Crisis del Canal de Suez (1956), cuando el «Tercer Mundo» dio jaque mate al viejo imperialismo europeo

 

Un portaviones cruza el Canal de Suez en una imagen de este siglo 

  

 La serie de la plataforma Netflix, The Crown, dedica un capítulo a la llamada «Crisis de Suez» cuando el 26 de julio de 1956 el líder egipcio panarabista Nasser decide nacionalizar el Canal de Suez, en manos de una empresa franco-británica, la Suez Canal Company. Los guionistas abordan ese conflicto dentro de la trama general de la serie de televisión con suficiente rigor histórico; aunque al ser una ficción televisiva basada en la recreación de personajes históricos, se centran más que nada en recrear y en acentuar los rasgos esenciales de cada personaje. Así vemos a un primer ministro Anthony Eden obsesionado con «salvar el honor» del Imperio Británico y a una reina Isabel II, joven monarca inexperta en política exterior, en cambio, preocupada por la reacción emocional de sus súbditos hacia la Corona en esa zona del mundo.

De esta manera, con acierto, se describe la perspectiva británica que sobre esa crisis en Suez predominó en esos años centrales de la década de 1950. Una postura que todavía se ceñía en gran parte a la visión imperialista del concierto internacional. Así, el premier Eden se tomaría la cuestión como una afrenta personal. Era un político educado en los tiempos de los grandes «juegos geopolíticos» previos a la Segunda Guerra Mundial, cuando el Reino Unido se consideraba la potencia cuya influencia debía ser determinante en los Oriente Próximo y Medio. Desde esa posición de primera potencia en la región, Eden planteó su estrategia. Equivocada, porque los tiempos habían cambiado y Gran Bretaña ya no era esa potencia imperial que creía ser. Sobre todo se vería en términos económicos, tras el penoso fracaso de la intervención militar franco-británica-israelí en el Canal de Suez en octubre de 1956. 

«Fue el último premier en creer que el Reino Unido era un gran poder geopolítico y el primero en confrontar una crisis que probó que no lo era»
The Times, en una editorial de 1977 a la muerte de Eden


 En el fondo de la cuestión todo se precipitó hacia el conflicto por motivos económicos. Nasser había nacionalizado el Canal de Suez para conseguir la financiación que Estados Unidos, Reino Unido y el Banco Mundial le negaron para construir su gran «proyecto nacionalista»: la gran presa de Asuán. Con esta inmensa obra hidráulica pretendía potenciar la agricultura de regadío y suministrar la energía eléctrica necesaria para completar la industrialización de Egipto. Aún no se sabe por qué EEUU decidió en el último momento negar la ayuda financiera a Nasser negociada desde que éste llegó al poder en 1954, algo que continua siendo motivo de debate entre los historiadores de diferentes líneas de investigación. Para muchos se trató de un error geoestratégico, pues desencadenó la nacionalización del canal y, tras el conflicto de Suez, echó a Egipto en brazos de la Unión Soviética


Unos Nasser y Eden todavía cordiales en 1955, cuando se negociaba la salida de todas las tropas británicas que seguían desde la época del protectorado en Egipto

Visto el resultado y las consecuencias de ese error de las antiguas potencias coloniales, Reino Unido y Francia, de aliarse en secreto con Israel para invadir militarmente Suez y recuperar el canal, todo pareció un plan premeditado de Gamal Abdel Nasser para encumbrarse como el líder supremo del arabismo y libertador nacionalista de Egipto. Es una perspectiva defendida por algunos analistas; aunque se piensa en general que todo fue más fruto de las circunstancias del momento, favorables al contexto nacionalista árabe y al anticolonialismo en auge

Así, todas estas maniobras geoestratégicas más que influidas por la toma de decisiones correctas -o afortunadas- de Nasser o de los europeos estuvieron marcadas por los vaivenes económicos de esa década. La crisis se agravó cuando el ejército de Israel tomó en unas horas toda la península del Sinaí y tuvo que «parar» su avance exitoso y esperar al desembarco franco-británico que se demoraba. La secreta estrategia militar urdida por británicos, franceses y hebreos, consistía en que la fuerza franco-británica desembarcaría en Suez haciendo el fingido papel de mediadora entre israelíes y egipcios.

 Al final, ese plan propio del reparto de África de la Conferencia de Berlín (1884-1885), consiguió todo lo contrario que pretendía. Los británicos no consiguieron asegurar el vital paso del petróleo saudí, que controlaban, porque Nasser hundiendo unos barcos bloqueó el canal y acentuó la crisis económica interna que vivía Londres en esos años. Los franceses se habían animado a esa «aventura militar» para recuperar el Canal de Suez por ser obra de un ingeniero francés, ser copropietarios y sobre todo para dar una represalia a Nasser por apoyar a los rebeldes nacionalistas de Argelia, consiguiendo exacerbar más el odio en el Magreb contra los europeos. Y los israelíes, que se habían sumado al plan por su «natural» carácter de supervivencia, ya que Nasser les amenazaba constantemente con invadir y destruir el recién creado Estado de Israel, tuvieron que replegarse por las presiones internacionales (cuando EEUU se unió a ellas) y devolver el Sinaí a los egipcios. 

Finalmente, el presidente Eisenhower muy molesto con la torpeza de sus aliados fue el principal impulsor de una resolución de la ONU a favor del inmediato alto el fuego, que contó hasta con el apoyo del bloque soviético. Ante esta presión internacional encabezada por Estados Unidos, franceses y británicos se retiraron en enero de 1957; Israel también lo hizo cuando recibió la garantía de Washington de que sus barcos podrían seguir pasando por el estrecho de Titán, su salida marítima al Índico. Así, el desenlace de esta crisis de Suez sirvió sobre todo para incrementar la popularidad de Nasser como líder panarabista y paladín del antimperialismo, animándole en sus aspiraciones de líder regional y personaje influyente en el concierto internacional. 

 En conclusión, la crisis de Suez contribuyó a dar más protagonismo y consolidar a lo que se llamó «Tercer Mundo». Concepto propuesto en 1952 por el demógrafo francés Alfred Sauny para denominar al bloque de países que emergía de manera trasversal frente a los dos bloques predominantes: comunista y capitalista. Eran los Estados recién creados en esas décadas del periodo de descolonización y tras luchar por su independencia solían abundar en ellos opciones nacionalistas que intentaban alejarse de la dinámica reinante de la Guerra Fría. No en vano, Nasser consiguió aprovecharse de una y otra superpotencia (reforzó los lazos económicos con la Unión Soviética) en el desarrollo del conflicto cuando la estabilidad económica mundial se vio muy resentida con el bloqueo del Canal de Suez. Convirtiéndose junto a otras «potencias del Tercer Mundo», la India de Nehru y la Indonesia de Sukarno, en la base del futuro Movimiento de Países No Alineados.



© Gustavo Adolfo Ordoño 
   Historiador y periodista

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