Malvinas, Guayana, Martinica, Aruba... restos en América de los imperios sin 'Leyenda Negra'

 

Un cartel en inglés da la bienvenida a las islas Malvinas, las Falkland para los británicos

 Resulta curioso, o más bien llamativo, que los restos en América del dominio colonial europeo lo sean de imperios sin 'Leyenda Negra'. Quizás sea ingenuo verlo como algo que solamente llama la atención. Incluso tener reparos en denunciar que es una evidencia del cinismo usado muchas veces por los principales autores de esa leyenda negativa. Una propaganda política contra el imperio más poderoso y las gentes –españoles- que protagonizaron sus «horribles abusos». Un relato convertido en «historia oficial», basado en la «necesaria denuncia» de la crueldad de sus conquistadores y de la avaricia desmedida de sus colonos en América. En cambio ingleses, franceses y holandeses, los autores principales de la leyenda negra, mantienen huellas de su pasado colonial hoy día desde el Caribe a la Patagonia; en forma de colonias o territorios autónomos ultra periféricos. Y para ellos no hay «negra leyenda».

Son territorios y países que haciendo estudios sociológicos, económicos y demográficos no aguantarían una perspectiva histórica comparada con los que comparten pasado común dentro del «Imperio de la Leyenda Negra». En sus poblaciones apenas existen grupos criollos, menos indígenas y la mayoría es de origen africano, los esclavos negros que llegaron a millones al continente americano sobre todo entre los siglos XVIII y XIX. La retórica anticolonial y antiimperialista del progresismo en el siglo XX, ha enlazado de manera paradójica con esa corriente crítica de los protestantes del siglo XVI contra el imperio español y católico. Una hábil maniobra que ocultaba –tapaba- los verdaderos intereses de expansión colonial de esos países. Quedando actual constancia en los llamados institucionalmente por la Unión Europea: países y territorios de ultramar (PTU) y, en algunos casos, regiones ultra-periféricas (RUP).

 Es decir, estos territorios europeos son más una notoria huella de los éxitos en los objetivos de la 'Leyenda Negra' que unas simples muestras del pasado imperial de holandeses, franceses y británicos. Así de evidente nos parece, tanto que ahonda más en la perplejidad que suscita la pervivencia de esta imagen tan negativa de la historia española. Generando un debate histórico eterno a la primera de cambio: 

La pregunta se impone: ¿por qué ha sufrido España un trato diferente al de otros países europeos cuya historia ofrece episodios de crueldad e iniquidad similares? ¿Por qué se han subrayado y, a veces exagerado y falseado, los aspectos negativos de su historia, obviando deliberadamente los positivos? ¿Por qué ese ensañamiento?”... 

(María José Villaverde catedrática de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid; EL PAÍS, 2 de mayo 2016)


Una calle de Cayena, capital de la Guayana francesa


Origen de la ‘Leyenda Negra’ y pervivencia de su éxito en los territorios de ultramar de la actual Unión Europea

 Las investigaciones recientes han desmontado muchos tópicos sobre la leyenda negra. Considerando ya la historiografía seria y competente que fue el “habitual” fenómeno de propaganda política contra la potencia predominante. Aunque reconociendo también su gran efectividad y éxito, así como su larga duración y su impronta profunda en el imaginario cultural. Rasgos que pueden explicar su pervivencia al utilizarla por intereses actuales, como en muchos países de América Latina cuando sus gobiernos la usan para realizar campañas políticas de corte nacionalista. Ha sido, pues, en la vertiente americana de la ‘Leyenda Negra’ donde más vigencia ha tenido esta visión nefasta de la historia española. 

Sin embargo, la teoría del origen de la negra leyenda siglos antes del trascendental viaje de Colón en 1492 cobra fuerza y más sentido entre los historiadores que han tratado de responder a cuestiones como las planteadas por la catedrática Villaverde. Existía una visión en Europa de la península ibérica durante los siglos finales de la Edad Media, en transición al Renacimiento, bastante insidiosa. La antaño gloriosa Roma imperial, ahora Santa Sede, y el resto de florecientes ciudades italianas, debían asumir con íntimo malestar que el poder europeo y católico se estuviera activando en los reinos ibéricos; en el Mediterráneo concretamente con la expansión de la Corona aragonesa. Algo intolerable, al ser tierras asoladas todavía por infieles –musulmanes- y con populosas comunidades judías en todas las ciudades. 

 De esta manera, entre complejos de superioridad y de inferioridad, la imagen de lo hispano (procedente de la antigua Hispania) quedaría tergiversada con simplezas como la composición impura de la «raza de los españoles»: “la perversa raza de esos medio visigodos (...) semimoros, semijudíos y semisarracenos...” (escrito en un panfleto inglés de 1598). Ese componente racista contra los españoles es lo que hizo a la leyenda negra algo más que una campaña política de desprestigio. La difusión de esa imagen degenerada y bárbara de lo hispano caló en el imaginario cultural europeo, haciendo fácil la difusión de la propaganda anti-hispana en las guerras de religión y en los Países Bajos desde mediados del siglo XVI; un fenómeno al que daría concepto de ‘Leyenda Negra’ por primera vez en 1914 el regeneracionista, Julián de Juderías


Uno de los grabados más famosos de la propaganda versión americana de la 'Leyenda Negra'

Volvía a ser la misma táctica del ocultamiento de los verdaderos intereses creados con la difamación y denigración al poder de la monarquía hispánica. En este caso para justificar los intereses de la alta nobleza de los Países Bajos, con el príncipe Guillermo de Orange a la cabeza, ambicionando la independencia. Las supuestas barbaridades de los ejércitos del Duque de Alba en Amberes y Ámsterdam servían de excusa para ser también «radicales» contra los españoles, fomentando en la población el odio contra ellos. A la guerra de los campos de batalla se sumó la «guerra de papel» (cultural) que favoreció el desarrollo de la imprenta. Guerra de publicaciones en la que España combatió muy mal, teniendo éxito el descrédito publicitado incluso entre sus propios nacionales. 

 Pronto se vio al asunto americano como baza para incrementar los adeptos a la «guerra publicista» contra España, aprovechándose de la autocrítica que hizo el fraile Bartolomé de las Casas del trato injusto que se hacía de los indios americanos. Franceses e ingleses (y luego holandeses), interesados en no acatar la exclusiva ibérica – por bula papal- en América, se sumaron a ese «relato oscuro» que magnificó la barbarie y que ocultó evidencias tan luminosas como la misma autocrítica española a su expansión por América. En esos panfletos no aparecían por ninguna parte las asambleas y debates que se hicieron tanto en las universidades como en las cortes hispanas sobre cómo considerar a los indígenas y cómo regular las encomiendas. 

¿Qué otros países con imperios han sido tan auto críticos? ¿Qué historias nacionales con imperios por medio han sido sugestionadas para sentir vergüenza del pasado? En Europa ya saben la respuesta. Incluso en la actualidad podrían responder a esas preguntas observando, por ejemplo, la historia y el presente de las «Guayanas» en el subcontinente americano. También tendrán una pista visitando la web de la Unión Europea y del ministerio de asuntos exteriores del Reino Unido en sus secciones de territorios de ultramar

 

© Gustavo Adolfo Ordoño

    Historiador y periodista

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