenciales en aras de transparencia democrática. Desgraciadamente, estos hechos loables quedaron en papel mojado tras la represión llevada a cabo por las fuerzas especiales de Hemeti durante el 3 de junio de 2019, coincidiendo con una huelga general activada por varios sindicatos del país, siendo el más importante y activo el de docentes.

 El activismo logró que el Consejo Militar Transitorio que gobierna Sudán desde la caída del dictador Omar al Bashir y las fuerzas opositoras acordasen la creación de un Consejo Soberano, que conduciría los destinos del país africano a unas elecciones durante un periodo de transición de tres años. Este órgano estará integrado por civiles y militares y su presidencia será alterna entre ellos, según anunció el mediador de la Unión Africana, Mohamed El Hacen Lebatt. Dicho acuerdo incluía la apertura de una investigación minuciosa, transparente, nacional e independiente sobre los incidentes que causaron la Masacre de Jartum. Por dicho acuerdo, se logró conformar la designación de un primer ministro interino en manos de Abdalla Hamdok. Un tecnócrata que intentó aglutinar todas las tendencias políticas de país en un gabinete en el cual se incluiría a cuatro mujeres; así, como de facto, se logró la secularización del estado, dejando de ser pues Sudán una República Islámica(5). 

Desgraciadamente, la alegría duró poco. Hamdok fue muy crítico con el establecimiento de relaciones diplomáticas plenas de Sudán con Israel, llegando a hablar de una «diplomacia de vacunas» (varios informes sugerían que Jerusalén logró la paz y reconocimiento de Sudán, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin a través del suministro de vacunas para paliar los efectos de la pandemia por Covid-19), junto a la queja acerca de la permanente vigilancia del ejército sobre los órganos civiles. Finalmente el jefe de gobierno fue destituido en un golpe palaciego el 25 de octubre de 2021, situando en stand by la transición hacia un régimen plural y democrático. La presión de la Unión Africana y de Estados Unidos, logró su restitución en su puesto el 21 de noviembre siguiente. Aunque en vano, pues Hamdok dimitiría con efectos inmediatos a mediados de enero de 2022 por la incapacidad de poder gobernar debido a injerencias del Consejo de Transición(6). 

 Su sucesor, Osman Hussein fue incapaz de finalizar la llamada a elecciones para dicho año, posponiendo los comicios al ya lejano 2026. Por si fuera poco, el actual conflicto en Ucrania deja de lado a Sudán que, igualmente, afila cuchillos frente a Egipto y Etiopía debido al caos subyacente en el desarrollo de la Presa del Renacimiento de Bameza (Etiopía). Tensión que ha generado tambores de guerra y un presumible choque subsidiario. No podemos olvidar tampoco el caos en Darfur y los continuos problemas con Sudán del Sur la nación mas joven del globo terráqueo. Aunque los peores sucesos datan del pasado abril. Finalmente y tras cuatro años de standoff, las Fuerzas Armadas leales a Burhan y los paramilitares bajo el mando de Hemeti han hecho regresar a la capital a una lucha feroz por el poder. 

A fecha actual, los muertos se cuentan por centenares. Se dieron cinco treguas fallidas y altos el fuego no respetados, principalmente durante el Ramadán, mes sagrado para los musulmanes. Por si fuera poco, la más que posible presencia del oscuro Grupo Wagner procedente de Rusia y cuya estrategia geopolítica pasa por establecerse en África, no hace pensar en un futuro pacífico, menos aún cuando han brindado su apoyo logístico a Hemeti. En estas guerras futuras -potenciales-, solo cabe pensar que -desgraciadamente- se cumplirá ese antiguo dicho de:

Grita «¡Devastación!» y suelta a los perros de la guerra

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(1) Dekmejian, R. H., & Wyszomirski, M. J. (1972). Charismatic leadership in Islam: the Mahdi of the Sudan. Comparative Studies in Society and History, 14(2), 193-214.

(2) Collins, R. O. (2008). A history of modern Sudan (pp. 6-9). Cambridge: Cambridge university press.

(3) Ronen, Y. (2014). The Rise and Fall of Hasan Abdallah al-Turabi: A Unique Chapter in Sudan's Political History (1989–99). Middle Eastern Studies, 50(6), 992-1005.

(4) Fluehr-Lobban, C., & Lobban, R. (2001). The Sudan since 1989: national islamic front rule. Arab Studies Quarterly, 1-9.

(5) Chevrillon-Guibert, R., & Marchal, R. (2020). History is never written in stone,(…) Discussing the Sudanese Revolution of 2019. Politique africaine, 158(2), 187-203.

(6) Verjee, A. (2021). Political transitions in Sudan and Ethiopia: An early comparative analysis. Global Change, Peace & Security, 33(3), 279-296.

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 © Mariano López de Miguel

Doctor en Historia Contemporánea

Especialista en Asia Central, Cáucaso y Balcanes

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