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El matrimonio Zweig. Cuando se suicidaron él tenía 60 años y ella 33, fue en febrero de 1942 |
Se puede hacer la alegoría o metáfora sobre que la Segunda Guerra Mundial tuvo un comienzo apuntalado por el suicidio de un matrimonio austriaco con origen judío y acabó en Europa al suicidarse un matrimonio también con origen austriaco en uno de sus miembros, el marido. Hablamos del suicidio del escritor Stefan Zweig y su joven esposa Lotte, y del tan famoso como aparatoso suicidio de Hitler y su reciente esposa, Eva. En uno, la muerte que denuncia la sinrazón de la barbarie. En el otro, la muerte que mejor representaba el colofón de esa barbarie. Zweig y Hitler, dos austriacos anverso y reverso, cara y cruz de la moneda europea. Stefan Zweig fue un intelectual de «entre siglos» convencido europeísta, un visionario partidario de suprimir las viejas fronteras europeas. Adolf Hitler... ya sabemos lo que fue para Europa.
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Sacando supuestos cadáveres de Hitler y Eva Braun |
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Portada de uno de los libros más conocidos de Zweig. En la web de la editorial Verbum |
En la actualidad Stefan Zweig sigue siendo considerado uno de los más grandes escritores europeos de la historia contemporánea. No obstante, y curiosamente, su prestigio y gran reconocimiento no «brilla» de igual manera que en su propia época. Zweig era, en cierta forma, admirado hasta por sus enemigos y rivales. Su notoriedad era alabada por amigos de la talla de Sigmund Freud, Joseph Roth, el científico Albert Einstein o el músico Richard Strauss. Nada más elocuente de ello que la admiración excelsa profesada por escritores con el premio Nobel de Literatura, como Thomas Mann o Romain Rolland.
Aunque el «autor suicida» fue un escritor de éxito en vida, apreciado por público y crítica, tuvo episodios depresivos y pesimistas toda su vida. Confesó a su primera esposa la intención de suicidarse de joven. Es más, según cuenta en una biografía que escribió en 1948 esta mujer, Friderike Zweig, su marido Stefan le pidió más de una vez suicidarse juntos. No se sabe si es pretensión de notoriedad y deseo de «robar» el acto trágico que sí realizó la segunda esposa, aunque de cierto sería indicativo del profundo carácter depresivo de Zweig. Una compleja personalidad que, en cambio, demostraba una profunda humanidad. En más de una charla con esos amigos tan prestigiosos como él, confesó sentir por uno de sus escritos mayor satisfacción que por ningún otro.
Ese texto del que se sentía tan satisfecho era una carta a Mussolini reclamando clemencia para un condenado a muerte por actividades antifascistas. Gracias a ese texto que logró conmover y convencer al dictador italiano, el joven socialista Giusseppe Germani se libró de la pena de muerte y sólo fue desterrado a una isla cercana a Sicilia. Sería una de las escasas ocasiones en las que Stefan Zweig encontró «verdadero sentido» a su prolífica producción literaria.
«Ojalá veáis el amanecer tras esta larga noche; yo, demasiado impaciente, os precedo»
Stefan Zweig (1881-1942)
© Gustavo Adolfo Ordoño
Historiador y periodista
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