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Una de las batallas navales que se dieron durante la Guerra de Crimea entre 1853 y 1856 |
Conocer bien el pasado para poder entender y analizar mejor el presente es una vieja premisa del oficio de historiador. En ese sentido, el título de este nuevo artículo de Pax Augusta muestra de forma clara sus intenciones: un análisis de la actual Guerra de Ucrania en perspectiva histórica comparada con la Guerra de Crimea y el expansionismo ruso decimonónico
Siempre hay un pretexto "oficial" para comenzar una guerra. La causa oficial que originó este conflicto fue una disputa entre el zar ruso Nicolás I y el emperador otomano Abdulmejid I acerca de la autoridad sobre los cristianos ortodoxos que vivían en territorio otomano. Rusia quería aprovechar el declive notorio del Imperio Otomano en esa segunda mitad del siglo XIX para conseguir un viejo anhelo expansionista: tener el control del Mar Negro y los estrechos turcos, consiguiendo así acceso a puertos de "aguas cálidas". La cuestión religiosa basada en denunciar un supuesto trato vejatorio por parte de las autoridades turcas a los popes ortodoxos eslavos que vivían en el Imperio Otomano, sirvió para que los rusos invadiesen en octubre de 1853 los llamados Principados del Danubio (Valaquia y Moldavia). La guerra comenzaba.
Voy a hacer el primer apunte comparativo con la actual Guerra de Ucrania. Rusia ha tenido para su invasión injusta como pretexto interesado el "maltrato" y desatención ucranianos de los pro-rusos del Donbás. Unos ciudadanos que considera tan rusos como los moscovitas; una visión idéntica a los eslavos que vivían bajo la gobernación otomana en los Balcanes y en las costas del Mar Negro de dominio turco. De hecho, Rusia llevaba desde finales del siglo XVIII, con los acuerdos de la Paz de Küçük Kaynarca (1774) y el Tratado de Jassy (1792), que consolidaban su control sobre Azov y Crimea, ejerciendo un protectorado de facto sobre los eslavos ortodoxos del Imperio Otomano.
En la época el Imperio Otomano era conocido como el Gran Enfermo de Europa por su pérdida de poder precisamente en los territorios europeos y cristianos de su vasto imperio. Esa debilidad fue aprovechada por Rusia de manera interesada, unas veces ayudando a los turcos frente a las ambiciones de franceses y británicos en la zona y otras ocasiones alentando a las revueltas de los cristianos bajo dominio turco. Esta debilidad otomana atrajo el interés de intervenir a las potencias occidentales en un Oriente Medio que en teoría seguía controlando el viejo imperio turco. La intervención de Francia en el actual Líbano y en la Palestina histórica, también ayudó a complicar otra de las disputas pretexto para estallar la Guerra de Crimea: la custodia de los Santos Lugares.
Rusia quiso mediar en la disputa que arbitraba la diplomacia francesa entre los monjes católicos y ortodoxos sobre la custodia de los Santos Lugares en Palestina. Pero la mediación rusa pasaba por convertir esos territorios en un protectorado, con la intención de proteger a los súbditos cristianos ortodoxos del Imperio Otomano. La injerencia era intolerable hasta para un sultán "pelele" de las potencias europeas y en decadencia. Gran Bretaña tampoco veía bien los movimientos rusos en el Oriente Medio y en la zona euroasiática que controlaban los turcos. Temían perder el control de las rutas comerciales que por tierra comunicaban a la India británica con Londres. Se estaba fraguando la alianza del Imperio Otomano, el Segundo Imperio Francés, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda y el Reino de Cerdeña-Piamonte, contra el Imperio Ruso.
De esta manera, el conflicto se convirtió en una guerra internacional que trascendió más allá de la llamada Cuestión Oriental, los debates diplomáticos en torno al "vacío de poder" que suponía el declive del Imperio Otomano en regiones tan importantes como los Balcanes, la península griega y sus islas o la zona del Cáucaso. Rusia, siendo este otro punto de coincidencia con la Rusia actual del régimen de Putin, se desvivía por cultivar las relaciones con poblaciones que compartían lazos religiosos o étnicos. Así pasaba en el siglo XIX con los cristianos ortodoxos en los Balcanes, y ahora con las regiones ucranias más rusófilas. Una vieja estrategia que ha mantenido hasta hoy: utilizar medios diplomáticos y militares para garantizar que los estados vecinos permanecieran débiles o alineados con los intereses rusos.
A nivel geopolítico esta Guerra de Crimea decimonónica también amplió su esfera de influencia. Por ejemplo, el reino del norte de Italia, Cerdeña-Piamonte, que llevaba la voz cantante en el movimiento unificador italiano, quiso entrar en la guerra en 1855 para perjudicar a Austria, aliado ruso, principal obstáculo de la unificación italiana. Francia volvía a ser un "Imperio", con Napoleón III, que la llevó a ambiciosas y hasta curiosas (véase el Imperio de México) políticas para restaurar el prestigio internacional francés. Para ello había que minar la influencia rusa en Europa y se apuntaron sin mucha "reflexión" al bando aliado occidental.
Por otro lado, el Reino Unido sería, en realidad, el principal promotor del conflicto; pues eligió la estrategia discreta de apoyar a los turcos para ir controlando en la sombra la desintegración del Imperio Otomano. Fueron los británicos los que idearon la gran acción militar que daría nombre a la guerra. En 1854, las fuerzas aliadas desembarcaron en Crimea y sitiaron la ciudad de Sebastopol, la principal base naval rusa en el Mar Negro. El asedio fue largo y cruel, finalmente Sebastopol se rendiría en septiembre de 1855 casi al mismo tiempo que fallecía Nicolás I y le sucedía el zar Alejandro II partidario de negociar la paz. Así se haría con el Tratado de París de 1856.
Básicamente el resultado del fin de la contienda suponía una derrota de Rusia y una revitalización del Imperio Otomano, algo que interesaba a la alianza franco-británica. Así sería a medio plazo, pues es verdad que los rusos perderían mucha influencia en los Balcanes tras esta guerra pero lograron la libre navegación por el Danubio y establecer una neutralidad para el Mar Negro. Un resquicio por donde volver a tener cuanto antes peso
geopolítico en la región y nunca renunciar, y es otra pauta relacionada con la situación actual, al "protectorado" político y cultural de esa parte del mundo.
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