El oro del último rey de Yugoslavia; el misterio sin resolver de este otro supuesto «Oro de Moscú»

 

Recreación con IA (Copilot) de la supuesta fuga del Oro de Yugoslavia en 1941,
huyendo de la invasión nazi en la Segunda Guerra Mundial


 Antes de contarles esta historia de la Segunda Guerra Mundial llena de misterios sin resolver, debo puntualizar la «licencia literaria» usada en el título para aquellos que estén mejor informados. El oro del rey o el patrimonio de su dinastía, los Karadjordjevic, que pudieron sacar del reino de Yugoslavia en 1941 resultó más fácil de seguir cuando se rastreó a Pedro II (1923-1970) en su exilio. Este joven monarca se exilió primero rumbo a Grecia y luego recaló en Londres donde Churchill lo reconoció como rey yugoslavo en el exilio. Al acabar la contienda y comenzar el régimen comunista de Tito aboliendo la monarquía, el último rey acabó sus días en Estados Unidos. Las pocas investigaciones históricas acerca de los Karadjordjevic, sostienen que sufragaron su exilio con las joyas y el oro que pudieron sacar de Belgrado

Sin embargo, el «oro principal» de esta historia sería el sacado de las reservas del Banco Nacional del Reino de Yugoslavia. Es decir, fue el Oro de Yugoslavia que como jefe del Estado el rey Pedro II firmaría la autorización al gobierno para «exiliarlo». Por lo que la «literatura del título» de este artículo es válida. Además, uno de los misterios ha sido saber cuánto oro pudo coger de la reserva nacional la familia Karadjordjevic. El casi adolescente rey, tenía dieciocho años, alcanzaba la mayoría de edad en medio de un golpe de Estado que acabó con la regencia del primo de su padre, el príncipe Pablo, un convencido pro nazi que deseaba una anexión pacífica de Yugoslavia a los países del Eje.

Así, en 1941, el golpe de Estado ponía fin a la regencia del príncipe Pablo y al gobierno yugoslavo que simpatizaba con Hitler, dando la mayoría de edad a Pedro II que comenzaba su reinado efectivo. Había subido al trono con apenas 11 años tras el asesinato de su padre, Alejandro I, en 1934. El regicidio fue la consecuencia extrema de un gobierno autoritario y demasiado decantado por Serbia encabezado por el mismo rey Alejandro. Este monarca había heredado el proyecto del patriarca de la dinastía Karadjordjevic, Pedro I, que aglutinó en su reino a serbios, croatas y eslovenos desde 1918. Alejandro I lo consolidaría en 1929 con el nombre de Reino de Yugoslavia.  

Un jovencísimo Pedro II en el exilio británico recibe sus "alas" cuando sirvió en la
Royal Air Force (RAF). Fuente de la fotografía Wikipedia

 

 Ese joven rey Pedro II y los promotores del golpe de Estado que buscaba instaurar un gobierno democrático pro Aliados no consiguieron parar lo inevitable a ojos vista. La invasión alemana de Yugoslavia que comenzaría en abril de 1941. Los meses previos fueron un auténtico caos, lleno de despropósitos de un gobierno con carácter más de administración provisional que estaba preparando tanto su huida como la de la Casa Real. Y será en ese periodo donde se crea la confusión y los datos ambiguos sobre lo ocurrido con el oro de la reserva nacional yugoslava

De este modo, existen investigaciones que hablan de salidas del oro previas años antes, en 1939 al iniciarse la guerra mundial, conseguidas al imponerse el criterio del joven rey Pedro frente al regente, buscando tener fondos para resistir tras una posible ocupación nazi. Según esta versión gran parte del oro saldría a finales de los años treinta con destino a EEUU y Reino Unido. Los defensores de esta teoría hablan de ese oro como el que financió los exilios del gobierno de Belgrado y de la familia real yugoslava. Aunque otras teorías afirman que la mayoría del oro fue interceptado por los nazis en su rápido avance por todos los Balcanes. El intento de evacuación en trenes y camiones rumbo al sur, a los puertos adriáticos, fracasaría dejando un halo de misterio desde entonces sobre el paradero del Oro de Belgrado

Pero lo mejor documentado es la incautación nazi de ese oro del Banco Nacional en cuanto llegaron a Belgrado y lo ocuparon. Fue una conquista relámpago de Yugoslavia que evitó, como decimos, una evacuación total del oro. Pasó a formar parte del «Tesoro de guerra nazi», algo habitual en todas las conquistas germanas de países europeos. Por eso no pueden ser tan veraces las teorías que dicen fue escondido por los partisanos comunistas en ese precipitado traslado por los bosques serbios para financiar la Resistencia. De hecho, la República Socialista Yugoslava surgida tras la victoria de estos partisanos, la Yugoslavia de Tito, se pasó su historia reclamando a Alemania la repatriación de ese oro incautado por los nazis.

 Como ha ocurrido con otros casos de «movimientos de Tesoros» durante la Segunda Guerra Mundial, el del Banco nacional del Reino de Yugoslavia tendría también sus mitos y leyendas acerca del verdadero paradero de la totalidad del Oro. Surgieron y persisten leyendas sobre supuestas partes de ese Tesoro Nacional que fueron escondidas en Yugoslavia y nunca recuperadas. Es un tema que se presta a esas fabulaciones e hipótesis imaginativas, marcado por la dificultad que supuso -y supone- para los historiadores investigar la posguerra europea (1945-1955)

Por tanto, aunque está documentada su incautación nazi en tiempos de guerra y que existan datos de salidas previas de pequeñas partes de este oro, resulta más atractivo imaginar paraderos secretos de ese tesoro. A pesar también de que la modesta fortuna de Pedro II no le permitió vivir sin trabajar en EEUU, y de necesitar reclamar constantemente la devolución del patrimonio real incautado en Yugoslavia, podría desmontar aquella teoría que nos sugiere que el oro siempre estuvo con los Karadjordjevic. Moriría muy joven, a los 47 años, de cirrosis alcoholizado para soportar sus frustraciones vitales en Denver (EEUU) en 1970. Su historia, bastante desconocida, es de las más trágicas de la realeza europea en el siglo XX.

Es cierto que existen ambigüedades y confusiones sobre el destino de la totalidad del Oro yugoslavo, propias de los acontecimientos extraordinarios que se vivieron aquel abril de 1941 en Belgrado. Pensar, por ejemplo, que los lingotes de oro llegaron a alguna potencia occidental y sirvieron para financiar oscuras organizaciones anticomunistas durante el periodo de la Guerra Fría seguirá siendo una historia más atractiva que una detallada investigación documental acerca de este hecho histórico. En este caso, esperamos siempre que el dicho no se dé la vuelta y que la ficción sí supere a la realidad. 





 © Gustavo Adolfo Ordoño 

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