Palestina otomana, cuando la minoría judía convivía con la mayoritaria comunidad árabe

 

Una vista de Jerusalén desde la muralla norte en una fotografía de 1897


A finales del siglo XIX, Jerusalén seguía siendo una ciudad muy anodina. De todas las que conformaban el Imperio Otomano destacaba únicamente por su religiosidad, ser Tierra Santa para las religiones cristiana, islámica y judía, no por su desarrollo urbano y económico. Desde sus murallas seguíamos contemplando a una pequeña y típica ciudad árabe, sin apenas intervenciones occidentales en su perfil urbanístico. En ella convivía una comunidad judía con la mayoría árabe; comunidad hebrea que tuvo su aportación demográfica más notable entre los siglos XV y XVI cuando los sefardíes, los judíos ibéricos, fueron expulsados en 1492 de la península y llegaron en gran número a esas costas del Oriente Medio dominado por los otomanos. 

Desde 1517 la ciudad y la región, Palestina, de la que era capital, quedaron integradas en el Imperio Otomano. Dominio que pasó a controlar una tierra siempre ambicionada por su valor geoestratégico al estar a caballo entre Asia, África y Europa. Su islamización fue de las primeras, en la rápida expansión mahometana del siglo VII. Pero siempre hubo hebreos y pueblos de otras culturas en esa «tierra bíblica», considera por los judíos su patria ancestral. Como las fuentes de su remota presencia en Palestina han sido entre otras el Antiguo Testamento, los detractores de la existencia de un «Estado de Israel histórico» argumentan que nunca fue una realidad histórica-política consolidada.

La verdad es que la historia de Israel parece una marcada ironía del devenir histórico impuesto por los continuos éxodos judíos. Empezando por el «origen bíblico» del país con el éxodo de Egipto, pasando por el babilónico del siglo VI a.C. cuando el reino de Judá fue conquistado por el Imperio Babilónico o el motivado por la destrucción de la ciudad y del mismo Templo de Jerusalén por los romanos en el año 70 al reprimir una gran revuelta judía. En fin, unos sucesivos -por los siglos de los siglos- «exilios dramáticos» que para mucha historiografía dejó prácticamente vacía Palestina de judíos.


El cuadro recrea una partida de ajedrez entre un judío y un árabe en una casa de Jerusalén. Es obra del pintor estadounidense Frederick Arthur Bridgman hacia 1881


 Cierto es, volviendo a la época otomana, que la comunidad judía en la región nunca sobrepasaría los cinco o seis mil individuos en los primeros tres siglos largos de dominio turco en Palestina. Sin embargo, su papel fue siempre importante para mantener cierta categoría de ciudad mercantil y no ser únicamente la capital de unos pastores y agricultores semitas (árabes y judíos). Algo que en la práctica fue hasta la década clave de 1880. A partir de ese año la emigración judía subió tanto (decenas de miles de personas) que se puede hablar del primer éxodo judío contemporáneo que cimentaría el futuro Estado de Israel

Azuzados por el creciente antisemitismo europeo de entre siglos (XIX y XX) y las matanzas rusas que siguieron al asesinato del zar Alejandro II, llegaron miles de judíos al territorio palestino. Y no la hacían como en décadas precedentes, donde los hebreos habían usado a Jerusalén como «cementerio de elefantes» para ir a rezar y morir al sentir cercano su fin. Algo que la burguesía judía de Estambul, una comunidad grande, estaría haciendo desde finales del siglo XVIII. Sino que en esa década de 1880 deseaban ya crear su manera de vida en su «patria ancestral», como una nación judía restaurada en esa tierra.

Serían las primeras importantes acciones consideradas sionistas, de acción política del sionismo, que generó las sucesivas y masivas aliyás. Estas eran unas migraciones contempladas por los sionistas no sólo geográficas, también como espirituales al suponer el retorno a Israel, su tierra sagrada. Compras de tierras y financiación de magnates judíos como Rothschild, permitió el predominio de una línea sionista en el futuro Estado de Israel que se fundó en 1948. Sin embargo, otras líneas pudieron imponerse aunque ahora estén olvidadas.

Desde los inicios del siglo XIX, en la época napoleónica, la comunidad judía se fue incrementando de tal manera que no preocupó ni al poder otomano ni a la población árabe palestina. Preocupación que sí tuvieron al inicio del siglo XX. La afluencia de colonos y pobladores judíos en toda la primera mitad del XIX al territorio palestino fue correlativa a la de otros emigrantes europeos. Era un perfil de emigrante colono-agrícola que por ejemplo se vio en el centro y sur de España durante las políticas de repoblación y reforma agrícola. Así, durante casi un siglo una comunidad judía nutrida convivió en paz con los pobladores árabes. De hecho, si no sabías su religión no existían diferencias en el aspecto de los agricultores palestinos del 1800...  



 © Gustavo Adolfo Ordoño 

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