El pacifismo en la Segunda Guerra Mundial; cuando Gandhi recomendó a los británicos no defenderse del ataque de Hitler

 

Sin duda, Gandhi es el mayor referente cultural conocido cuando se habla de pacifismo. Su postura en la II GM trajo más de un debate moral y quebraderos de cabeza al activismo pacifista 


Conociendo el contexto tan belicista y militarista en el que se desarrolló la Segunda Guerra Mundial, parece ingenuo creer que hubiese pacifistas en esos años que intentaran evitar el conflicto o una vez iniciado conseguir pararlo. Fue una misión imposible, esfuerzos inútiles para muchos contemporáneos. Pero los hubo y en Pax Augusta os queremos contar el más significativo

 En la historia del pacifismo la referencia cultural general es Gandhi. Fue el gurú de la no violencia y consecuente con su ideología le dijo a Churchill que no se defendiera, que practicase el no belicismo frente al ataque de los nazis. Hay que recordar que la India todavía formaba parte del imperio británico y que muchos vieron en esa postura de Gandhi una estrategia política. El parlamento británico había declarado la guerra al III Reich sin consultar al Consejo y congreso de la India. ¿Cómo defender la libertad del Reino Unido si éste no se la concedía a la India?

Sin embargo, detrás de esa declaración de principios de Gandhi había mucho más que una postura política. Reconocido y aclamado como guía espiritual por millones de personas, en esa época y en la actualidad, sus palabras sobre cómo afrontar la guerra  contra la Alemania nazi causaron tenso debate y «trastorno» intelectual entre la opinión pública mundial. Uno de esos intelectuales desconcertado ante esa postura de absoluto pacifismo fue George Orwell (1903-1950), que había nacido –precisamente- en la India británica.


«Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego»

(Mahatma Gandhi, 1869-1948)

 Orwell, en un principio, consideró a Gandhi el típico hindú excéntrico y vegetariano «enajenado» por su excesiva religiosidad. Solamente así se podía entender, partiendo de que su ideología no era política sino religiosa, que Gandhi llegase a sugerir que los judíos debían entregarse al sacrificio –del Holocausto- sin oponer resistencia. Intentar comprender la postura que Gandhi mantuvo sobre esta barbarie humana y la lucha contra los totalitarismos que asolaron Europa, llevó al autor de 1984 a publicar sus «Reflexiones sobre Gandhi» en 1949. Fue un artículo con la guerra ya acabada, en plena posguerra, pero de contenido crítico muy sensible porque Mahatma Gandhi acababa de ser asesinado. 

Teniendo en cuenta el pacifismo de Orwell como inquietud política y ética, sus críticas o reflexiones hacia Gandhi parten de un intelectual que había asumido el uso de la «violencia justificada» (defensa bélica) para combatir la violencia indiscriminada que ejercieron los nazis y fascistas en Europa. Sospecha o sugiere que, en realidad, el gurú indio no llegó a saber qué significaron los totalitarismos en esa primera mitad del siglo XX. Aunque fue el «héroe» de la independencia india, enfrentándose a la posible violencia de un imperio, “siempre se le trató con un mínimo de caballerosidad” (en palabras de Orwell). Es decir, su lucha fue ante un régimen democrático que le permitía –entre otras cosas- hacer publicidad de sus ideas políticas. Algo imposible de tener a su favor si la lucha (pacífica) libertaria que emprendió hubiese sido contra un sistema totalitario como el nazi


Carnet de prensa de George Orwell en la décadas 1930-1940

 La cierta condescendencia y paternalismo de Orwell frente a Gandhi también se entiende sabiendo que uno es el colonizador y el otro el colonizado. El escritor británico respetaba el modo radical de pacifismo del hindú, pero reprochaba que este no viese las dificultades –y diferencias- que tuvo el pacifismo occidental al tener que enfrentarse a la «violencia suprema» de los totalitarismos. Cuestiones como la defensa –propia- de la vida o de los valores democráticos, hicieron a la mayoría de los pacifistas occidentales transigir con el uso de la violencia o el belicismo «justificados»

Una reflexión más compleja es la que interrelaciona religiosidad con la acción política ética. Algunas palabras de Gandhi fueron tachadas de antisemitas, cuando «aconsejó» también a los judíos que no opusieran resistencia frente a los crímenes nazis. Únicamente desde una perspectiva religiosa fundamentalista se puede entender esa postura. Y en el pacifismo de Gandhi había mucho de eso cuando lo usó como recurso político contra el imperio británico. De esta manera, partiendo de ese «fundamentalismo», Gandhi estaba diciendo a los judíos que debieron «asumir» su sacrificio como una forma de lucha y denuncia universal contra la aberración del nazismo. 

 Se apreció mucho desconocimiento o incomprensión del contexto europeo durante la Segunda Guerra Mundial en esas posturas de Gandhi. Usar la no violencia, la desobediencia civil, las sentadas frente a sedes de gobierno, no sirvieron contra los nazis. Ni el sacrificio de tu propia vida, como hizo el mismo Gandhi al ser asesinado en 1948, sirvió a los judíos y a los países ocupados por Hitler para lograr revertir la historia. En la Segunda Guerra Mundial, el «pacifismo absoluto» como utopía se hizo más imposible que nunca. 

 

© Gustavo Adolfo Ordoño 

    Historiador y periodista

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