Las grandes empresas alemanas actuales que fabricaron en los campos de concentración nazis. La BMW, última en asumir ese pasado

 Campo de concentración y trabajos forzados de Dachau. Fuente fotografía
Conocidas por todo el mundo, grandes empresas actuales alemanas tuvieron un pasado de colaboración con el régimen nazi. Son marcas y compañías tan exitosas que forman parte de nuestro día a día en automóviles, ordenadores, móviles, electrodomésticos, medicinas... Sus departamentos de comunicación y marketing han trabajado la imagen de estas corporaciones de forma tan escrupulosa que aunque en la Segunda Guerra Mundial era notorio, acabada la contienda comenzó a difuminarse, casi a borrarse, ese vínculo de esas empresas con el Tercer Reich.

Algunos nombres famosos, que aún siguen sorprendiendo al descubrir su colaboración nazi, que emplearon a trabajadores forzosos, los prisioneros de los campos, son:

  • Adidas
  • Audi 
  • Bayer 
  • Bosch
  • Daimler
  • Lufthansa
  • Hollerith (filial alemana de la estadounidense IBM)
  • Quandt (grupo propietario de los apreciados BMW)

Cada empresa y cada empresario realizó intensas campañas publicistas para lavar la imagen de las compañías que se integraron con fuerza a la recuperación económica europea, iniciada el mismo año 1945 cuando todavía las tropas aliadas estaban en suelo alemán. De todas ellas, la que más ha tardado en asumir ese traumática memoria histórica nazi y con mayores reticencias, ha sido la BMW. Esta es una breve historia del proceso llevado a cabo en 2007 por la misma familia Quandt para asumir ese pasado nazi, encargando una investigación rigurosa al historiador Joachim Scholtyseck: 

La familia Quandt, propietaria de BMW,
siempre ha intentado ser muy discreta sobre el pasado colaborador nazi de su empresa fabricando armas para Hitler. A diferencia de otras marcas alemanas muy conocidas en el mundo, como la empresa de seguros Allianz o el banco Deutsche Bank, o la misma competencia, Volkswagen, BMW no hizo acto de conciencia y en su memoria histórica se velaba el pasado nazi de la familia propietaria y, sobre todo, se evitaba recordar los miles de trabajadores forzosos que se emplearon en sus fabricas o peor aún, el uso consciente de miles presos del primer gran campo de concentración nazi edificado en Dachau.

Fabricas de armamento

Para los ejércitos alemanes de la Segunda Guerra Mundial fabricaron principalmente motores de aviones, los famosos BMW 801 para los no menos famosos Junkers. También eran los fabricantes de la conocida moto con sidecar, desde donde el soldado disparaba mientras el motorista conducía a toda velocidad. Véase la memorable persecución que sufren Harrison Ford y Sean Connery de estas motocicletas en la película "Indiana Jones y la última Cruzada" (1989).

También se emplearon mujeres trabajadoras-esclavas, como las prisioneras del campo de concentración de Ravensbrück

La política de rearme de Alemania decretada por Adolf Hitler nada más llegar al poder no se andaba con rodeos, puso a toda la estructura industrial y mercantil de su estado a producir la maquinaria y los pertrechos que sus ejércitos necesitaban. La ingeniería bávara ya era apreciada antes de la otra guerra mundial, entre las fábricas de automóviles y motocicletas destacaba esta marca, Bayerische Motoren Werke, BMW (“Fábricas bávaras de motores”).

Motores para la Luftwaffe

La BMW fabricó más de cinco mil motores (de la subsidiaria Rolls-Royce) para los afamados Junkers Ju 87 Stuka. En todas las películas bélicas y documentales de la Segunda Guerra Mundial aparecen con su sonido característico de ataque en picado, ese que hacía a las desafortunadas víctimas de sus “picados” refugiarse en la cunetas de la carreteras.

Para los Junkers Ju 88 trabajaron a destajo, hicieron unos quince mil motores de gran potencia, ya que se trataba del avión pesado preferido y más usado en las acciones de bombardeo; se hizo tristemente célebre para los británicos en la “Batalla de Inglaterra” por alcanzar una velocidad de 550 Km/h, todo un logro de la ingeniería germana considerando que era una aeronave con muchas toneladas de peso.

La motocicleta más copiada 

La BMW R71 con o sin sidecar fue la motocicleta más copiada durante el conflicto mundial. Era una máquina robusta, fiable y rápida. Los soviéticos en su guerra con los finlandeses (el “Pacto germano soviético” permitió la invasión de la URSS de Finlandia) se percataron de la antigüedad de sus motocicletas de combate, que no soportaron las duras condiciones climáticas de hielo y nieve. El fracaso en su ofensiva les obligó a mejorar su equipamiento, directamente copiaron la R71 germana.

Replica de una BMW R71. Fuente imagen

Posteriormente, acabada la guerra y recuperado el consumo de “lujo” de automóviles y motos, la BMW R71 fue plagiada por compañías de motocicletas tan conocidas como la Harley Davidson, que ya lo había hecho para el ejército estadounidense en la guerra con un modelo que llamó M-XA. En Rusia quedan ahora como modelos de coleccionistas las motos que fabricaba la URSS con la marca URAL, basadas en la R71 alemana. La marca rusa es de las pocas que sigue haciendo motos con sidecar.

La tardía y esperada noticia en la prensa alemana: BMW reconoce su "pacto ilegal" con el nazismo 

Alemania es una de las naciones europeas que de forma más delicada, pero también honesta, está abordando las cuestiones de su memoria histórica. Los propietarios de la BMW son una de las dinastías de empresarios alemanes que se favorecieron de su relación especial con el Tercer Reich para crear o consolidar sus fortunas. Los herederos actuales de la marca germana han tenido que “afrontar su pasado” tras varios reportajes y documentales periodísticos que analizaban su “pacto económico preferencial” con Hitler.

Así lo destacó en su portada el Financial Times Deutschland, que opinaba en su editorial que la BMW lo hacía “tarde, demasiado tarde, pero de manera consecuente”. También informaba de los estudios que demuestran como las empresas de los Quandt, dueños de la BMW y su grupo de filiales, contribuyeron con sus “reglas estrictas de trabajo” a la “arianización” de las poblaciones consideradas subhumanas, como por ejemplo el obrero polaco, tratado de inferior y que en las fábricas arias lograría su “humanización”.

En favor de los propietarios de BMW destacar que este reconocimiento del luctuoso pasado y acto de conciencia ha partido de los mismos Quandt, porque desde la emisión de un documental en 2007 por televisión que analizaba el papel de la familia en el régimen nazi, el clan de empresarios encargó la realización de una tesis de estudio a un historiador, el mencionado Joachim Scholtyseck, que tuvo acceso a los archivos familiares y que ahora ha permitido hacer pública la verdadera y especial relación de la BMW con el nazismo.


Gustavo Adolfo Ordoño ©

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