Guinea Ecuatorial, la primera tramitación autonómica española de la historia

La catedral de Malabo, antigua Santa Isabel, en una postal de 1960


Curiosidad histórica, tan desconocida como olvidada, Guinea tuvo en nuestra historia la primera tramitación autonómica similar a las actuales


Muchas veces la historia parece moverse de paradoja en paradoja. En el caso de España, esta impresión se aprecia bastante en el periodo del régimen franquista. Cuando no existió en la metrópoli -España- la libertad política de tener autonomía en las regiones y provincias, sí que se otorgó a la llamada Guinea Española. Ese estatuto de autonomía guineano de 1963, formó parte de la estrategia del franquismo para evitar o para dilatar lo más posible el proceso de descolonización de ese territorio, considerado por la ONU con derecho a la autodeterminación. Los precedentes del siglo XIX de «autonomía» para Cuba y Puerto Rico no son comparables; ni el caso de los Estatutos proyectados en la Segunda República para las actuales nacionalidades históricas es similar. Por eso, en Pax Augusta te contamos esta peculiar curiosidad histórica


 No había mucho tiempo que perder. Las presiones sobre España de la ONU aumentaron al iniciarse la década de 1960 en el proceso descolonizador, fenómeno que protagonizaba la historia mundial de esa época. La estratagema de convertir el año 1958 en «provincias españolas» los antiguos territorios conformados en la administración del África Occidental Española (AOE), no había conseguido el objetivo deseado de frenar a las previstas resoluciones de autodeterminación en las Naciones Unidas. Entre esos territorios del AOE estaban, además del Sáhara Occidental, el enclave de Ifni, en el Marruecos suroccidental, y las antiguas colonias de Río Muni y la isla de Fernando Poo que constituían en ese momento la llamada Guinea Española. 

Curiosamente, esas nuevas provincias españolas tuvieron a medio plazo una suerte política similar. En apenas meses de diferencia una fue reconocida como república independiente, el 12 de octubre de 1968 en el caso de Guinea Ecuatorial; la otra, Ifni, fue retrocedida a Marruecos el 30 de junio de 1969. Lo que denota una intensa actividad de la política exterior española en esos años, que también estaba afectando y tensando a las distintas posturas internas en el régimen franquista ante la disyuntiva descolonizadora. Algo que se apreció cuando se planteó el hacer o no hacer un referéndum entre toda la población guineana para aprobar la iniciativa de autonomía política. Utilizar herramientas democráticas y electorales aunque fuese en una «provincia española» de ultramar, resultaba demasiado contradictorio para muchos jerarcas franquistas que ostentaban el poder gracias a la «representación orgánica».


Consulta en la web del Boletín Oficial del Estado (BOE digital), donde se guarda la publicación de la Ley para la Autonomía de Guinea Ecuatorial


 Carrero Blanco, ministro subsecretario de la presidencia de gobierno, defendió el 28 de noviembre de 1963 ante las Cortes de procuradores el proyecto de ley excepcional del estatuto de autonomía de Guinea Ecuatorial. Iniciativa que se llevaría a consulta en diciembre de ese año en las provincias españolas de Río Muni y Fernando Poo. En ese referéndum de «Autonomía» el SÍ ganaría por 94.655 votos contra 35.365 negativos. Hubo una notable participación del 74% del censo. El que estaba llamado a suceder a Franco, el asesinado en 1974 Carrero Blanco, defendió finalmente esta propuesta de autonomía sobre todo protegiendo los intereses de los empresarios blancos españoles, los influyentes productores de cacao y café isleños, más los madereros de la zona continental. La autonomía política era la última baza para no perder completamente el dominio sobre ese territorio. Aunque también lo haría movido por su «obsesivo anticomunismo»

Ni él ni el dictador Franco, deseaban que la Guinea Española cayese en las manos de los Rojos. Solía haber, a su entender, mayoría de países que una vez conseguida la independencia de sus metrópolis tenían la tendencia de entrar en la órbita soviética, abrazando la «nefasta ideología marxista». Prefirieron a unos guineanos con autonomía política que independientes y... ¡comunistas! Esta visión para conceder autonomía a Guinea Ecuatorial, además de ser poco realista, chocaba con la verdadera idea del ministro de Asuntos Exteriores que la promovió, Fernando Mª Castiella. El ministro de Exteriores lo que pretendía era conceder una autonomía como «rampa natural» hacia una independencia eficiente, sin traumas. Que Guinea fuese independiente pero estrechamente ligada a su metrópoli, como estaban haciendo franceses e ingleses en sus descolonizaciones. 

 Partiendo de tan contradictorias premisas, la Autonomía de Guinea Ecuatorial comenzaba con pies de barro. Se puso a funcionar una vez aprobado su Estatuto en julio de 1964. Su sistema de gobierno también era demostración de su sentido paradójico. Estaba formado por el Consejo de Gobierno de las dos provincias africanas y por una Asamblea General de Guinea. En esta Asamblea se debían aprobar las leyes que venían de Madrid. Es decir, se daba la paradoja de que si una ley determinada para el conjunto de España no era de la aprobación de la asamblea guineana no era aplicada en la antigua colonia. Advertir, sin embargo, que tanto la Asamblea como el Consejo de Gobierno, formado por el presidente y ocho consejeros, eran de carácter «representativo orgánico». Igual que el sistema de elección de los congresistas de las Cortes españoles, no hay que creer que en Guinea eran elegidos por «democracia directa».

El ministro de Exteriores de la época, Fernando Mª Castiella, con el presidente Kennedy de EEUU


El experimento duró cuatro años. En 1968 las presiones internacionales, entre las que destacaron las llegadas desde Washington, y el enrarecido ambiente político autónomo de Guinea, obligaron a Madrid a conceder la independencia al pequeño país del Golfo de Guinea. Al único vínculo de la historia de España con el África negra subsahariana. Esta «curiosidad histórica» derivó en una descolonización desastrosa. Que convertiría en inútil al proyecto autonómico que, en principio, les había parecido una buena idea tanto a los europeos residentes en el país como a muchos nacionalistas moderados guineanos. 


Esta autonomía, que no supone ruptura con el poder central, significa así el reconocimiento de la especial personalidad de Guinea Ecuatorial _ (Fragmento del discurso en las Cortes españolas dado durante la aprobación del Estatuto Autonomía por el representante de Guinea, Wilwardo Jones Níger, alcalde de Santa Isabel, actual Malabo) _ 



Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista

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3 Comentarios

  1. Artículo interesante, pero durante la II República hubo autonomías, así que Guinea no fue ni mucho menos la primera.

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    1. Sabía que me llegarían puntualizaciones de este tipo. Se le olvida el caso más remoto de la proyectada (nunca establecida) autonomía para Cuba, por ejemplo. Pero los precedentes del siglo XIX de «autonomía» para Cuba y Puerto Rico no son comparables; ni el caso de los Estatutos proyectados en la Segunda República para las actuales nacionalidades históricas es similar. Durante la República no se concibieron como "Autonomías" y por eso su interpretación histórica es diferente. Fueron "Estatutos" semi-federales y el único con "verdadera" aplicación fue el catalán... así que, para seguir puntualizando, no "hubo autonomías". Gracias por comentar, saludos.

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  2. N.A.: hemos querido recoger en parte las puntualizaciones de este lector y de otros recogidas en las redes, por eso hemos modificado el título de la publicación y añadido un comentario en la entradilla del artículo. Gracias por vuestros comentarios que, sin duda, mejoran el contenido del texto y la divulgación de nuestra historia. Saludos!!

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